Nosotros, los vikingos de diferentes tribus e islas, comprendimos aquella noche que no podíamos seguir compartiendo el mismo planeta con el resto de las naciones del continente, no de forma pacífica, no sin liberarnos del peso de los dragones, no sin mejorar nuestras armas y estrategias.
Lo comprendimos justo cuando, en medio de nuestras batallas habituales, en todas las islas vikingas conocidas, ocurrió lo mismo, con tan solo unos minutos de diferencia, ellos llegaron, con el mismo estampado, los mismos escudos, el mismo idioma... y las mismas intenciones. Ninguno de nosotros había esperado algo mínimamente similar a aquello. Nadie esperaba recibir ese ataque mientras nos encontrábamos, por decirlo de alguna forma, con los pantalones bajados. Desearíamos que tan solo hubiese sido una noche, una sola noche había eliminado a una gran parte de nuestra población, una sola noche bastó para eliminar nuestras esperanzas y espíritus guerreros; pero no fue suficiente para ellos, ellos, por algún motivo, deseaban más.
Nos masacraron como nunca imaginamos que nos masacrarían durante una semana entera, lloramos como nunca hubiésemos imaginado que haríamos, vimos cosas provocadas por humanos que jurábamos que solo los dragones, esas bestias del infierno, podían causar. Cambió nuestra mentalidad, destruyó nuestras mentes, nos hizo obligó a desechar todo lo que habíamos comprendido como bueno, justo y noble. La mayor vuelca de tuerca que sufrimos fue aquella opción que, a pesar de que jamás en tres generaciones se había si quiera planteado, parecía la respuesta perfecta para nuestros problemas. La semana del Invierno Helado, nos preguntamos si ya era momento colgar las hachas y cascos y dejar de lado nuestro orgullo en nombre de los que aún quedábamos, ¿Cómo, oh, Odín padre, seguir peleando por nuestro orgullo si nuestros hijos eran descuartizados frente a nuestros llorosos ojos? ¿Cómo, oh, Odín padre, mantenerse en una tierra muerta si estamos contemplando a nuestros niños morir de hambre?
¿Cómo mantenernos en el mismo lugar en la que todo aquello ocurrió? Recordar a esos barcos, repletos de hombres malévolos, embutidos en armaduras espantosas y armados con instrumentos de perdición. Recordar como llegaban ejércitos con espadas sujetadas de forma extraña, nos tomaban con el mango afilado el borde de nuestras armaduras, nos tiraban al suelo y allí nos mataban mediante golpes contundentes en nuestras pecheras o en estocadas firmes en nuestros pechos. Como otros venían montados en nobles corceles que reventaban nuestras cabezas con sus coces. Como los más horribles traían armas nunca vistas, solo necesitaban apretar una parte de aquel artilugio digno de nuestras más horribles pesadillas y del agujero salían disparadas un nuevo tipo de flechas, más pequeñas, más rápidas, más mortíferas.
No escuchamos, en aquel entonces, en medio de nuestro infierno de dragones y humanos abominables, al orgulloso hombre gritando desde la seguridad de su barco que nos quería muertos a todos. No por nuestras tierras o minerales, no para esclavizarnos tal y como lo habían hecho con los que llevaban cadenas y tenían la piel ennegrecida, no querían nada de eso, querían recuperar el honor que supuestamente habían perdido por nuestra culpa. Todavía no entendemos a que se refiere.
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Huyendo del destino [HiccElsa]
FanficLa historia avanza, los imperios se alzan y se derriban. Nada durará para siempre. Pero ni Berk ni sus aliados quieren aceptarlo, quieren seguir incluso si la lógica dice que debieron de caer décadas atrás. Habrán de romper sus tradiciones para cons...