Capítulo II

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Canción: Carmen- Lana Del Rey

Mckenzie

   Todas siguieron a Lay quien iba directo a la parte de las piscinas. Delta Gamma Beta era una fraternidad pequeña, tenía tan sólo alrededor de cincuenta alumnos mientras que en la mayoría tenían entre cien y doscientos miembros, y que fueran tan pocos sólo podía ser una de dos opciones: la hermandad apestaba o era demasiado exclusiva. Bueno, podían suponer cuál era Delta y por qué uno de los requisitos era pertenecer a una gran línea de old money.

   Lay se detuvo junto a un banquete de drogas y alcohol. Tomé una botella de vodka para ambientarme un poco, sería una larga noche.

   —¿Quieres? —Me preguntó la rubia haciendo referencia a las pastillas que sostenía.

    —No, alguien tiene que cuidarlas, sobretodo a las nuevas.

   Todas tomaron la pastilla. Dahlia dudó un poco, pero al final también lo hizo. Adoraba a Lay, pero la situación me molestaba. Cuando hacían cosas así sólo podíamos terminar la noche de una manera; con muchos problemas, y ahora no sólo íbamos a ser nosotras, sino que también se estaban involucrando las nuevas. Sí, las nuevas, no conocía tan bien a Elodi. Al principio era sólo la amiga de Luke, pero Emery la comenzó a frecuentar.

   Una hora había pasado y ellas ya estaban bailando de una forma lerda y burda.

   —Amiga, necesito vomitar. —Emery me miró con ojos suplicantes.

   La tomé como pude y la llevé al baño, la senté junto a la puerta mientras se desocupaba. Al menos la píldora no la había puesto agresiva. Se podía decir que Emery tenía fuertes cambios de humor y drogarse sólo los empeoraba.

    —¿Sabes que hay como veinticinco baños en este lugar? —Replicó Sara quien era mi compañera en una clase. La chica no me toleraba porque el año pasado me pagó para entrar al equipo de porrismo y no la metí. Alguien tenía que enseñarle valores. 

   —¿Sabes que hay como veinticinco habitaciones para que no tengas que follar en el baño? —Sara hizó una mueca de asco que de inmediato se volvió en una de satisfacción cuando sentí calor en mi pie y no tuve que mirar para saber que Emery me acababa de vomitar.

   Cuando por fin un chico salió, la arrastré al baño y la puse en el inodoro para que terminará de vomitar mientras limpiaba mi pie en el lavamanos. Sí, sí sabía que no era higiénico, pero me importaba mi pie no los idiotas que vivían ahí. No podía definir en palabras cuan repugnante era la situación, y como luché para no golpear a Laylani.

    Tuve que sostener la cara de Emery al vomitar porque ella no podía hacerlo por su cuenta. Estaba segura que si no la sostenía se ahogaría en el inodoro.

   Abrí la puerta en busca de alguien que pudiera ayudarme a llevarla arriba.

   —Easton, Easton, ¿Podrías ayudarme subirla? Por favooor. —Lo miré con cara de cachorro para que se apiadará. Easton era un buen muchacho, amable y maduro.

    —Sí, pero esto te deja en deuda conmigo. —Me sonrió maliciosamente con sus cejas bailando mientras alzaba a la pelirroja como si fuera peso pluma.

   Me limité a hacerle cara de hastío
Sabía perfectamente a lo que se refería ya que compartíamos unas cuantas historias, si es que les podían llamar así.

   —Saca la llave, está en mi bolsillo trasero, —me ordenó y yo la saqué. Su trasero seguía tan firme como la última vez. —pueden quedarse aquí toda la noche. Si necesitan algo, llámame.

   —Gracias, Bat. —Respondí mientras él salía de la habitación.

   La acomodé de lado para que no se asfixiará con su vómito al estar sola. Cerré la puerta con seguro y bajé buscando a las demás, sólo para no encontrarlas. Vi a lo lejos como Luke se llevaba a Elodi. Estaría bien, se criaron juntos. Ahora sólo tenía que cuidar a tres. Me dirigí a la parte trasera buscándolas.

