¿Se puede morir de aburrimiento?
No estoy muy seguro.
¿Se puede morir mientras estás en clase de Historia Universal?
Indudablemente.
Volteé para ver qué rayos estaba haciendo Klein, y no me sorprendió, estaba dormido con la boca abierta. Ew, y baba.
Decidí arrancar una hoja de mi libreta lo más sigilosamente posible, ya que el señor Mashlow tiene un oído de polilla y escucha absolutamente todo, pero no me importaba ya que él estaba muy metido, y probablemente hasta excitado, hablando acerca de la Segunda Guerra Mundial. Doblé la hoja para hacer un avioncito de papel y lanzarlo a la cara o el ojo de Klein, lo que mi puntería permitiese.
Cerré un ojo y saqué la lengua, probablemente parecía un perro que se asoma por la ventana, pero no te puedes permitir un fallo al tirar un avioncito de papel, y mucho menos si es Klein a quien le vas a pegar con él. Recé un Ave María para la puntería y lancé el aeroplano con mis mejores deseos.
Trágicamente, el mundo me odia. La cosa esa de papel pasó rozando a Klein para estamparse en la sien de Gwen que sí estaba prestando atención. Se escuchó un quedo "uhh" por el salón. ¿Por qué carajos todos tenían que estar atentos a mi lanzamiento? No es que Gwen dé miedo o algo por el estilo -bueno, tal vez, un poco- pero esa chica es hermana de el quarterback del equipo local -que es un gorila- y parece que comparten la puntería. Gwen miró al avión con odio y desprecio, sobó su sien con el índice y el dedo medio, y volteó a ver a su alrededor.
Volví a rezar un Ave María, pero esta vez por mi vida.
Fue el imbécil de Connor -un chico delgado y rubio con mucho acné en su cara- el que me señaló con su dedo acusador; Gwen me miró y sonrió. Uf, iba a sobrevivir éste día. Me senté correctamente en el pupitre, pero seguía mirando de reojo a Gwen, ella estaba tomando notas. Peligro esquivado.
¡Choca esos cinco! dijo mi conciencia.
Y los choqué, por que mi conciencia era genial y caliente como yo.
Sentí un golpe en el lado derecho de mi cara. Miré en dirección a Gwen y una sonrisa de satisfacción adornaba su rostro. ¿Ven? No bromeo cuando digo que la chica tiene buena puntería, y prueba de ello es que estoy sentado a un lado de la ventana y la bola gigante que estampó mi rostro pudo haber salido volando por allí, pero no, golpeó su objetivo.
Miré la insignificante bolita de papel y la tomé, la desarrugué, arranqué un cacho y escribí.
Me dolió.
-Hasso
Desperté a Klein contra su voluntad, bostezó primero y me miró con mala cara, pero lo interrumpí al pasarle el papel.
-Dáselo a Gwen -susurré-. Ya después me contarás tus sueños en dónde cabalgas unicornios.
-No te golpeo porque me lo regresas.
Regresé mi atención a la aburrida clase de Historia, revisé como cinco veces de reojo a Gwen antes de que un nuevo trozo de papel aterrizara en mi banca. Un impecable lanzamiento, sin duda.
¿Cómo carajos te va a doler si es papel?
-Gwen, la que tira mejor que tú.
Sonreí al leer su nota. Le di vuelta y le contesté.
¿Quieres otro avión?
-Hasso
No tardó en responder:
¿Quieres mi pie en tu cara?
-Gwen
Me reí tal vez muy ruidosamente, ya que el profesor volteó y me dio la mirada de "Estás muerto."
-Tal vez quiera contarnos qué le hace tanta gracia, señor McVey.
Me daba igual, de todos modos estar en detención era mejor que estar en su clase.
-No, prefiero reservarlo para mí mismo, si no es molestia -frunció el ceño-. Ahora, si me disculpa, tengo que ir a una oficina.
Levanté mi trasero del asiento y caminé para la dirección, pero antes de salir del salón miré a Gwen, que sonreía de oreja a oreja. Le di un guiño y su sonrisa desapareció.
Sin duda, las clases de Historia no volverían a ser aburridas para nada.
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Aviones de papel.
Short StoryHasso lanzó un avión. El avión golpeó a Gwen. Gwen se lo regresó.