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Al revisar los antecedentes biológicos y antropológicos, abunda la evidencia que demuestra la propensión del ser humano a mantener diversas parejas a lo largo de su vida, principalmente por fines reproductivos. Pese a ser la poligamia parte de su naturaleza, conforme la cultura evolucionó al igual que los rasgos biológicos, el modelo de monogamia se introdujo poco a poco en diversos lugares de la Tierra, pretendiendo la exclusividad estricta en una relación ya sea mediante la palabra, la religión o la legalidad.

Pasados los años, específicamente en el tiempo en que el humano tuvo la aspiración de expandirse por la galaxia, la búsqueda de experiencias sin un compromiso tan grande como el matrimonio y los hijos fue el obstáculo principal con el que se encontraron al querer proliferar la especie. Por esta razón, los científicos comenzaron a analizar las diferencias entre animales monógamos y polígamos para hallar la variante, misma que pudiera reproducirse en el ser humano. Se retomaron diversas investigaciones con propósitos similares que convergieran en el mismo objetivo y, luego de la ardua experimentación, se procesó finalmente el virus que activaría y desactivaría la expresión de ciertos genes de tal modo que los nuevos humanos tuvieran como designio principal escoger un compañero para formar una familia gracias a su sentido de crianza.

Las condiciones favorables las daría Tenkou, sin embargo, la parte crucial que era el cortejo correría por cuenta de los alfa siendo, éste el preludio decisivo para el omega, quien tendría la facultad de aceptar o rechazar al potencial padre de sus crías. El vínculo, pues, comenzaría cuando el alfa mordiera la glándula del omega situada en su nuca y concluiría con la aceptación de éste al inyectar de vuelta sus feromonas, impregnándose así ambos con su huella, enlazándose. Esa parte era certera, más lo que ocurriría después estaba lleno de especulaciones y expectativas exageradas: se prometía un amor inquebrantable, una relación de cuento de hadas y la adquisición de capacidades casi telepáticas en la pareja al poder leer las emociones del otro mediante las feromonas.

¿Qué omega bombardeado por años con esperanzas de una vida feliz llena de afecto y comodidades no se lo creería? Claro que ellos, quienes fueron poco educados a propósito, no se cuestionarían si a los alfa les recitaban lo mismo; no se cuestionarían, tampoco, qué efectos secundarios podrían tener. Y eso, precisamente, fue el terrible martirio que la primera generación tuvo que soportar al ser los conejillos de indias, pues muchas veces lo que se hace en el laboratorio no llega a ser cien por ciento replicable en la vida real.

Comenzando por el hecho de que la proporción de ambas castas no era equilibrada, aunado a que los alfas podrían marcar a cuentos omegas quisieran hasta que ellos también fueran marcados, siendo la mordida de los dominantes imborrable, propició que en los ciudadanos de Altair se diera una lucha silenciosa regida por sus instintos de "ser el líder". Luego, se descubrió que en los omegas la necesidad intrínseca por marcar al alfa de vuelta no estaba tan presente, pues en ellos la parte racional tenía mayor peso al momento de decidir. Discrepaba, pues, la capacidad de ser plenamente conscientes de hacerlo o no.

Esto propició el robo de omegas con marcas de alfas comunes sin enlace por parte de alfas dominantes tras mudarse a Deneb, desencadenando que la cantidad de ciudadanos en Altair fuera en ascenso al no tener otra opción más que regresarlos y que esperaran al siguiente Tanabata para encontrar una nueva pareja. Curiosamente, a partir de ese hallazgo el enlace retomó fuerza y aceptación entre la comunidad de omegas, más no en la de alfas cuando comenzaron a esparcirse los efectos que conllevaba sumados a lo que se les dijo en el Instituto: Sí, reconocerían las emociones de su pareja, pero esto implicaba sentirlas en carne propia en momentos que pudieran ser inadecuados; también estaba la fuerte necesidad de pasar mucho tiempo juntos entorpeciendo sus labores diarias, la territorialidad y celos desmedidos de ambas partes, la hipersensibilidad que se vivía durante el embarazo... Y cuando los primeros bebés nacieron, se supo algo peor.

Al cruzar la Vía Láctea/SenGen AU Omegaverse Donde viven las historias. Descúbrelo ahora