   —¿Dónde mierda están? —Grité hacía el dúo de idiotas que jugaban con unos shots. Kage me miró y se burló, era insoportable, Seth señaló al techo. Dirigí mi mirada hacia dicho punto y ahí estaba Laylani, sentada tranquilamente mirando a las estrellas como si no estuviera en un puto techo.

   Corrí hacía donde estaba, podía entrar fácilmente desde la ventana de una de las habitaciones. Me acerqué a la ventana y logré ver que había cambiado de posición; ahora tenía la cabeza colgando para mirar hacía el suelo. Me quedé paralizada en ese instante. ¿Qué se supone que debía hacer?, ¿Debería sólo tirar de su pie?, ¿Tendría que hablarle para no asustarla?

  Me subí y tomé su pie. De un momento a otro me encontraba intentando no soltar su pie mientras colgaba del techo. Mis manos temblaban y sudaban. Se me estaba resbalando y no tenía la fuerza para subirla. Con cada segundo que pasaba ella me arrastraba  un poco más hasta casi llegar al abismo. Intentaba mejorar el agarre, pero temía que si soltaba una mano tan sólo un segundo para mejorarlo, la otra no lo hubiera resistido y terminaría cediendo. Sentí como alguien me tomaba de la cintura, al mismo tiempo que otras manos se posaron en mis manos. Jagger y Ty subieron a Laylani. Brizzen me devolvió a la habitación y me abrazó. Sin darse cuenta sollocé. Fue lo más aterrador de mi maldita vida.

   Cuando recuperé un poco la cordura debió de haber pasado al menos una hora.

   —Perdón, perdón es que fue demasiado. —Dije entre sollozos.

   —Estás bien, no te preocupes. —Tomé su rostro entre sus manos y limpió las lágrimas con sus pulgares. Recorrió la habitación con la mirada, y estaban completamente solos.

   —Las llevaron al cuarto de Easton, ven. —Le dio la mano y la llevó a la cocina. La fiesta se había acabado, sólo quedaban algunas personas y los de la Fraternidad que en su mayoría eran los del equipo de Fútbol.

   —Esto te calmará un poco, —le acercó una taza de té con una pajilla. Aún temblaba demasiado—. pareces un pequeño venado.

   Realmente debía parecerse a uno. Lloró tanto que sentía sus labios hinchados.

   —Un pequeño payaso dirás, gracias... por lo de allá arriba.

   —Bueno, mira el lado amable ahora tienes una historia fantástica que contar. Debes de estar cansada, vamos a que veas a tus amigas y descanses un poco.

   —No quiero incomodar, puedo quedarme en el apartamento de una amiga.

   —No, ya es una decisión tomada.

   —¿Dónde está Dahlia?

   —¿La otra chica?, George la está cuidando.

   Emery seguía en la posición que la dejó roncando como un oso y Lay tenía su frente en las rodillas mientras lloraba.

   —Lay, cálmate. Solo no más pastillas, por favor.

   Se despertó por unos movimientos bruscos en su hombro.

   —Mckenzie, vámonos ya. Son las nueve de la mañana. —La rubia la miraba suplicante.

   Me levante sin replicar. Solo quería ir a mi habitación y tratar de superar la cruda moral. Quedar casi colgando del techo y luego llorar como magdalena no era mi estilo.

   —¿Por qué no nos quedamos un poco más?

   —Ayer vomitaste en mis zapatos al frente de todos, por si no lo recuerdas.
—Emery se levantó de inmediato. En el pasillo vio que Dahlia salía de otra habitación, su rostro estaba golpeado.

   —Dahlia, ¿Qué te pasó? —Ella la miró dudosa, parecía debatir entre irse o responder.

   —No lo recuerdo. —Sentenció y empezó a caminar sin esperar una respuesta. Estaba muy lastimada, su labio estaba partido y morado al igual que su ceja.

   Solo esperaba se haya resbalado por ahí o algo por el estilo.

Si Decides Marcharte (+21)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora