Capítulo III

467 68 1
                                    

Esto es ridículo!
Ohm Thitiwat  parecía cada vez más desesperado.
Llevaban toda la tarde hablando sin llegar a ninguna parte.
Ohm había estado vendiéndoles las bondades de su oferta, resaltando siempre que tenía ocasión las ventajosas condiciones del contrato.
Su abuelo lo había escuchado con entusiasmo, pendiente de cada una de sus promesas, pero Fluke... Él había estado sacando punta a cada detalle del contrato, empañando siempre que podía el entusiasmo de Ohm y encontrando todo tipo de defectos en el acuerdo.
Habían hablado durante horas, pero la firma de Ohm era aún la única sobre el papel.
No había sido fácil negarse.
Fluke tenía que reconocer que la oferta de Ohm Thitiwat sonaba muy bien. Les había tratado de vender el contrato convenciéndolos de que era el mejor trato que iban a conseguir en la vida y les había prometido mucho dinero. Entendía que, para su abuelo, esa oferta le pareciera un sueño hecho realidad, la culminación de lo que había sido el trabajo de toda una vida.
Si pensaba solo en los beneficios económicos, se trataba de una
oportunidad increíble, pero eso no implicaba que fuera a conseguir
que se doblegara y aceptara la oferta.
Creía que había cosas más importantes que el dinero y no se
quitaba de la cabeza lo que les había pasado años atrás, cuando alguien había estado a punto de arruinarlos arrastrando su nombre por el fango. Sabía demasiado bien el daño que podía llegar a hacer la mala publicidad.
En ese caso, debía tener en cuenta que la oferta procedía de la familia Thitiwat, un apellido que había estado unido a escándalos de todo tipo durante años. No le parecía inteligente hacer negocios con ellos y no entendía por qué su abuelo no lo veía así.
El helicóptero que había llevado a Ohm al viñedo había terminado por marcharse sin él y no se le había pasado por alto que, aunque se había mostrado impasible durante la negociación, había contemplado con cierta tensión en su cuerpo cómo se iba su medio detransporte.
Cada vez apretaba más los labios y fruncía más el ceño. Le daba la impresión de que estaba tratando de controlarse, que dentro de él había un volcán a punto de estallar.
Y había terminado por entrar en erupción cuando su abuelo se apartó de la mesa de negociaciones diciéndoles que regresaría poco
después. Antes de que Fluke pudiera preguntarse qué habría ido a
buscar, Ohm lo sorprendió con un puñetazo en la mesa y poniéndose en pie.
-Esto es una pérdida de tiempo -gruñó mientras se acercaba a la chimenea-. No estamos consiguiendo nada -agregó pasándose los dedos por el pelo.
Después, se dio la vuelta para mirarlo y le clavó sus fríos ojos negros.
Una vez más, se quedó sin respiración ante la imponente presencia de ese hombre. No dejaba de sorprenderle su altura y el poder que parecía emanar de su cuerpo. Tenía una capacidad
increíble para hacer que se concentrara solo en él.
-¿Qué problema tiene conmigo? -le preguntó irritado.
El teléfono comenzó a sonar en ese instante, pero solo un par de veces. Supuso que su abuelo habría contestado la llamada desde su
despacho.

