Al cruzar la Vía Láctea/SenGen AU Omegaverse

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— Cruzaré la Vía Láctea.

— Tu ambición es estupenda, Senku, con seguridad podrás ir si te emparejas con un omega, o quizás sea con un alfa-

— No, iré por mi cuenta, no necesito una esposa para ir al espacio.

El padre de Senku, Ishigami Byakuya, comenzó a reír frente a los ojos molestos del director de la primaria de Deneb al término de ese intercambio de palabras. El pequeño niño, por otra parte, se cruzó de brazos y le lanzó una mirada burlesca al hombre detrás del escritorio, reafirmándole que ni el hecho de haber mandado llamar a su padre lo haría cambiar de opinión.

— Senku, puedes esperar afuera, quiero hablar con tu padre a solas —le ordenó al tiempo que comenzaba a masajear el puente de su nariz—. Señor Ishigami, entiendo que su hijo todavía tiene nueve años, pero no podemos seguir aceptando que haga ese tipo de comentarios en clase, ¿comprende por qué se lo digo...?

El niño no acabó de escuchar la frase porque habían cerrado la puerta tras de sí, prácticamente echándolo de una patada. Resopló, introdujo las manos en sus bolsillos y comenzó a caminar por el pasaje que lo conduciría fuera del edificio, mofándose porque seguramente Byakuya le daría la razón a él y no al director.

Senku sabía que él y todos los que nacieron un año antes y después eran diferentes a los humanos más viejos, al menos en la parte relacionada al cerebro primitivo. Estaban al tanto de que a los trece conocerían su subgénero el cual determinaría su futuro, pues esto se les transmitía desde que comenzaban a tener uso de razón, siempre enfatizándoles que su propósito sería poblar el planeta V-1441 en el sistema Vega y las futuras colonias en otras galaxias. Senku aceptaba con gusto la parte del viaje, mas no tener que ceder a esos instintos animales para poder ir. Peor aún si resultaba ser omega.

Creía con firmeza que por una razón en el epigenoma ese gen dejó de manifestarse, por lo que consideraba irracional el que hubieran forzado a activarlo a costa de opacar la corteza cerebral que tantos milenios estuvo desarrollándose. Por ello, desde el instante en que puso un pie en la Primaria de Deneb dejó en claro que cumpliría su sueño de ir al espacio, recalcando que para esto no necesitaría a un alfa u omega, razón por la que llamaron a Byakuya.

Después de cruzar varios pasillos y puertas finalmente llegó al patio principal desierto ya que a esas horas todos los alumnos estaban en sus casas o saliendo de sus clubes para ir a ellas. Se dirigió a uno de los pocos árboles reales que podían encontrarse en esos tiempos, pues la mayoría de las especies estaban resguardadas en viveros optando por adornar con proyecciones, y se sentó en una banca cabizbajo. Luego de toda la reflexión mental hecha en el trayecto, la baraja de opciones se redujo cada vez más hasta llegar a la misma conclusión de siempre: si no hacía algo de mérito, algo que lo excluyera de los deberes como alfa u omega, o se resignaba ante el sistema o construía su propia nave.

— Eeeh~ ¿por qué pones esa cara tan extraña? ¿te regañó algún profesor?

Senku alzó la vista y se encontró con un niño que lo observaba atentamente con la cabeza de lado, sin molestarse en ocultar la curiosidad genuina que sintió al ver su expresión desanimada.

— ¿Quién eres? —preguntó enarcando una ceja.

— ¡Ah, lo siento! Me llamo Asagiri Gen, voy en quinto año. Y tú eres... —se acercó un poco y leyó la etiqueta de su pecho en voz alta— Ishigami Senku, ¡oh! Eres de cuarto, entonces soy mayor que tú~. Pero no hay necesidad de que me digas senpai, puedes llamarme como prefieras —sonrió ampliamente y se sentó junto a Senku, quien se alejó un poco—. Entonces... ¿Quisieras contarme quién te hizo enojar?

— No estaba enojado, sólo pensaba en que quiero ir al espacio por mi cuenta —aclaró mirando el cielo

— Hum, ese sí que es un gran problema, nosotros no podremos salir de la Tierra sin un compañero —hizo una mueca y se dio golpecitos en el labio—, pero siempre puedes construir tu propia nave, así no tendrías que pedirles permiso y viajarías a donde quisieras.