Por qué has tenido que hacer eso? -le preguntó Fluke a Ohm en cuanto Mild se fue-. ¡Imagínate lo que estará pensando Mild ahora!
-¿Qué estará pensando? -le preguntó Ohm.
-Que anoche estuve en tu casa.
-Y lo hiciste.
-¡Pero no en ese sentido! -protestó Fluke.
Ohm se frotó la frente.
-¿En ese sentido? ¿Es eso un eufemismo para hablar de sexo?
-¡Sabes de sobra que sí! -exclamó enfadado.
-Entonces, ¿quieres que le diga a Mild que no nos acostamos?
-¡No! ¡No quiero que le digas a Mild nada!
-Entonces, ¿quieres que piense que pasamos la noche juntos?
-¡No! -exclamó cada vez más enfadado-. ¡Olvida todo lo que tehe dicho!
Fluke respiró hondo, se puso un par de guantes y lo miró de reojo.
-Muy bien, a trabajar -le dijo con firmeza-. Así es cómo lo hacemos aquí.Ohm lo escuchó con media sonrisa en el rostro. No era asunto suyo si Fluke tendría algo con Mild o no, pero sí quería saberlo. Creía que ese tipo de información podría llegar a interesarle.
* * *
Ohm le había dicho que sabía podar, pero Fluke decidió explicárselo de todos modos. No sabía cómo lo hacían en Italia y no pensaba confiar sus preciadas vides a cualquiera sin decirle cómo quería que las podara.
Empezaron juntos con una misma fila de vides, cada uno a un lado de las plantas, cortando los brotes y quitando todo lo que hubiera más allá del segundo nudo de cada rama. Mientras trabajaba, vigilaba a Ohm. Si veía que no se le daba bien, pensaba echárselo en cara enseguida y asegurarse de que estuviera en el siguiente vuelo de regreso a Italia.
Ohm estaba podando las vides en el lugar correcto, pero era muy lento. Aminoró su propio ritmo para poder seguir vigilándolo, pero le ponía muy nervioso no poder llevar un ritmo normal cuando sabía todo el trabajo que tenían por delante.
Susurró una disculpa a las vides al ver que a Ohm se le caían las tijeras.
-¿Pasa algo? -le preguntó Fluke.
-Se me han resbalado, eso es todo -le dijo Ohm sonriendo.
Sintió un poco de esperanza al ver que no era tan bueno como les había asegurado.
Trató de decidir cuánto tiempo debía darle antes de acusarlo de no saber hacer su trabajo. Esperaba que no le pusiera las cosas demasiado difíciles y que admitiera pronto la derrota. Porque si iba a tardar tanto tiempo en podar, casi prefería hacerlo todo él mismo.
A Ohm se le volvieron a caer las tijeras de poda y maldijo entre dientes.
-¿Problemas?
-Me falta algo de práctica, eso es todo.
-En cuanto te des por vencido, me lo dices. Prometo no echártelo en cara.
-De eso nada -repuso Ohm mientras tomaba de nuevo las tijeras y seguía podando.
Pocos minutos después, se dio cuenta de que ya no tenía que ir más despacio para seguirle el ritmo a Ohm. Pudo ir cortando al tiempo que él. Seguía vigilándolo de cerca, tratando de ver si trataba de escaquearse o hacer mal y deprisa el trabajo, pero tenía que reconocer que su poda era impecable, tan segura como la suya.
Cuando llegó la hora del descanso matutino, ya habían terminado juntos las dos primeras filas. Dejaron las tijeras en un cubo y se tumbaron sobre una estera que Mild les había dado. También les había llevado una cesta que Inn había preparado para ellos. Ya había desaparecido la niebla de entre los árboles y el cielo estaba casi libre de nubes.
Fluke no podía dejar de pensar en cómo iba a poder sobrevivir las siguientes seis semanas con ese hombre a su lado, sabiendo que podía hacer el trabajo que había prometido hacer y sabiendo lo que eso significaba para el futuro de Vinos Natouch.
La única esperanza que le quedaba era que estallara en las revistas del corazón otro escándalo con alguno de los hermanos Thitiwat como protagonista.
Sabía que, tratándose de esa familia, no era mucho pedir, pero
últimamente no estaba teniendo demasiada suerte.
-¿Qué le pasa a tu abuelo? -le preguntó Ohm de repente.
Le sorprendió su pregunta y lo miró sin entender.
-¿Cómo?
-¿Por qué está en una silla de ruedas? ¿Por qué la necesita?
-Tuvo un accidente con un quad. Llegó a demasiada velocidad a un bache, volcó y el vehículo le aplastó la cadera. Pero la verdad es que tuvo suerte, podría haber sido mucho peor.
Ohm se quedó callado unos segundos.
-¿Se pondrá bien?
Fluke lo miró con suspicacia.
-¿Qué es lo que te preocupa? ¿Acaso crees que no lograrás tu ansiado contrato si le pasa algo a mi abuelo?
-¿No te has parado a pensar que a lo mejor lo preguntaba por puro interés? ¿Porque me preocupa su bienestar?
Se sintió algo avergonzado al haberlo atacado de esa manera.
No sabía qué le pasaba con ese hombre, pero con él siempre estaba a
la defensiva.
Tomó la taza de café caliente entre sus manos y sopló para enfriarlo antes de contestar.
-Si hace los ejercicios que le han mandado, se recuperará del todo -le dijo Fluke-. Podría volver a andar antes de la cosecha.
-¿Por qué no los ayuda Mild con la poda?
-No le gusta y no se le da bien, pero lleva muy bien la tienda y el cuidado de las ovejas.
-Bueno, ¿cómo te parece que lo hago yo?
Fluke tomó el termo para servirse más café y lo observó de reojo.
Ohm estaba apoyado sobre un codo y parecía tan relajado sobre esa manta como si fuera algo que hacía cada día. Sabía muy bien cómo lo estaba haciendo, no entendía por qué se lo preguntaba.
-Bueno, he visto cosas peores -le concedió Fluke.
Ohm se echó a reír. Fluke frunció el ceño y le dio una taza de café. Aunque le costara admitirlo, le gustaba el sonido de su risa. Y eso que sabía que se estaba riendo de él.
-Un gran elogio viniendo de ti -le dijo Ohm mientras se quitaba su nuevo sombrero y lo dejaba en el suelo.
Vio que se pasaba las manos por el pelo y se estremeció al recordar cómo era sentir esos largos dedos en el cabello. Bebió un sorbo de café mientras se imaginaba de nuevo lo delicioso que sería sentir esos dedos en su piel. No podía evitar pensar en ello, aunque odiaba hacerlo.
-¿Fluke?
Aunque había estado a punto de tomar otro sorbo de café, se detuvo para mirarlo.
-¿Sí?
-Te he hecho una pregunta.
-¡Oh! Lo siento -repuso Fluke sonrojándose.
Esperaba que el color de sus mejillas no lo traicionara. No podía permitirse que él se imaginara en qué había estado pensando. Sabía que le encantaría saberlo, pero no iba a darle esa satisfacción.
No terminaba de entender lo que le pasaba. Ese hombre no le gustaba y creía que no tenía sentido que fantaseara con esas manos.
-Te decía que he visto que hablas contigo mismo mientras trabajas, lo haces todo el tiempo.
-¿Qué? No, no lo hago.
-Pero te he oído. Hablas sin parar.
-Pero no hablo conmigo mismo.
-¿No?
-No -se defendió Fluke -. Les hablo a las vides.
-¿Les hablas a las vides? -repitió Ohm.
Se encogió de hombros y lo miró desafiante con sus grandes ojos cafés, como si estuviera provocándolo para que osara decirle que era un chico muy extraño.
-Claro que sí. ¿Hay algo malo en eso?
-¿De qué les hablas? -preguntó él tratando de contener una sonrisa-. ¿Del tiempo?
-A veces sí -respondió Fluke con seriedad.
A Fluke no le gustaba sentir que Ohm se estaba riendo de él.
Sabía que se le daba bien lo que hacía y no sentía la necesidad de defender sus métodos. No eran muy convencionales, pero era así como siempre lo había hecho.
-Conozco estas plantas desde que nací. Es como si fueran mis amigas. Y, como pasa con las amistades, les gusta escuchar si las veo bien o no. A veces necesitan una palabra de ánimo... -le dijo Fluke levantando orgulloso la cara hacia Ohm-. ¿Tan difícil es de entender?
Ohm lo miró con los ojos entrecerrados.
-¿Por eso te llaman el Mago del Vino, porque consigues comunicarte con las vides?
Fluke hizo una mueca mientras terminaba su café y guardaba la taza en la cesta.
No quería tener que darle explicaciones de ningún tipo.
Aún seguía enfadado con él. Había demostrado ser un excelente
podador, tal y como les había asegurado. Y le molestaba más aún
saber que, si seguía al ritmo al que iba, tarde o temprano iba a
adelantarlo con las vides. Eso sí que le iba a doler.
Y no quería ni pensar en lo enfadado que estaba consigo mismo porque, aunque no quisiera admitirlo, había disfrutado mucho descansando y tomándose con él un café sobre esa manta.
-Es un apodo estúpido -susurró Fluke levantándose y sacudiéndose los pantalones para quitarse unas hierbas que en realidad no estaban allí.
El caso es que no quería seguir hablando del tema.
-Tenemos que seguir trabajando.
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Los Thitiwat: La Tentación del Indomable
FanfictionBienvenidos al Thitiwat de Sídney! Ohm Thitiwat nunca se había regido por las normas de su familia y no pensaba empezar a hacerlo a esas alturas de su vida. Pero el nuevo director general de los hoteles Thitiwat necesitaba que Ohm consiguiera un co...