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HARPER



"Cuando tus ojos se fijaron en los míos no tuve
otra opción más que romper mi promesa
de no volver enamorarme."

ANDRÉS IXTEPAN



Debía buscar paz y tranquilidad en las cosas que me gustaban, y tenía tres pasiones en mi vida: Cayden, el ballet y los libros. Eran las tres cosas que me habían ayudado a afrontar el tedio que significaba tener que lidiar con mis sentimientos confusos y revueltos. Al resto del mundo podría parecerle extraño, pero el olor a papel viejo por el paso de los años y las encuadernaciones gastadas por el uso era una de mis cosas preferidas.

Me había dado cuenta de que era muy afortunada al poder ganarme la vida con las cosas que me gustaban.

Mientras colocaba los nuevos ejemplares que habían llegado a lo largo de la mañana canturreaba una vieja canción de The Fray que se me había pegado gracias a Nora. Estaba obsesionada con el grupo por culpa de After: libros con los que me tenía loca alegando que eran más tóxicos que Chernóbil.

Presentía que me estaba tirando indirectas para que se los regalara para su cumpleaños.

Sonreí para mí misma al abrir un ejemplar de Guerra y Paz y cerré los ojos para inhalar la fragancia a papel que desprendía.

Estaba tan ensimismada en mis pensamientos y en ordenar que me llevé un susto de muerte al escuchar la campanilla de la puerta. Un par de libros se me cayeron al suelo, pero lo peor fue el momento en el que hice que la escalera se tambaleara y me callera con un chillido parecido al de un ratón.

Cerré los ojos con fuerza esperando a que llegara el impacto y por lo menos solo romperme algún hueso del trasero... Pero no llegó a suceder al caer en unos brazos que me recogieron con suavidad y firmeza.

Entreabrí los ojos con temor para encontrarme con unos de un gentil color verde que conocía más de lo que me gustaría admitir.

—Presiento que tú y yo vamos a volar alto, mon amour —dijo con fingida expresión de circunstancia.

Debería estar avergonzada por la situación, pero no pude evitar echarme a reír con la mano en la boca para no parecer escandalosa.

—Eres un acosador, ¿lo sabías? —lo pinché con una mirada pícara.

Julian me escrutó con falsa indignación, pero sus labios terminaron por curvarse en una encantadora sonrisa, la misma con la que tenía a media academia encandilada, y para que mentirnos, a mí también me gustaba mucho la forma en la que me sonría.

Era la personificación de la felicidad.

—Ofendes mi inexplicable necesidad de verla, señorita Baker —replicó sin perder la mirada divertida.

Volvió a dejarme en suelo firme, haciendo que mis mejillas se sonrojaran y tuviera que limpiarme las palmas de las manos a la tela de los pantalones. A pesar de que tenía una larga experiencia con los hombres, —sobre todo habiendo tenido en mi vida a un Carson Diedrichs—, seguía haciéndoseme complicado el flirteo, porque sí, Julian era un Casanova por naturaleza, pero tenía la sensación de que conmigo se esforzaba un poquito de más.

Me coloqué un mechón de cabello detrás de la oreja y le sonreí de forma afable.

—Gracias por hacer que no me rompiera la crisma —le agradecí.

Julian le quitó importancia con un ademán de la mano y me guiñó el ojo.

—No podía permitir que mi dulce Odette se rompiera una pierna, si no, ¿con quién podría bailar?

BEAUTIFUL LIESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora