El sabueso & la chica nube

X. Adiós a los días libres

— ¿¡Caesar!? — exclamaron al unísono, sabiendo que de ser realmente el involucrado en el caso, sería algo realmente grande. Él era uno de los tantos ministros que tenía el gobierno, si lograban hacerlo caer a él, podrían comenzar a desenmascarar lentamente a todo el resto de corruptos que se encontraban insertos en grandes cargos.

— Claro, eso explicaría la calidad del papel en la que venía la amenaza hacia Nami... — murmuró Usopp, sintiendo un leve escalofrío.

— Usopp, encárgate de hacerle llegar un informe a Nami explicando todo lo que acaba de pasar. Necesitamos que esté al tanto de la información, recordemos que es ella la que está a cargo de este caso... Y procura que nadie más sepa la información que acabamos de obtener. Ya saben qué hacer con los prisioneros — y diciendo esto, el Jefe Jimbe se retiró de la salita con una profunda preocupación reptándole por la espalda; temía que pudiesen meterse en problemas con los que no pudiesen lidiar tan fácilmente. No por nada los casos que se le entregaron a la chica estaban en la carpeta de "clasificados". 

Luego de haber logrado obtener el nombre del posible sospechoso tras las desapariciones gracias al informe de su compañero, Nami comenzó a presentir que nada bueno vendría tras ello. Sentía que a cada instante había ojos puestos sobre ella, al acecho, esperando encontrarla sola o desprevenida para atacar, por lo que tomó la decisión de empezar a dormir en la oficina. Quizás estaba actuando cobardemente, pero si le ocurría algo a ella durante el desarrollo del caso, quedaría estancado y sería una advertencia para quienes quieran seguir trabajando en el tema. Además, temía que también pudiesen hacerle daño a los compañeros de trabajo que habían sido designados para cuidarla, aún cuando ella explicitó que no necesitaba protección. 

— ¡Nami! Llegó una carta para ti. Esperemos que no sea como la última... — bromeó Robin, apareciendo de sorpresa en su oficina. 

— Gracias por traerla Robin. ¿Quieres abrirla por mi? No veo ningún remitente, así que seguramente va a ser como la última amenaza. Estos cobardes, son tan inútiles que no sirven ni para hacer amenazas reales — se quejaba la chica mientras veía a su compañera extraer la nota que venía dentro del sobre.

"Te habíamos mencionado que el gato se murió por curioso y lamentamos que no nos hayas tomado en serio. ¿De casualidad tendrás alguna relación con una guapa reportera de cabellos celestes? Algo bajita, con una hermosa piel y enormes ojos castaños... Mediante este medio te entregamos nuestro más sentido pésame, pues dudamos que logres dar con su paradero."

— Vivi... ¡Tienen a Vivi! Mierda, no se me ocurrió contactarla para prevenirla —exclamaba Nami, mordiendo nerviosamente una de sus uñas.

— ¿Tienes su número? Quizás la secuestraron con móvil y todo, si le enviamos un mensaje, Zoro puede rastrear su señal y quizás demos con su paradero — explicó Robin, posando una de sus manos en el hombro de la pelinaranja para intentar calmarla. 

Rápidamente se dirigieron donde el peliverde, explicaron la situación y, utilizando la laptop del chico, enviaron un mensaje aleatorio y esperaron. Mientras tanto, Zoro tecleaba palabras y rastreaba imágenes en diferentes pantallas posicionadas en su enorme escritorio, hasta que por fin dieron con lo que parecía ser la señal de la chica.

— ¡Sí! Mira, parece que dimos con su ubicación, gracias al cielo que su teléfono no estaba apagado... ¡Muchas gracias Zoro! De verdad, gracias — exclamó la pelinaranja, anotando velozmente la dirección que habían localizado en su móvil; necesitaba llegar a ella lo antes posible. 

Prepararon refuerzos, se alistaron previniendo un enfrentamiento con agentes de Caesar y emprendieron la marcha hacia lo que parecía ser las afueras de la ciudad, sector en donde estaban las industrias abandonadas producto de la inflación.