Mientras tanto Ohm seguía mirándolo fijamente y con mucha hostilidad en sus ojos.
Tuvo la tentación de sonreír, pero pensó que no era buena idea hacerlo. Aun así, le gustó ver que estaba poniéndole las cosas difíciles a ese hombre tan arrogante. No iba a permitir que se fuera de allí con la satisfacción de haber conseguido lo que quería.
No, sabía que era mejor no sonreír, no quería provocarlo, pero tampoco pensaba agachar la cabeza.
-A mí me parece que no soy yo el que tiene un problema.
-¿Eso cree? Pues a mí me parece que es el chico más obstinado, intransigente y testarudo que he conocido en toda mi vida.
-¡Vaya, gracias!
-No era un cumplido.
Fluke lo miró levantando las cejas y con un gesto de fingida sorpresa.
-¿No? Bueno, yo prefiero tomarlo como tal.
Ohm resopló y se alejó de el. No le extrañaba que Fluke Natouch viera cualquier comentario como un cumplido. Vistiéndose con esa ropa de trabajo tan amplia y poco favorecedora, suponía que no
recibiría a menudo ningún tipo de halago.
Se acercó de nuevo a la chimenea. Necesitaba que firmaran ese
contrato y estaba empeñado en conseguirlo. Se negaba a que ese chico le ganara la partida, un joven que lo había tratado desde el primer momento como si fuera su enemigo.
Pero no sabía qué hacer para que cambiara de parecer.
Al anciano había conseguido convencerlo, lo tenía en el bolsillo.
Pero a Fluke...
Pensó de nuevo en el abuelo y se dio la vuelta para mirarlo.
Tenía que usar todas las armas y decidió usar otra táctica aprovechando que estaban solos.
-¿Por qué se opone a este contrato? -le preguntó directamente-. Está claro que a su abuelo le interesa. ¿Por qué se niega a firmar?
Fluke se cruzó de brazos. Su lenguaje corporal le dejaba muy claro hasta qué punto se negaba a dar su brazo a torcer. Pero ese gesto de desafío le había revelado algo más. Algo tan inesperado como la transformación de su cara cuando sonreía.
El gesto había conseguido que se fijara en su pecho. No podía evitarlo. Bajo esa camiseta ancha y recta con el logotipo de Vinos Natouch había un cuerpo con curvas. Y el calor de su ira se transformó en otro tipo de calor, sintió cómo respondía su cuerpo, su traicionero cuerpo.
-Porque creo que podemos conseguir ofertas mejores -respondió Fluke por fin.
-¿Mejores ofertas desde el punto de vista económico? -le preguntó con incredulidad.
-Puede que le sorprenda saber que hay más en la vida que el dinero, señor Thitiwat. Estamos tratando de construir una marca de prestigio. Ya hemos logrado que nuestros vinos consigan varios premios y queremos seguir por ese camino. No quiero hacer nada que ponga en riesgo la calidad de nuestros productos ni su buena fama.
-¿Así que está dispuesto a rechazar nuestra oferta porque tiene miedo?
Fluke se puso de pie con ímpetu y lo miró con ojos desafiantes.
-Puede llamarlo miedo o como quiera. Para mí, es una decisión basada en la experiencia. Ya tuvimos un problema en el pasado y no pienso caer en el mismo error. ¿Acaso cree que su empresa es la única que ha sabido ver el valor de nuestros vinos? Hace diez años, alguien muy rico trató de comprar los viñedos y nos ofreció mucho dinero.
De hecho, les había ofrecido algo más, pero Fluke prefería no pensar en eso. Se le revolvía el estómago al recordarlo.
-Al final, mi abuelo rechazó su oferta y ese hombre hizo todo lo que pudo por arruinarnos. Publicó críticas horribles sobre nuestros vinos y la empresa. Estuvo a punto de echar a perder todo lo que habíamos construido, amenazó las buenas relaciones que habíamos tenido hasta entonces con nuestros distribuidores y con nuestros clientes más fieles -le dijo Fluke con ímpetu-. Hemos tardado diez largos años en reconstruir nuestro prestigio. Por eso me niego a firmar ese contrato. Su familia tiene más probabilidades de aparecer en las revistas del corazón que en los periódicos financieros.
Sus mejillas estaban sonrojadas y apretaba los puños con fuerza. Sus ojos, que tan fríos le habían parecido al principio, ardían tanto como el fuego de la chimenea. Era como si Ohm lo estuviera viendo por primera vez. Le pareció un chico extraordinario.

Los Thitiwat:  La Tentación del IndomableDonde viven las historias. Descúbrelo ahora