Si Decides Marcharte (+21)

Capítulo XV

Canción: Home - Bruno Major

   Por suerte hoy no tenía que trabajar, me avisaron anoche que tomarían el día para actualizar el negocio con la nueva dueña. Corgi dormía pacíficamente a mi lado. 

   Siempre pensé que el amor era un mito, ¿Cómo podías volverte loco por alguien hasta el punto de no ver sus defectos? Vamos, que eso era irracional ¿Ver a alguien dormir? Eso era de acosadores, y ahora aquí estaba yo viéndolo dormir tranquilamente, es que no me cansaba de mirar ese rostro y pensaba en lo afortunada que era de tenerlo. La vida era una broma, pero era una buena, una que en este preciso instante me encantaba. 

   —Despierta, Ratoncita —una oleada de gratitud y felicidad me golpeó al ver que me había hecho desayuno—. ¿Cómo dormiste?  

   —Bien, ¿y tú? —Me pasó mi plato y se sentó a mi lado. La avena se veía deliciosa, el chocolate tenía marshmallows y crema chantilly. Por primera vez en años, lo comí con gusto, sin la sombra de mi madre acechándome no tenía que preocuparme por cada caloría que ingería. 

  —Bien. Estaba pensando que en un rato podemos ir a hacer el mercado, y de paso comprar unas plantas, este apartamento necesita algo de vida, ¿No crees? 

   —Suena bien, quizás unos cuadros. —Él pensaba seriamente en la decoración del departamento con un bigote formado por la crema, lo que me hizo reír, era adorable. 

   —¿De qué te ríes? —Interrogó confundido.

   —Es que tienes un muy sexy bigote. —Tuvo que analizarlo varios segundos para entender a qué me refería. 

   —¿No quieres un sexy vaquero o mejor aún, un sheriff? —Movía las cejas para parecer más sensual. Negué con la cabeza, pero ahora estaba riéndome más fuerte. 

   —Tú te lo pierdes, me voy a duchar. Termínate eso. —Me dio un beso, por suerte se limpió antes. 

   Recogí los platos y me fui a lavarlos, la cocina se encontraba acomodada por lo que no duré mucho en desocuparme. Me senté en el taburete, él tenía razón, el piso no tenía más que los muebles básicos y algún aparato de juegos de los chicos. Parecía uno de esos apartamentos de muestra, ignorando uno que otro desorden, por supuesto. Un llamado en la puerta me distrajo, generalmente en la recepción no dejaban pasar si no tenían autorización, mis padres no necesitaron eso porque yo había llamado a informar que venían. 

   —¡Abre, por favor! —Gritó desde la ducha, posiblemente esperaba algo.

   Me levanté y abrí un poco temerosa, me tuve que recordar una vez más que aquí estaba segura, y los últimos sucesos se debían únicamente a la presión a la que había estado sometida. Un mensajero estaba al otro lado de la puerta con una ramo enorme de tulipanes de un magnífico color amarillo.  Probablemente se equivocó de apartamento,

   —Buenos días, ¿Dahlia Brenton? —Una sonrisa apareció en mi rostro, jamás había recibido flores, mucho menos unas tan hermosas.

   —Soy yo. 

   —Fírmeme aquí, por favor. —Firmé y me entregó el ramo, mi ramo. 

  Olían delicioso y traían una tarjeta. 

De: Corgi. ♡

Para: La Ratoncita. ♡

   Las coloqué en un vaso grande con agua, necesitábamos un  florero. 

   George apareció a mis espaldas en toalla y me abrazó. 

   —¿Te gustaron?

   —¡Están preciosas, gracias! — Su toque era suave y delicado.

   —Me voy a vestir, ¡apresúrate! Es tu día libre y quiero que lo aprovechemos al máximo.

   —Espérame quince minutos.

   —Te espero toda la vida si quieres.

   Ya habíamos hecho las compras, el Saltamontes casi se lleva todas las plantas que se podían usar en la cocina, ahora teníamos que hacer un huerto en algún lado de la sala, también llevamos unas cuantas meramente decorativas, unos cuadros y un florero para mi ramo. Como siempre me ayudó a subir al auto, se le veía feliz, prendió la radio y tarareo la canción.

"Cause we're just you and me
We drink and laugh and dance 'til three
I have everything I need when I'm with you alone
Home is where we stay all night
No roof above our starry sky
I'd lie here 'til the day I die
And our time together's flown

I don't need to build a house of stone
Wherever you are is where I call home

And I know I've made mistakes at times
Every now and then I've made you cry
For that I'm sorry
They were few and far between
We're closer now than we've ever been
You know I'm sorry

I used to wonder why I'm here
No rhyme no reason would appear
Since we've met, it's loud and clear
I'm here to see you home ".

   —¿Qué es lo que quieres preparar? —Me comentó que quería intentar un nuevo platillo.

   —Salmón escalfado con champaña.

   —Wow... eso suena elegante. —Me miró con ternura por el comentario.

   —¿Qué quieres hacer? Podemos ir a cenar, quedarnos descansando, ir a la playa, spa, lo que quieras, es tu día libre.

   —Vamos a la playa y luego al departamento.

   —Perfecto. —Su mano acarició mi mejilla.

   Estábamos en pleno otoño, el aire era frío en contraste con el poco calor que nos proporcionaba el sol, pero era perfecto. Extendió una sábana que había en el auto, sacamos unas golosinas y nos sentamos.

   Cerré los ojos disfrutando de la suave brisa en mi rostro, el sonido del mar era relajante. En ese momento comprendí que eso era la felicidad, éramos felices. Tenía lo que había anhelado tanto, un empleo, estudios, personas maravillosas a mi lado, amor y estaba segura, aunque hubo momentos no tan preciados aquí en Chicago al fin era feliz...

   —¿Al final probaste tu laptop? —Le pregunté. Él estaba en la cocina admirando sus nuevas plantitas y yo estaba en el taburete.

   —Sí, funciona bien, pero tengo que pedirle a Seth que le pase los documentos.

   —Si quieres yo los puedo pasar. —La tecnología no se me daba tan mal.

   —Eres toda una genio. —Me dio un beso en la cabeza y fue por las computadoras.

   Los chicos no habían estado en unos días o si llegaban era para dormir y salir, no sabía el motivo, de todas formas no era como que sufriera mucho por estar a solas con mi Corgi.

   Puso las dos portátiles en la banqueta y comenzó a cocinar. No era una experta, pero las conecté por Bluetooth, y fui seleccionando archivos para enviarlos, pero una carpeta en específico llamó mi atención "Ratoncita", entré en ella, mi cabeza y pecho dolió, mi respiración se agitó, vi puntos negros, iba a vomitar.

   —¿Qué sucede, Princesa?