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Nuevamente era esa época del año.

El largo túnel se extendía por varios metros, arropando bajo una simulación de una lluvia de estrellas a quienes desfilaban en su interior. Los cientos de jóvenes que portaban sus suntuosos kimonos de seda lo hacían orgullosos, contoneándose con elegancia pese a que ningún prospecto los admiraba todavía, simplemente enfatizando las diferencias entre ellos como tanto se les enseñó en el Instituto:

"Los omegas son la encarnación de Orihime, deidad que en el cielo se representa con la estrella Vega; durante la noche de las estrellas se encontrarán con su alfa, encarnación de Hikoboshi, y con ello tendrán la posibilidad de enlazar sus vidas. Pero si no quieren cometer el error que se cuenta en la leyenda, no descuiden su tejido y escuchen a Tenkou: tengan siempre en mente que la razón de su existencia es concebir el futuro de la humanidad"

Bajo esta premisa, una rivalidad silenciosa entre los omegas comunes y omegas dominantes por atraer al mejor alfa se hacía palpable conforme se acercaba la noche de los sietes, desatando en ese instante una guerra fría de feromonas que infestaron el estrecho lugar.

Entre aromas dulces y frutales que colmaron sus sentidos perdieron la noción de cuánto tiempo llevaban caminando, también de cuántos giros dieron a tal punto de no saber si continuaban andando en línea recta. Pero todos siguieron adelante, guiándose por la suave música que hipnotizaba su andar, pues no había otra salida por la que pudieran escabullirse.

Después de minutos, o quizás fueron horas, el estrecho túnel comenzó a ensancharse hasta desembocar en tres puertas metálicas adornadas con coronas de flores. Encima de cada una, una pantalla ponía el nombre de los presentes indicándoles la puerta donde les correspondía integrarse. Las listas se movieron con lentitud, permitiéndoles ubicar su nombre con sencillez y el número designado para el orden de ingreso... Excepto por la última donde un único nombre se anunciaba.

— Esto me recuerda a la frase "los últimos siempre serán los primeros".

La voz proveniente del fondo que se abrió paso entre los omegas con rostro desencajado hizo eco en las paredes. Nadie les dijo que podían tener esa clase de ventajas aunque, a decir verdad, ni siquiera sabían que los esperaban esas puertas hasta que llegaron. Los susurros a su paso no se hicieron esperar preguntándose, sobre todo, por qué ese omega tenía una entrada exclusiva. Era dominante, sí, pero como él había más de su misma categoría y no por ello se les dio alguna clase de prioridad.

— No se sientan incómodos chicos, en la vida suelen darse este tipo de sorpresas~ —canturreó en voz alta al detenerse frente al metal—. Los veré del otro lado~.

Un escáner verificó su rostro previo a ingresar al pasillo oscuro ante la mirada curiosa de todos. Al cerrar la puerta, la pantalla iluminada con el nombre "Asagiri Gen" se apagó.

⁘ ⁘ ⁘

Se quedó quieto esperando a que la habitación se iluminara para no andar a ciegas y tropezar con los muebles o instrumentos que utilizarían en él cuando el encargado se dignara a hacer acto de presencia. Por lo pronto, Gen se dispuso a acomodar su kimono violeta y verificar que el obi se conservara en la misma posición, al igual que su cabello rebelde.

Al menos en ese año se dignaron a seguir su sugerencia de deshacerse del "viento del cosmos" en el túnel, lo que le permitió a su mechón de cabello blanco seguir en su lugar. Considerando que el espacio exterior carecía de aire, cosa increíble que se les pasara al momento de construir el túnel y pretendieran acompañar el ambiente con un fuerte brisa, arruinaba el estupendo trabajo de Yuzuriha y su equipo que con tanto esmero hacían por horas. La pobre modista seguramente dejaría de lado su temperamento tranquilo si los viera llegar con sus peinados y atuendos desaliñados a causa de la ventilación innecesaria.

Al cruzar la Vía Láctea/SenGen AU Omegaverse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora