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Ocurrió una de las tantas tardes que compartían juntos, durante el verano.

Gen, como cada día, esperó a Senku al final de la calle de su edificio de departamentos para ir juntos al lugar en que ocultaban los materiales y construían sus prototipos. El pequeño de ojos rubí, que desde ese entonces ya se veía como un potencial alfa por su gran inteligencia, tenía como objetivo terminar un modelo de cohete a escala utilizado siglos atrás antes de que acabaran las vacaciones. Escabulléndose entre zonas donde las cámaras tenían puntos ciegos, el par llegó a su guarida en las afueras de Deneb encontrándose con que ninguno de sus otros tres amigos estaba.

— Nee, Senku-chan ¿crees que vayan a venir?

— Si lo hacen o no, no importa. Con cuatro manos es suficiente para lo que tengo planeado hacer hoy —avisó el niño mientras desempacaba cosas de su mochila.

— ¿Y qué haremos si empieza a llover? —insistió apretando los labios—. Mi madre se va a molestar conmigo si me enfermo, así que no podré venir a ayudarte.

— Kukuku si quieres irte a tu casa antes de que suceda deja de quejarte y empecemos ya.

El mayor mordió su labio debatiéndose entre cuál opción era peor, si desafiar el temperamento de su madre al ser un hecho que en cualquier instante los relámpagos se acompañarían de la lluvia, o no aprovechar el tiempo a solas que tendría con Senku.

Ganó lo segundo, como normalmente pasaba desde que comenzaron a frecuentarse los últimos dos años.

— Bien~, dime en que te ayudo, Senku-chan.

— Tengo que verificar los circuitos... —se rascó la cabeza con un desarmador—. Aunque lo puedo hacer solo.

— Fufufu ahora que recuerdo, ayer le dijiste a Chrome-chan que los últimos detalles los podrían hacer ustedes sin nuestra ayuda —se balanceó sobre sus talones y torció la boca—. Creo que no me necesitas, entonces me iré~.

— Agh, sólo... —lo vio de reojo y masculló—. Ya que estás aquí, continúa con lo que estaba haciendo Yuzuriha, no tiene caso que hayas venido hasta acá para regresar tan pronto.

— Si puedo pasar tiempo con Senku-chan vale la pena el camino —confesó con una sonrisa brillante—. ¡Entonces terminaré de pintar!

— Sí, sí, hazlo rápido.

Senku inhaló profundamente y no se dio cuenta que retuvo el aire en sus pulmones hasta que Gen se alejó en búsqueda de la brocha; también, al acomodar el mechón de cabello verde detrás de su oreja para que no le estorbara, se percató de que ésta estaba caliente y seguramente roja a causa del comentario que hizo. No le parecía extraño, pasaba cada vez con mayor frecuencia que un tenue aroma a hierbas y flores llegara hasta sus fosas nasales y después, casi de inmediato, Gen soltara alguna frase incómoda como esa desencadenando una reacción en su cuerpo.

En otras palabras, Senku estaba condicionado: si percibía el olor, inmediatamente le daba la espalda porque ya sabía que ese era el estímulo y su respuesta vendría acompañada de la manifestación fisiológica de la vergüenza.

Ese fenómeno no le pasó desapercibido, en sus tiempos libres comenzó a investigar acerca de los cambios que se esperaba presentarían alfas y omegas en la maduración, cosa que sucedería en menos de un año a Gen. Debido a la poca literatura no encontró explicaciones concisas, siendo lo más cercano un artículo en cuyo experimento se detallaba que al alcanzar la madures de los caracteres sexuales secundarios, las glándulas distribuidas en varias partes estratégicas del cuerpo comenzarían la producción de hormonas propias del subgénero. No se hacía mención acerca de aromas particulares ni la función que ejercerían en su cuerpo y el de otros, sin embargo.

Al cruzar la Vía Láctea/SenGen AU Omegaverse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora