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-Está bien, ya lo decidí- se dijo a si mismo el rubio mientras sostenía el aún completo taiyaki mirando hacia el mar.

Un azul y gran mar, que por más que lo mirara las ganas inmensas de lanzarse a él y dejarse consumir le carcomian la cabeza y en su espalda la sensación llevar un gran peso sobre si le abandonaban.
Y cayó, el "invencible Mikey" se dejó hundir en aquel azul que miraba como su libertad, la liberación de tantas almas que lleva sobre él mismo a sus cortos quince años.

El respirar ya no era necesario, sus pulmones estaban llenos de agua salada y su cuerpo era abrazado por aquellas pequeñas moléculas que formaban parte de su "libertad".
Con los ojos cerrados miraba pasar sus últimos momentos junto a su pequeña Emma, la última pelea que tuvo con Keisuke, el momento exacto donde Izana le sonrió por primera y última vez, su último cumpleaños junto a Shinichiro y su familia completa.
Manjiro sonrió, sonrió al recordar y por fin sentirse cerca de ellos, sonrió cuando su última imagen mental eran aquellos orbes celestes brillando, aquellos ojos color cielo que tanto amó. Aquellos que se iluminaban con tanta valentía, cariño y fuerza, eran los ojos que tanto llegó a admirar y junto a ellos el rostro que tanto amaba. Hanagaki Takemichi era su última voluntad y por quién tanto había vivido.
Sin embargo se vio a él mismo, tan diferente. Manjiro se miraba como alguien que no conocía y frente a él la persona que tanto amó con tres marcas en el pecho lleno de sangre. Él había sido culpable de aquello y lo sabia, Manjiro sabía que había sido causante de aquello y lloró, intentaba detenerse pero no podía, algo se lo negaba.

-¡TAKEMICHI!

02:45 a.m

Takemichi despertó al sentir unos brazos ajenos aferrándose a él, acompañados de sollozos y palabras llenas de dolor.

Era su Manjiro.
Mikey estaba teniendo otras de sus tantas pesadillas una vez más y él sólo quería hacerle saber que todos estaba bien y que solo era una de esas horribles jugadas que el universo le había dado como recompensa a todo lo que sucedió en tantas líneas temporales.

El pelinegro acarició con delicadeza el cabello blanco del contrario, dejando que se desahogara y llorara todo lo que necesitará. Pasaba sus dedos entre las hebras tintadas de blanco; pasando su mano sobrante sobre la parte trasera de su cuello, delineando el tatuaje que llevaba por encima de la piel. Dejando palabras llenas de apoyo y amor para que poco a poco el mayor se tranquilizara.

A Takemichi le dolía el corazón de ver en tan vulnerable estado a la persona que tanto amaba. Odiaba con todo su ser el hecho de no ser el único en recordar el horrible de tantos pasados y tener que compartir las tan enfermizas memorias con la persona que menos lo necesitaba.

Manjiro ya había sufrido lo suficiente, y a pesar de no ser él el que vivió toda esa pesadilla, por alguna razón la recordaba. Mikey recordaba y recordaría todos los detalles detrás de aquellas líneas alternas y según él, quizá lo merecía, de alguna u otra forma aquellos pecados cometidos tenían que ser pagados y el universo los deposito en su mente para no poder ser hablados, para hacerle pagar todo.
Y es por eso que ahí se encontraba, abrazado a la cintura de su pareja, llorando al sentir el miedo de haber perdido a su familia y haber matado en su propias manos al hombre que amaba.
Recostado sobre el pecho desnudo de Hanagaki, agradeció entre lágrimas saladas el simple hecho de que solo haya sido una pesadilla más, y que solo sean eso, agradeció sinceramente solo tener que vivir eso en sus sueños y poder despertar para darse cuenta de que tenía a su querido a lado y a su maravillosa familia.

-Está bien Mikey- le tranquilizó una vez que el mayor paró de sollozar- Estamos bien.

-Tengo miedo Takemicchi, tengo miedo de que en algún momento me pierda como aquel Mikey que veo entre mis sueños- habló aún entre lágrimas.

-No pasará- le contestó ocultado su mueca de dolor- No permitiré que eso pasé Manjiro, me tienes aquí y tienes a una familia para guiarte y acompañarte. - lloró, Takemichi dejó salir sus primeras lágrimas de dolor- Y si es necesario, viajaría una vez más al pasado solamente a salvarte una y otra vez. Todas las veces que sean necesarias para tener aquí a mi lado.

-Gracias... - habló sonriendo- Gracias por ser tú, Takemicchi.

  
No importaba cuánto tiempo pasará, para Mikey Takemichi seguía siendo el mismo héroe llorón que conoció en su adolescencia. Sin importar que línea los separara o que línea se encargará de juntarlos, para él Takemichi seguiría siendo la persona que más amaba y a quien más admiraria.
Su dulce Takemicchi sería su salvador sin importar nada.
 
   
   
    
    
       
       
    
    

       

𝕆𝕪𝕒𝕤𝕦𝕞𝕚, 𝕄𝕚𝕜𝕖𝕪-𝕜𝕦𝕟||𝐓𝐚𝐤𝐞𝐌𝐢𝐤𝐞𝐲 Where stories live. Discover now