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Mina dio un largo y pesado suspiro antes de ingresar al local ese día. Nadie podría predecir que ocurriría. Largos ratos practicando cantar mientras se encontraba sola en su casa. Ataques de frustración, malestares estomacales debido a los nervios. Pérdida de sueño. A veces parecía un sinsentido lo mucho que estaba esforzándose para lograr tal estupidez, pero inmediatamente recordaba el rostro sublime de Chaeyoung, y lo que significaría para ella y parecía ser la cosa con más sentido del mundo.

Divisó a Chaeyoung atendiendo a un cliente. Espero a que terminara su labor y la saludó.

-¿Aún quieres hacerlo? -preguntó ella. Su expresión tenía una sonrisa, pero no había que ser una genia para saber que se derrumbaría en caso de obtener un no por respuesta.

-Sí -dijo algo tímida. No era momento de retractarse.

Chaeyoung sonrió, mordiendo su labio inferior. Tratando de ocultar una parte de su enorme felicidad.

-Ven -dijo tomando suavemente su mano y comenzando a jalarla sin ser brusca.

No ingresaron en la pequeña habitación detrás del mostrador como era usual. Sino que se dirigieron al fondo, a un depósito. Repleto de cajas enormes de cartón, estaban apiladas de manera ordenada, una encima de otra. Estaban ordenadas según el tipo de instrumento y por distintas marcas y tamaños. Era un lugar enorme. Chaeyoung cerró la puerta al ingresar y le colocó el seguro.

-Así podremos estar tranquilas sin que nadie nos moleste. Escogí este lugar porque es muy amplio y silencioso. Las paredes son muy gruesas entonces no se escuchan los sonidos al otro lado y viceversa.

Mina prestó atención y era verdad. Todo el ambiente había quedado en completo silencio. Ya no se oía el bullicio del centro comercial. Ni siquiera a lo lejos.

-También pedí como favor a Yuta y Beomgyu que me cubran durante más tiempo el día de hoy. Así podremos disfrutar el momento. Tú sabes, sin prisas.

Mina sonrió. En verdad Chaeyoung estaba esmerándose mucho en esto. La siguió hasta un par de sillas enfrentadas que se encontraban más adelante en el depósito. Junto a una de la sillas se encontraba apoyada una guitarra color beige y marrón algo gastada por el uso. Supuso que debía tratarse de la antigua guitarra de Momo. Chaeyoung la tomó en sus manos, se sentó en la silla y la posicionó sobre su regazo. Mina se sentó frente a ella. Tenía sus manos aferradas a sus rodillas y temblaba un poco. No quería echar a perder todo.

-Relájate -la armoniosa voz de Chaeyoung la sacó de sus pensamientos- Lo harás bien. Confía en mí.

La menor apenas asintió, aún bastante nerviosa.

-Déjame verificar que esté todo en orden un momento.

Acarició un par de cuerdas con sus finos y delgados dedos, tocando a penas unos escasos acordes. Chaeyoung estaba muy nerviosa, pero se mostraba confiada para transmitirle esa sensación de confianza a Mina y así no estuviera tan tensa.

-Bien. ¿Estás lista? -preguntó con una sonrisa.

-Sí -dijo y pasó rápidamente la lengua por encima de sus labios para que no estuvieran resecos, esta acción no pasó desapercibida por la mayor, quien de igual forma imitó el gesto.

Chaeyoung tronó sus dedos. Aclaró su garganta. Y comenzó a tocar la guitarra. Suaves y para nada forzados acordes formaban una hermosa melodía acústica. Mina pasó saliva. Pero extrañamente el ambiente la relajaba. Nunca había estado tan aislada del mundo con alguien más, siempre se encontraba dentro de su burbuja de pensamientos, sola. Pero ahora era diferente. Paz y tranquilidad en su forma más pura, compartida con Chaeyoung. Con su persona favorita. Su Chaeyoung.

La chica de los CDs [ADAPTACIÓN Michaeng] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora