Si Decides Marcharte (+21)

Capítulo I

Canción: Bird Set Free - Sia

11 de Septiembre

   Le envié un último mensaje a mi madre. Iba camino al aeropuerto y ella no tenía intenciones de despedirse. Habíamos pasado el poco tiempo que teníamos hoy discutiendo, y ahora todo estaba arruinado, como siempre.

   Yo: Mi avión sale a las diez, ya voy en camino por si quieres ir. 9:21 A.M

   Mamá: ¿Y qué quiere que haga?, que le vaya bien. 9:23 A.M

   Limpié las lágrimas con enojo. Estaba harta de llorar, cansada de soportarla y exhausta de amarla. Nunca había sido ni sería suficiente para mi madre. No podía vivir a su sombra ni podía seguir sobreviviendo a su lado con miedo a que una mueca o un silencio fuera tan sólo el preludio de la guerra que jamás terminaba.

   No permitiría que arruinará mi día. Iba a ser un nuevo comienzo para bien o para mal.

   —No le hagas caso, se le pasará. —Aseguró mi padre. Él era muy bueno, pero a su vez muy indiferente, casi omnisciente, demasiado gris. 

   Me despedí de él con una mezcla de emociones que no había esperado. Se suponía que no debía sentir ese vacío en el estómago ni esa sensación de que el corazón se partía en dos, sin embargo, no podía esperar a estar tan lejos como era posible. El tiempo para abordar fue agobiante ya que pensé más de lo que debía en mi madre. ¿Por qué siempre hacía lo mismo? ¿Por qué razón alguien tendría hijos que no desea? Jamás la entendí y esperaba no hacerlo nunca. 

   Con el último llamado para abordar un poco de pánico me atacó y el mundo se mantuvo en silencio por unos segundos. ¿Qué estaba haciendo?, ¿De verdad iba a tomar ese avión?, ¿Iba a cruzar el país para poder ser libre porque no tenía el valor de enfrentarme a mi familia? No era la persona lista de la familia, pero sí la obstinada, y ya no había vuelta atrás. 

   Entré a ese avión decidida a tomar el mando de mi vida. Cuando subía la maleta una anciana me interrumpió. 

   —Disculpa, ¿Podrías subir la mía? Ya no puedo subir las cosas como antes.

   —Por supuesto. 

   —¿Qué es lo que te atormenta, querida? —Cuestionó la señora al sentarse a mi lado. ¿Tanto se notaba lo mal que la estaba pasando? 

   —Unos cuantos problemas familiares...

   —¿Qué te hicieron para que estés tan triste?

   —Digamos que no están de acuerdo con que viva al otro lado del país. 

   —No los tomes tan en serio. No tomes nada tan en serio, deja que la vida fluya. Al final lo que cuenta es que estés feliz con tus decisiones.

   —Ojalá fuera tan fácil. —Sabía que ella tenía razón, pero no podía simplemente fluir de un día para otro. 

   Pasamos las horas de vuelo conversando sobre ella. Resulta que después de una vida de preocupaciones ahora pasaba viajando por el mundo. Quedamos en tomar un café cuando volviera a la ciudad ya que solo iba de paso esta vez. 

   Al pasar por las puertas del aeropuerto una euforia invadió mis venas. El futuro era muy brillante y meramente de mío. Subí al primer taxi que encontré y disfruté del corto recorrido. 

   El edificio, mi edificio era hermoso. Estaba rodeado de unos árboles con flores violeta y el piso estaba decorado con esos pétalos. Entré al lugar tan feliz que ni siquiera la fila para que me dieran la habitación me molestó.