CAPÍTULO 11ME DEDIQUÉ A PERDERTE Parte II

6K 619 36
                                    

De cualquier forma, ya no me interesa nada que tenga que ver con ella. Mi vida se arruinó aquel día. Ella, sin embargo, estaba feliz, me había dado el heredero que yo tanto anhelaba, y pensó que eso le daba derecho a convertirse también en mi esposa y tener todo lo que ella había tenido, por supuesto que no, cerré el que había sido nuestro hogar por siete años, compré una casa menos ostentosa y la lleve ahí y dejé que se creyera la dueña y señora, aunque no lo sería jamás, porque no le concedí el derecho de ser mi esposa, porque esposa solo tuve una. Durante los primeros años mantuve la esperanza de encontrarla y hacerla regresar a mi lado. No se dió, y con ella se fue mi alegría, mi energía, incluso creo que hasta mi inteligencia, porque sin ella detrás de mí, me vi incapaz de seguir, mi trabajo empezó decaer, además, mi padre estaba tan molesto conmigo, que retomó el mando de la empresa, dijo que si no era capaz de mantener un matrimonio, menos iba a ser capaz de dirigir a cientos de familias y tenía razón, sin ella no podía y regresé a mi actitud anterior, dependiendo de él y dejándome guiar, en lugar de yo guiar a quienes dependían de mí.

Sé que no me van a entender, pero desde que ella se fue, no ha habido nadie más en mi vida, ni siquiera Melisa, no puedo estar con nadie más y sé que así debió de ser cuando ella estaba conmigo, pero lo sé, soy un idiota y lo eché todo a perder y lo lamentaré toda mi vida.

Ahora tengo una mujer en mi casa a la que detesto, la que no me apoya en nada y que por el contrario siempre me exige y me reprocha.

No puedo olvidar el día en el que mi contador me entregó las cuentas de lo que Marcela manejaba, todo estaba casi intacto, de repente me vi más rico de lo que ya era, ella además de haber gastado en siete años una insignificancia, de la nada despreciable cantidad que le asignaba cada mes, y no había utilizado las tarjetas de crédito que le dí, no se había llevado nada, ni tarjetas, ni joyas, ni efectivo, incluso su ropa, solo faltaban unas cuantas cosas, simplemente se había llevado lo necesario. Ahora me arrepiento de haber prestado oídos a la arpía de Melisa, era ella, quien me empezó a meter ideas en la cabeza, que si se compró esto, que si se compró aquello, que malgastaba mi dinero, que no lo merecía porque no hacía nada por ganarlo, y lo que hacía era su obligación, lo sé, y lo vuelvo a repetir, fui un estúpido, no sé porque preste oídos, si yo le daba más que eso y lo hacía con gusto, pero desde que me predispuse en su contra, todo me molestaba y todo me parecía una afrenta, cuando ella lo único que hizo fue amarme, y entregarse a mí en cuerpo y alma.

Sé que no tengo excusa por mi comportamiento, porque influenciado o no, fueron mis decisiones, y fueron mis actos los que la alejaron y aunque Melisa no me obligó, sí que me incitó en su contra, lo hizo tan veladamente que caí en su trampa y no me di cuenta hasta que ya no había vuelta atrás.

Es por eso que, intencionalmente no permito que disfrute de lo que ella hubiese querido, quería la casa de mi esposa, y aunque sigue sin uso, pero habilitada para ser habitada en cualquier momento, ni siquiera le he permitido poner un pie dentro de ella, quería ganarle a toda costa y me dio un hijo, el cual yo anhelaba, pero no de ella ni de esa forma y aunque lo sabía, se aventuró a embarazarse, pero no le funcionó, porque aunque amo a mi hijo y jamás lo he desamparado ni lo haré, sabe que jamás cederé a sus chantajes por él, mientras su integridad no se vea comprometida. Quería tener las riquezas y los lujos que a ella le daba y lo único que obtuvo fue una tarjeta con crédito limitado, el cual tiene que cuidar si quiere llegar a final de mes y no es que sea tacaño o que la tenga viviendo en la pobreza, es que no me da la gana darle lo que le daba a ella, no se lo merece, ni siquiera cuida bien de nuestro hijo, como para recompensarla por ello. Quería ocupar el lugar de mi esposa y aunque firmé los papeles del divorcio, jamás le daría ese lugar a ella, en lugar de eso se ha tenido que conformar con que la vean como mi amante, porque ni siquiera lo es, vivimos bajo el mismo techo, sí, pero ella está fuera de mi cama, y lo acepta, porque, aunque no le doy lo que le daba a mi esposa, la suma no es despreciable y puede vivir sin trabajar y sin pagar renta ni servicios.

Sé que, si fuera por mis padres, la echarían a la calle, pero ellos al igual que yo, no lo hacen por mí hijo, porque nos guste o no, es su madre y él la quiere y la necesita.

En cuanto a él, a sus cuatro años, es un hermoso niño alegre y vivaracho, su energía es inaudita y su carácter extrovertido hace que todo mundo lo ame.

Mis padres lo adoran y él a ellos, la verdad es, que son ellos los que prácticamente lo han criado, en su corta vida ha vivido más tiempo en la casa de ellos, que en la nuestra, y yo se los agradezco, porque sé que Melisa no se hace cargo de él y yo, vivo en la oficina, el trabajo es lo único que me ha mantenido sobrio y vivo durante estos largos años.

Siento que jamás me recuperaré de su pérdida y sé que me lo merezco. Perdí un gran tesoro y lo que más me puede, es que la dañé, la dañé tanto, que hizo hasta lo imposible por perderse de mi vista y lo logró. Cada día me preguntó en donde estará, que estará haciendo, si habrá logrado recuperarse de mi traición, si se habrá olvidado de mi, y lo que es peor, me aterra pensar que haya muerto, es una probabilidad, porque nadie puede desaparecer sin dejar rastro, sin embargo, ella lo hizo. Y con ello me destrozó,  pero solo, porque yo lo hice primero.

NOTA:
Llegamos al final, les espero en el epílogo y gracias por su apoyo, leyendo, votando y comentando. Saludos y bendiciones para todos.

AMOR TARDÍO/ No.1 De La Serie: AMORESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora