Zack Holister es un cantante conocido mundialmente, cada vez que comienza un show le hace tributo a su cantante favorito: Bruno Mars.
En un show ve a una bonita chica, y desde entonces empieza a verle el sentido a las canciones de ese cantante.
•His...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
7|If I knew
Bailey White
Mis lágrimas no tardan en caer.
No quiero irme, pero no me siento segura aquí...
Zack es famoso, Frida es cantante y es mil veces más bonita que yo, ellos se deben entender de maravilla y yo aquí encerrada en esta casa.
Dejo la carta y, con lágrimas en los ojos, voy a mi habitación a agarrar mi maleta. Me duele esto, pero creo que es lo mejor para mí, y para Zack.
En unas horas estaré en Detroit nuevamente y haré como que esto no pasó, como que no me enamoré de él. Como si no existiera. Aunque no puedo, pero lo intentaré.
El avión aterriza, dando paso a mi cuidad. Bajo y en unos asientos a lo lejos veo a mis madres, ambas preocupadas. Hace unas horas las llamé y les dije que estaría en Detroit, y sin preguntar ellas aceptaron a recibirme. Aunque ellas no viven aquí, viven en una cuidad cerca, no dudaron en venir por mí.
—Madres— me lanzo llorando a ellas, y ambas fruncen el ceño.
—Oye, Ley, ¿qué pasó linda?— mi madre, Tatiana, se separa de mí y acuna mi cara en sus manos, su preocupación y confusión es notable.
—¿Podemos ir a mi apartamento? Quiero contarles— respondo, mis lágrimas comienzan a caer.
Llegamos a mi apartamento y dejo mi maleta en mi habitación, mi vieja habitación que hace meses no pisaba. Vuelvo a la pequeña sala, ambas están confundidas. Entonces empiezo a hablar.
—Los medios me vieron con Zack— anuncio, y con eso, sus caras de confusión de transforman en una mueca de lastima.
Les cuento todo, desde que nos vieron en ese restaurante hasta que a Zack le pidieron que finja una relación con esa cantante.
—¿Por qué escapaste?— indaga mi madre, Vidma.
—Me sentía... inferior— respondo, jugando con una pulsera que tengo en mi brazo.
—¿Inferior de qué?
—Mamá, esa chica es mil veces mejor que yo— sollozo—. Él de seguro iba a enamorarse de ella y me dejaría a mí.
—Cariño— me dice ahora mi otra madre—, te dijimos mil veces que eres preciosa y no debes rebajarte— niega con la cabeza, como si lo que acabara de decir fuera una tontería.