𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 8: 𝓣𝓮 𝓭𝓮 𝓠𝓾𝓮𝓻𝓸𝓼𝓮𝓷𝓸

281 45 12
                                    

Actualmente la vida en South Park era basarse en lamentarse continuamente y no buscar soluciones, los problemas cada vez más incrementaban haciéndose imposibles de resolver. Infidelidad, asesinatos, romances, drogas, alcohol, fiestas, estudios siendo destruidos salvajemente por decisiones estúpidas carentes de lógica. Como antes decían Clyde y Craig: Vivir en South Park es estar en el infierno mismo. ¿Mala suerte? No, no es así, no importa quien seas siempre terminará tu vida hecha pedazos. Estando en el suelo llorando internamente, Craig buscaba soluciones vagas en el techo, analizando cada parte de su vida buscando una única vez dónde tuviera lógica o sentido dándose cuenta que no existía tal momento, en nadie mejor dicho. Desde pequeño ha vivido aventuras jodidamente peligrosas como acusar a sus padres de violadores para jugar ser un astronauta libre hasta terminar en Perú dónde termino enterándose que descendía de dioses incas. Alguien que viviera en New York, Canadá o cualquier puto país no viviría cosas así y bien lo decía él "Los niños caen de sus bicicletas, patean balones, no terminan fuera del país salvando la ciudad de cobayos gigantes". Con el pasar de los años todas sus aventuras terminaron y eso le hacía feliz, ya no se preocupaba por juegos infantiles pero desgraciadamente entró a una etapa en la que deseas volver a ser pequeño: era un adulto.

Estar en la edad adulta resultaba ser más difícil, siempre vio a sus padres disfrutar haciendo idioteces con otros, ¿Por qué él no podía gozar del alcohol y hacer estupideces sin verse mal? Ellos lo hacían cada maldita noche. Terminaría matando su cerebro si seguía dándole vueltas al asunto entonces prefirió levantarse, ir a su closet, sacar maletas vacías y empezar a llenarlas de ropas suyas bien dobladas acomodando pantalones y playeras separadas. Durante este proceso la madre del pelinegro entro silenciosamente a la habitación viéndolo arrodillado haciéndole caso a la orden anteriormente dicha. La madre no pudo evitar mostrar desagrado ante tal acción, Thomas obligaba a Craig irse y estaba completamente segura de que no dio opciones. Por otro lado, Laura Tucker llevaba un buen tiempo sin entrar a dicha habitación sorprendiéndose del cambio drástico causando emociones melancólicas pues su único hijo varón había crecido demasiado y ella no pudo percatarse, es decir: Laura no aceptaba el crecimiento normal de su hijo, para ella Craig siempre sería un niño pequeño quien necesitaba protección del asqueroso, egoísta e impuro mundo. Era tarde arrepentirse pero no para disculparse.

¿Tan rápido haces tus maletas...? — pregunto la madre desanimada —

Sí. Papá quiere salir temprano. — Respondió siendo apático — 

Ya veo... ¿Y tú estás acuerdo en irte? — Se acercó y arrodillo viendo las prendas —

¿Tengo más opciones? Si me niego será peor.

Perdóname... Debes comprender que las cosas aquí están de cabeza. — Comenzó a acomodar la ropa — Tu padre solo quiere lo mejor para ti.

Siempre ha sido así pero ustedes jamás lo vieron. Ningún adulto lo ve, ni siquiera yo que apenas entre a esta edad... — Suspiró sin dejar de arreglar la maleta —

Bueno, ser adulto conlleva a tener diferentes perspectivas de la vida, no podemos seguir haciéndonos ilusiones como lo hacen los niños, nuestra imaginación ya no sirve. — Sonrió levemente — También debemos de tomar nuestras propias decisiones por más alocadas que sean... ¿Cómo está Tweek?

¿Hmm? ¿Por qué me preguntas por él? No hemos hablado, terminamos hace un año, ¿recuerdas...?

¿De verdad? ¿Entonces dónde está tu chullo? El único que lo podía usar aparte de ti era Tweek...~ — Afirmó entre pequeñas risas burlonas —

𝓐𝓶𝓪𝓻𝓰𝓪 𝓥𝓮𝓻𝓭𝓪𝓭Donde viven las historias. Descúbrelo ahora