Capítulo 13

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No sabía muy bien que le diría a Gwen si despertaba y ella ya estaba despierta, digo, no todos los días me despierto después de haber hecho el amor -esperen, ¿acabo de decir hecho el amor? Jesús, qué gay ha sonado-; de todos modos, ¿qué se supone que dices después, eh? ¿Estuviste grandiosa, vamos por la segunda ronda? ¿O me duelen los arañazos en la espalda pero tu cara es lo más genial que he visto y ahora la llevaré tatuada en la memoria?

Para mi grandiosa suerte ella seguía dormida. Estaba acostada del lado contrario, así que todo lo que veía de ella era su espalda cubierta de lunares, me daba una grandísima tentación tocarla pero tuve que reprimirme por mi miedo a qué decirle, así que todo lo que hice fue buscar mis bóxers en el piso, ponérmelos y bajar a la sala.

Digamos que se me quema hasta el cereal, así que esa era la razón por la cual estaba pidiendo una pizza de peperoni medio desnudo y recostado en el sofá cuando pasitos descalzos se escucharon en las escaleras.

-¿Tienes dedos de queso? -Le pregunté al chico de la pizzería mientras Gwen bajaba con mi camiseta y sus  braguitas; sentí un calambre en mi estómago-. Bien, me pones una orden; y si tienes brownies agrega cinco.

Al verme desparramado en el sofá con mi gordura me sonrió, bien, debo de confesarles algo; no soy un maldito modelo Calvin Klein*, tengo mi pancita de gordo adicto a la comida la cual no me siento muy cómodo mostrando, además de que muchas veces no me gusta andar sin camiseta por ahí, así que me sentía realmente incómodo frente a Gwen, y más con ella siendo tan... Ella.

El chico de la pizza dijo como diez mil cosas más a las cuales ni presté atención, ya que 1) mi pancita me incomodaba y 2) Gwen en bragas y Bowie no son muy buena combinación, estaba haciendo un tremendo esfuerzo para no sufrir una maldita erección frente a ella. Me despedí del Chico Pizza y él lo hizo igual diciendo que si mi orden no llegaba en treinta era gratis, lo cual es una mentira.

-Hola -le saludé, porque eso es educado ¿no? Incluso después del sexo-. ¿Cómo dormiste?

Gwen vino a sentarse a mi lado del sillón, puso su espalda recargada en mi pecho y comenzó a jugar con los bordes de mi camiseta despreocupadamente.

-Hola, creo que dormí demasiado -se giró para mirarme con sus grandes ojos café-. ¿Tus padres no llegaron a dormir?

Ay, estaba tan muerto que nunca se me cruzó eso por la cabeza; volteé discretamente  a la mesita de centro que estaba enfrente de nosotros, la noche anterior ahí estaban las llaves del carro de mamá, y ya no estaban, lo que significaba que habían pasado la noche ahí.

-Vinieron en la madrugada y se marcharon por la mañana -supuse-. Y Cara probablemente esté en casa de una de sus amigas.

-Cara parece buena chica.

Me reí tanto que hasta lloré, Gwen esperó que el ataque se me pasara para después mirarme con malísima cara, que me perdone pero era graciosísimo eso, el que mi hermana fuera buena chica.

-¡Oye, no te rías de Cara! -Me regañó mientras se quitaba de mi lado para marcharse, pero para estas alturas Gwen ya debería de saber que soy Hasso McVey y que nadie me pasa.

La pesqué de las caderas y la senté en mi regazo para acto seguido empezar a hacerle cosquillas y que ella se retorciera en el sillón, chillaba unos ¡Para, para! O  también ¡Esto es mald.... *risas* ...ad!
Al final, yo terminé abajo de ella porque me había apiadado y la había dejado ganar, su cabello ahora estaba hecho un desastre y tenía la camiseta subida hasta la mitad del abdomen; comenzó a reír como loca a lo cual yo tomé ventaja para cambiar las reglas del juego y me puse encima de ella, Gwen aún seguía riendo para cuando yo empecé a depositar pequeños besos por su cara y cuello.
Ella comenzó a juguetear con mi cabello y a pasar las manos por mi pecho, dejé de repartir besos en su frente para mirarla a los ojos, hizo un puchero.

Aviones de papel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora