Trampa

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Miró fijamente con esos ojos teñidos al escarlata a los revoltosos. Ella estaba atada a una silla con hilos que apretaban la piel, seccionándola de sus huesos casi con el más sutil e imperceptible movimiento.

Seguramente estos hilos poseían una especie de pacto o truco mágico.

Jamás había visto esta clase de poder.

Una mujer aparentemente despiadada, la miró sobre el rabillo derecho de su ojo zafiro.

-Tch- Escupió la fémina una vez que miró los ojos rojos.

-Hay que darse prisa - Murmura una voz debajo de una tela negra que adorna un cráneo de calavera.

-Entendido- La mujer de ojos azules se aproximó a la otra, ella era rubia y de melena corta hasta los hombros.

Un movimiento y todo está hecho.

La araña de ojos zafiro espeluznantes mira sin expresión a su compañero, mientras una chica vestida de negro y jeans azulados con una cruz invertida que cuelga de su cuello aparece.

-¿Por qué han tardado tanto?

-Casi acabamos con ellos.

-Estaba a punto de utilizar tácticas más persistes de tortura, pero no ha sido necesario. Estos huesos no fueron tan difíciles de roer – murmura el hombre de baja estatura.

-Es hora de partir- la voz de Komachine es como un ruido dentro de un vaso de agua medio lleno.

Hilos que se estrechan y sangre fluye sin fin.

-Shizuku, a limpiar.

-Déjamelo a mí - Sacando una aspiradora divertida, la mujer absorbe el exceso de sangre derramada en el piso de baldosas. Minutos después, toma dos pares de ojos escarlata de los cadáveres recién drenados de vida.

Ahora, orbes radiantes y carmesíes flotan en un líquido de aldehído metílico.

La fémina de cabellos negros coloca suavemente los recipientes en una caja muy grande junto a otros de ellos -listo, acabamos.

El hombre bajo sonríe ligeramente, confiado, bajo su ropa cubriendo la boca - ¿dónde está Danchou?

Su compañera de cabello rosado señala en una dirección, seguramente esto responderá la pregunta.

Un bosque cálido queda atrás, el aire se espesa atrayendo ráfagas heladas. Nubes grises aparecen y se posan en el cielo del atardecer que cae, instantes posteriores a la cacería, desde los algodones del cielo se permean gotas de agua helada.


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Un sobreviviente que tiene en claro una misión...

Las alarmas están sonando con fuerza, sus oídos palpitan dolorosamente con cada chirrido.

El Kurta se mueve ágilmente hasta la puerta que momentos antes del estallido usó, pero está cerrada.

Invoca a una de sus cadenas: Radiestesia. Golpea la cerradura. Nada sucedió.

"¿Cerrado?... ¡¿utilizaron nen?!"


Su mente se acelera en el mismo momento en que activa gyo. Efectivamente, la cerradura está reforzada con nen.

Kurapika gira sobre sus talones, más histérico que meditabundo, mira a su alrededor. No hay salidas ni ventanas o una ventilación útil. Nada.

Su corazón desesperado palpita contra su pecho. La velocidad de sus latidos aumenta poco a poco.
No sabe qué hacer. No sabe qué sucederá.
Sus manos están apretadas en puños y vacías.

Iris escarlatasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora