Ambas se dedicaron sonrisas cargadas de felicidad. Mirándose fijamente como tontas. Beomgyu rodó los ojos con una mueca de molestia y se dirigió a otra parte. Yuta rió un poco al observar toda la escena.
Chaeyoung hizo pasar a Mina a la pequeña habitación detrás del mostrador y le dijo que esperara en aquel lugar sentada unos minutos más hasta que su turno finalizara. Ella obedeció. Era bastante incómodo, a decir verdad, estar allí sola esperando. Cada algunos minutos veía como ingresaba alguno de ellos tres a envolver algún recado. El peli negro la observaba de pies a cabeza con desprecio, lo cual era bastante intimidante; el castaño le dedicaba algunas simpáticas sonrisas; Chaeyoung, bueno, ella intercambiaba algún comentario divertido cada vez que se encontraban.
Una vez transcurridos esos interminables minutos, los tres adolescentes entraron en la habitación.
—Me cambiaré primero, llevo prisa -dijo Yuta.
Uno a la vez fueron ingresando al baño para despojarse de su uniforme de trabajo y colocarse ropa común y abrigada debido al clima congelado de las calles.
Una vez fuera del local el encargado prosiguió a cerrar. Se despidieron y tomaron distintos rumbos, tal como la vez anterior.
—¿Nos vamos? -preguntó simpática.
—Sí.
Mina estaba muy nerviosa. Estaban una vez más a solas, sólo la perfección en persona y ella.
Caminaban a la par. Mina siguiendo los pasos de Chaeyoung lo mejor que podía. Se extrañó bastante cuando se percató de que se dirigían a la salida del centro comercial. Efectivamente salieron de éste. Decidió no hacer preguntas y se limitó a seguirla. Caminaron fuera del estacionamiento y por la acera frente a la plaza que allí se encontraba. De pronto Chaeyoung detuvo su marcha, la menor la imitó.
—¿Te parece bien este lugar?
Mina observó que el lugar era una conocida cafetería que había estado durante varios años. El lugar tenía muy buena fama y el ambiente era confortante. Aunque ella hubiera dicho que sí a cualquier sitio que Chaeyoung escogiera.
—Sí.
Se adentraron en el lugar. Mina mirando absolutamente todo a su alrededor. Aunque por más llamativos que resultaran todos los objetos nuevos, Chaeyoung siempre le resultaría la más hermosa y llamativa. Tomaron asiento en dos sillas enfrentadas, junto a la ventana desde la cual se podía observar la plaza. Dejando sus abrigos y la pequeña bolsa de plástico a un lado. La iluminación del lugar era tenue, no excesiva y cegadora como la del centro comercial. Tampoco había una cantidad elevada de gente. Era un lugar muy cómodo y acogedor. Mina dio gracias por ello. Chaeyoung tomó una de las cartas del lugar y comenzó a leer la lista del menú.
—Creo que pediré un café mediano y dos muffins. Uno de chocolate y uno de fresa ¿Qué hay de ti? -preguntó sonriendo.
—Lo mismo.
—¿Estás segura? ¿No quieres otra cosa?
—No.
—Está bien.
Una simpática mesera se acercó a ellas al cabo de unos minutos y tomó la orden. Chaeyoung se encargó de pedirla.
—Estará lista en unos minutos.
—Claro -respondió cordial Chaeyoung.
Una vez que la mujer se alejó soltó un gran bostezo, el cual cubrió con su mano. La menor aprovechó la oportunidad para intentar sacar un tema de conversación.
—¿Tienes sueño? -preguntó bastante tímida.
—Sí. Por eso pedí café. Anoche nos quedamos hasta tarde jugando al Rock n' Roll Racing con las chicas. Limpiaron el piso conmigo, los videojuegos no son mi fuerte.