Protocolo.

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Poco a poco, por toda la influencia del comportamiento más común de las mujeres vikingas, Elsa comprendió que usar con la gente de la isla el comportamiento y los modales de la cultura europea no daría ningún tipo de resultado favorable para ella,...

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Poco a poco, por toda la influencia del comportamiento más común de las mujeres vikingas, Elsa comprendió que usar con la gente de la isla el comportamiento y los modales de la cultura europea no daría ningún tipo de resultado favorable para ella, al menos no las costumbres de las altas cunas. Allá, en las cohortes continentales, todos habían asumido el papel de ser engañados o de engañar, las dobles intenciones y la manipulación eran características con las que se nacían o se tenían que forjar desde el nacimiento a menos que uno se resignase a quedar en los puestos más bajos de la sociedad, allá te enseñan a ser agradable con aquellos que hablan a tus espaldas, a adular a los cuales ya de por sí te tienen estima –si es que tienes a tu alrededor algo así– y a destrozar a los que tuvieses que destrozar. La amabilidad o la falta de crueldad eran defectos entre las coronas y las joyas, tenías que ver por aquello que fuera lo mejor para ti y para la gente que te pudiese aplastar. Contentar al pueblo con tonterías si no deseas ver tu cabeza ser cercenada de tu cuerpo, mantener tu puesto sin importar lo que tuvieses que hacer. Pero en Berk todo era menos asfixiante, evidentemente las normas más básicas se mantenían: las mujeres habían de conocer su lugar, los hombres no eran más que guerreros que no deberían tener problemas a la hora de morir por sus tierras, y las diferencias entre las altas y bajas clases eran notorias, no tanto como en su reino, pero eso era solo porque un rey de un enorme país no tiene tiempo para conocer a todos sus súbditos, a diferencia de un jefe, que los tiene a todos como vecinos.

La gran diferencia que había entre el trato de la nobleza vikinga y la nobleza continental es que los vikingos despreciaban los ataques por la espalda, veían más digno que un enemigo se enfrentará a ellos cara a cara, ser derrotados por alguien que ni siquiera había tenido las agallas de mostrarse como enemigo era sencillamente insultante. Por lo que nunca fue bueno para ella intentar usar con los vikingos sus técnicas de manipulación o sus palabras aduladoras, todo lo que recibía era una mala mirada o la invitación no muy amable para ir a perder el tiempo con alguien más.

–Si vas a ir de listilla mejor róbate algo, no me vengas con tus tonterías, anda –le había recriminado una honorable mujer mientras cargaba con un barril lleno de aguardiente. Fue la primera que le había mostrado el gran abismo de diferencias entre una cultura y otra.
Entonces, como cualquier otro futuro monarca hubiese hecho, Elsa decidió adaptar sus comportamientos y formas de obtener lo que quisiera al ambiente donde se encontraba. Así que, teniendo en cuenta toda la energía que la emoción de su rutina le brindaba, se aventuró a añadir a su lista de quehaceres algo que enloqueció a sus nodrizas y al soldado alemán: Entrenamiento bélico. Si los vikingos solo obtenían las cosas mediante fuerza bruta, pues Elsa comenzaría a conseguir las cosas mediante la misma fórmula.

Luego de que soltara como quien no quiere la cosa el detallito de que jamás había sostenido un arma frente a las que sabía que eran las más respetadas guerreras de Nuevo Berk se aventuró con aquellas mujeres a la forja para crear una propia arma, escuchó sus consejos y, aunque le dolió un poco escuchar todo aquello sobre la muchacha vikinga que tantas preocupaciones e inseguridades generaba dentro de ella, al final del día había llegado a una conclusión satisfactoria para ella.

Huyendo del destino [HiccElsa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora