Capítulo 21

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Joaquín miraba por la ventana de su apartamento. La vista era magnífica, lo mejor que la ciudad tenía que ofrecer. Las calles estaban en su apogeo con la verde promesa de la primavera. Los vendedores estaban ocupados ofreciendo sus artículos ante el continuo río de gente que caminaba rápidamente para hacer sus cotidianos negocios.

Joaquín levantó el rostro al sol y cerró los ojos mientras absorbía el bienvenido calor.

—¿Quiere llevarse esa bata consigo?

Joaquín se volvió para mirar a su asistente, que sostenía una bata azul de seda oriental que su padre le había comprado en China.

—Sí, guárdala —dijo—. Puedo usarla en la piscina.

Joaquín revisó su maletín por enésima vez para asegurarse de que había guardado todas las cosas necesarias. No era que fuera a necesitarlas, pues planeaba quedarse en casa y fuera de la vista la mayor parte del tiempo. Se iba a quedar en la casa que su padre tenía para descansar, relajarse... y olvidar.

Los dos meses que habían pasado desde su «escapada a las montañas», nombre con que los medios continuaban refiriéndose al tiempo durante el que convivió con Emilio, los pasó tratando de eludir a la prensa.

Durante las primeras semanas, contuvo el aliento esperando que por algún lado publicaran sus fotos desnudo. Cuando no ocurrió, volvió a caer en un estado incómodo de espera hasta que cayera la siguiente gota... aunque quizá Emilio le había dicho la verdad... al menos acerca de las fotografías.

Eso no quería decir que los periodistas lo hubieran dejado en paz. El anuncio de su padre de que Joaquín había reconsiderado sus planes para casarse con Mauricio Mariscal solamente había activado a la prensa en su ya maniática persecución de todo lo que tuviera que ver con Joaquín Gress.

Emilio había resultado afortunado. Joaquín no había sabido de él desde que desapareció de la habitación de su villa la noche que fueron rescatados.

Se decía que no le importaba, que él era un mentiroso y muchas otras cosas más.

Pero su corazón le contaba otra historia.

Incapaz de detenerse, se tragó su orgullo y llamó a Eddy Ryan para saber dónde estaba.

Parecía que no había desperdiciado el tiempo en pedir dinero prestado a Eddy para tomar ese avión a África el día después de su rescate. Por lo que Joaquín sabía, no había regresado.

Joaquín estaba decidido a superar su dolor. Su situación era imposible y lo había sido desde el principio.

Después de todo, en realidad sólo había conocido a ese hombre durante dos días de su vida. Emilio no debería consumir sus pensamientos de esa forma.

Ya era hora de que tomara alguna medida para atar los cabos sueltos y poner todo eso en su correcta perspectiva.

Los dos últimos meses los pasó ocupado entrevistando a gerentes para su fundación. Era sorprendente ver cuánto trabajo significaba donar dinero.

Tuvo que encontrar un espacio para oficina, contratar personal y estudiar solicitudes de donativos sin fin, de organizaciones benéficas. Ese negocio ocupaba demasiado tiempo y se sentía agradecido por el trabajo. Lo forzaba a pensar en algo más que en sí mismo... en algo más que en Emilio.

Pero en ese momento necesitaba escapar. Se había estado descuidando y había perdido peso y sus amigos lo habían animado a que se fuera a Los Ángeles para descansar. Joaquín no deseaba estar tan lejos de su joven organización, así que eligió la famosa y estrecha franja de paraíso a lo largo de la costa sur.

Natural| Emiliaco| AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora