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CARSON


"Estoy tratando de ordenar mi vida y no
sé dónde ponerte."




La imagen que me devolvió el espejo mientras me arreglaba el cuello de la camisa me hizo soltar una mueca fruncida, consciente de las profundas ojeras que decoraban la parte inferior de mis ojos.

No tenía buen aspecto, mucho menos para tener que vernos las caras tras seis meses en los que mi vida se había convertido en un desastre de proporciones épicas. Pero la evasión mental fue la alternativa a sucumbir al ser patético que me sentía al haber echado por la borda lo que quería por miedo a perderlo.

Como me dijo una vez, me arrebataría todo lo que quería, y por ende prefería no esperar nada de nadie, porque nadie me salvaría de lo que era, mejor dicho, de lo que me había convertido.

Si no tenías nadie al que perder, no tenías nada por lo que luchar.

Lección de vida que me había marcado a fuego, aunque no sabía lo pronto que tendría todo que volver a perder.

Me pasé las manos por el cabello húmedo, retirándomelo hacia atrás. Me di cuenta de que debería cortármelo: ¿Cuándo me había vuelto tan descuidado?

La verdad, no lo recordaba.

A pesar de que hacía menos de cinco minutos que me había duchado fui incapaz de desprenderme del olor a vodka y sexo que desprendía mi piel.

Desvíe la mirada hacia la puerta cuando esta fue abierta por un impecable Himura, que me miró con ojos entrecerrados, delatando que mi aspecto debía ser más lamentable de lo esperado.

Se acercó y en silencio me ayudó a hacerme el nudo de la corbata a pesar de mis gruñidos de protesta.

Odiaba las putas corbatas, me hacían sentir como un perro con collar del que tirar a la conveniencia de su dueño, pero ¿tenía dueño? No, ya no lo tenía, ya no había nadie que me pusiera correas o doctrinas, era tan libre que no sabía que hacer con mi libertad. Mis secretos habían sido revelados y a pesar de que el mundo avanzaba a mi alrededor, yo me había quedado estancado en una vorágine de inconsciencia mezclada con una cobardía que nada ni nadie podía aliviar.

Ver el perfecto nudo de Himura me llevó a pensar en los nudos de su corbata cada mañana. Tenía una técnica impecable. Sus dedos solían juguetear con la punta cuando estaba nerviosa o no se atrevía a dar su opinión sobre un tema del que sabía más que toda la clase junta.

Era inteligente, mucho más que yo, pero nunca lo demostró.

Detestaba el modo en el que mis pensamientos fluían hacia ella con cada insignificante gesto que había terminado por aprenderme de memoria. Pero, sobre todo, cuanto los añoraba a pesar de que fui yo quien lo mandó todo al traste.

Después de que me fuera, nada se quedó en calma, ella tampoco lo hizo; sabía que una patética nota no aclararía mi huida; no le daría alivio después de lo que habíamos pasado juntos. Pero no estaba preparado para escuchar lo que me dijo después, sabiendo que le había partido el corazón y arrancado el mío para no dar media vuelta y contarle lo que estaba sucediendo y porque era mejor que se mantuviera lo más alejada de mí que le fuera posible.

» ¿Por qué te has ido? ¿Por qué has tenido que hacernos esto cuando todo estaba bien?»

» Por favor, deja de ignorarme: necesito saber que ha pasado. Deja de huir de una puta vez y explícame porque has decidido dejarme tirada. Carson, por favor, recuerda que estamos juntos: podremos solucionarlo.»

BEAUTIFUL LIESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora