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ALLISON


"Ella se define como fría.
Sin cariño para dar, sin amor para prestar,
pero anda, mira cómo lleva su vida.
Tiene magia en sus manos, fuego en los ojos
Y encanto en los labios."

PHOOL ANDHERSON



Sentía su respiración cálida contra mi cuello, haciéndome suaves cosquillas que no me permitían conciliar el sueño, y la verdad necesitaba dormir más que una taza de café del bueno. Aunque, bueno, tampoco iba a quejarme después de todo. Hacía tanto tiempo que no dormía acompañada que era reconfortante no sentir la cama tan vacía. No desde Andrew.

«Andrew.»

Los recuerdos acudieron a mi mente sin ser invitados, mis dedos enredándose entre sus ensortijados cabellos rubios mientras dormitaba con la cabeza sobre mi pecho; sus profundos, dulces y vivaces ojos azul cielo mirándome como jamás ningún otro chico me había mirado antes: con ilusión, esperanza...; sus sonrisas soñolientas, pero alegres, como si nada pudiera amargarle el día.

«Andrew...»

El corazón me latía con furia y remordimientos, remordimiento ante lo que había perdido y jamás recuperaría. Y sí, debía vivir con mi parte de culpa, pero incapaz de ello a pesar del tiempo y las circunstancias.

Joder, era una persona de mierda.

No me gustaba vivir en el pasado, pero me regodeaba en demasía en él, para que engañarme. Vivía con placer de los recuerdos y los guardaba en el fondo de mi mente con mucho mimo y cariño, porque al fin y al cabo, siempre sería lo único que me quedaría de él.

De nuevo, volví a guardarlos y sellarlos, y me puse la máscara que llevaba cada día y desde entonces.

Cogí la cámara de mesilla de noche y con sigilo me puse a horcajadas sobre sus caderas. Dormía plácidamente con las manos debajo de la almohada y el cabello azabache alborotado, derrochando sensualidad.

Debía reconocer que el alemán era muy sexy.

Enfoqué el objetivo para captar el momento idóneo en el que un breve hoyuelo se le formó en la mejilla, transformándose en una media sonrisa maliciosa.

—No puedes estarte quieta, ¿eh, Speedy?

Su voz tenía ese tono ronco y cascado que tanto me ponía. En realidad, todo él tenía una esencia embriagadora, ya fuera su mirada locuaz o intimidante a partes iguales, o esas sonrisas que en su mayoría podían confundirse con la superioridad, pero que en realidad albergaban una infinita soledad, o su inteligencia perspicaz y en algunos casos, incluso mezquina.

Carson tenía un lado muy oscuro y era esa parte de él lo que más me atraía... ¿Enfermo? Tal vez ¿Perverso? Mucho ¿Inteligente? Ni una pizca.

Lancé un par de fotos y sonreí, divertida. Otra cosa que había descubierto de Carson era que odiaba ser fotografiado, pero yo no podía evitarlo. Tenía un aura única, una belleza tan marcada, clásica y masculina que me era imposible no querer estar todo el día con la cámara en la mano. No solo era atractivo, era bello; hermoso como una rosa negra con espinas, como un día de tormenta, como una energía furiosa, como una tarde de noviembre. Cuanto más tiempo pasábamos juntos, más descubría que era una persona impenetrable y eso la cámara lo captaba. Recogía la tristeza de su mirada, el misterio en sus sonrisas y lo efimeridad de su experiencia...

Tenía un valor incalculable.

Recorrí con la mirada el cuervo que le cubría el omóplato izquierdo con las alas extendidas hasta que una de ellas se ramificaba en un árbol muerto.

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⏰ Última actualización: Apr 06 ⏰

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