9

680 67 137
                                    

HARPER



"Ella conquistó sus miedos y
llevaba sus cicatrices como alas."

ATTICUS



Me revolví entre las sábanas al sentir mucho calor. No quería abrir los ojos, pero la luz que se filtraba a través de mis párpados y me obligaba a parpadear mientras me rascaba la cara con los dorsos de las manos.

Gruñí al incorporarme en la cama y fruncí el ceño al no saber donde me encontraba, aunque no me hacía falta un título en Harvard para saber que debía tratarse del cuarto de Carson.

Hacía mucho tiempo que no dormía tan bien, en realidad desde que Cay-Cay había nacido. El pobre era un santo, pero por las noches dormía más bien poco; anoche fue un milagro que no se despertara durante toda la noche. La sensación de desazón había desaparecido, pero seguía sintiéndome un poco nerviosa; quizá solo fueran paranoias mías, pero no tenía intención de permitir que la situación me superara.

Últimamente me había vuelto más desconfiada que de costumbre.

Un respingo me recorrió la piel al posar los pies sobre las baldosas heladas, me retiré el cabello hacia atrás y me estiré para recolocar mis articulaciones doloridas.

Miré por encima del hombro para comprobar que no había ni rastro de Carson.

«¿Dónde se habrá metido?»

No le di importancia y me levanté de la cama con un suspiro perezoso. Mi ropa estaba colocada sobre un sillón de cuero negro junto a mi bolsa de entrenamiento; se suponía que debía aceptar las señales de que no esperaba que me quedara mucho tiempo.

Habíamos echado un polvo y ahora me iba a largar a mi casa como si no hubiera pasado nada.

De repente, tuve la sensación de que había vuelto a retroceder en la vida, mejor dicho, que no había avanzado en ningún aspecto.

Ante la ausencia de mis bragas, me vestí a toda prisa y me recogí el cabello alborotado en una coleta alta. Quería despedirme de Cayden antes de irme, pero temía aun más tener que cruzarme con Carson por el camino.

Aun así, debía enfrentar las consecuencias de mis actos y adoptar la postura adulta de los dos, dado que estaba segura de que Carson no la tomaría.

Salí de la habitación y bajé las escaleras a toda prisa, haciendo ruido para informar de que estaba despierta. No sabía porqué me sorprendí al ver en la cocina a Himura con Cayden en brazos mientras le daba un biberón.

Tuve que cubrirme la boca con la mano para no reírme ante tal escena. Tenía mucho de cómico ver a un hombretón como Himura con una cosita tan pequeña y delicada como Cayden entre los fornidos brazos.

Himura ladeó la cabeza hacia mí y me mostró una ligera sonrisa.

—Buenos días, señorita Harper —me saludó.

—Buenos días, Himura —contesté acercándome hacia ellos. Una sonrisa se extendió en mis labios al ver a mi hijo con uno de los traje verde menta que Addie me había regalado cuando no sabíamos el sexo de Junior—. Buenos días, precioso —le susurré a Cayden tras dejarle un ligero beso en la cabecita oscura.

Cayden no soltó la tetilla del biberón mientras me miraba con sus enormes ojos azul grisáceo. La lengua me picaba por saber donde estaba metido Carson, pero honestamente, no estaba segura de querer saberlo. Cuando no quería quedarse, no se quedaba y era evidente que estaba huyendo de lo que había ocurrido anoche.

BEAUTIFUL LIESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora