-Hassiel, recuérdame llevarte de compras alguna vez.
Cara hurgaba entre mi clóset en busca de algo qué ponerme. Como anteriormente había dicho, los exámenes habían comenzado y me la pasaba de lunes a lunes estudiando para ellos, los bellos y dulces profesores habían accedido a darme un lindo tutor para cada una de las materias, ya saben, de esos que se la pasan pegados a ti las 24 horas del día y te sonríen y se les cae la baba, además de toquetearme la mano. Deben saber que me sentí violado durante dos semanas, no solamente por los tutores, si no también por los libros; Kurt Cobain tenía razón: nadie muere virgen, la vida nos coge a todos.
Fue el jueves -un día antes de quedar con Gwen para la feria, lo que nos lleva este momento en el que Cara me lanza jeans y playeras- cuando mi mamá me encontró llorando en el piso de la cocina comiendo totopos, y dijo que me tomara un respiro... y doscientos dólares de la cartera de papá.
-¡Por fin! -mi hermana volteó sosteniendo contra su pecho plano unos jeans oscuros y playera azul claro-. Ve y cámbiate.
Me lanzó la ropa y me metí en sólo bóxers al cuarto de baño.
-¡Y CUANDO SALGAS NO TE QUIERO VER CON TUS JODIDOS BÓXERS DE OSOS POLARES!
Dejé la ropa en la taza del baño y salí otra vez en bóxers, puse las manos sobre mi cadera y la encaré.
-¿Qué tienen de malo mis bóxers de ositos polares?
Cara me dio la mirada de la perdición.
-Que los usas todos los días.
-Eso es mentira -caminé hasta el buró donde guardo mis bóxers y ella me siguió, lo abrí-. Tengo cinco pares de bóxers por cada modelo. Así que uso cinco días ositos y otros cinco días otros.
Cara se cruzó de brazos.
-Pues a mí no me importa si tienes cinco osos, no te dejaré salir de la casa si los osos cubren a Bowie.
Levanté las cejas, ¿cómo sabía el nombre de mi pene?
Ella rodó sus ojos café claro.
-Fue Klein.
Maldito bastardo mal nacido. Tomé unos bóxers negros de Pepe Jeans y fui otra vez al baño.
[...]
Si debo de admitir algo es que mi hermana tiene un buen sentido de qué combina y qué no. Me revisé en el espejo una última vez antes de salir, mi cabello negro estaba despeinado y mi cara perfecta como siempre. Algunas personas (Cara, coff, coff) dicen que mi ego no me llevará a ninguna parte, pero si soy honesto, la modestia es sólo para personas feas... y Cara.
-Ya está todo en la cajuela -dijo mi hermana al mismo tiempo que entraba en la casa. Arrugó la nariz al verme-. Eso no irá -acercó sus huesudos dedos a mi labio inferior y comenzó a desenroscar el piercing con sumo cuidado, cuando terminó el del labio fue por el de la ceja-. Listo -retrocedió un poco de la misma manera que un pintor hace para admirar su obra maestra-. Ya vete antes de que comience a llorar.
Rodé los ojos. Cara dramática. Tomé las llaves de sus manos, le di un beso en la mejilla y las gracias, salí para el coche que estaba estacionado frente a la casa. Algún día tendría que llenarle el tanque, pero pobre se nace no se hace.
[...]
Klein estaba sentado como niño pequeño con un algodón en una de las oxidadas bancas de la feria, justo frente al carrusel. Volteó cuando me vio y sonrío, sus dientes estaban morados, le robé un cacho de algodón.
-Las chicas están en el carrusel -mordisco-. ¿Quieres bajar de una vez las cosas, o al rato?
Miré al carrusel.
-Si te parece ahora, mi dulcinea, prepararemos todo.
Klein me enseñó el dedo medio y se levantó de la banquita haciéndola crujir; a nuestro paso al auto encontramos a unos cuatro chicos -dos chicos y dos chicas- del colegio con los cuales jugamos bromas y hacemos actos rebeldes, así que estuvieron encantados de ayudar -más las chicas- con la declaración de amor cursi y chocolatosa.
A las 7: 25 todo estaba listo frente a la rueda de la fortuna. Kevin y Marilyn sostenían una caja de pizza de peperonni -porque Hasso bien romántico- que decía "¿Quieres ser mi novia, o es esto muy cheese?" Además de una tarjetita blanca que tenía escrito con Sharpie "Si aceptas, toma un pedazo". Michael y Angela tenían los brazos llenos de cajas y bolsas con chocolates. Probablemente engordaríamos como diez kilos, pero bah, tendríamos mucho que hacer -si alguna mente pervertida a parte de Klein sabe de qué hablo, que choque esos cinco.
Eran las 7:28 cuando Gwen y Charlie aparecieron por la entrada de la rueda de la fortuna. Charlie había teñido sus puntas rubias de azul, así que parecía una de esas chicas que encuentras en We Heart It, y más con ese gorrito gris hipster. Tal vez suene demasiado cliché y que es una cabeza hueca, pero la chica me agrada, así que no importa que tan Tumblr suene, ella tiene mi bendición. Seguida de la rubia-azulada venía Gwen con el cabello recogido en una coleta, una blusa de manga corta azul cielo y unos jeans negros eran su vestimenta. Dios bendiga a mi hermana.
Charlie jaló de la muñeca a Gwen y en el camino le dijo algo parecido a cierra los ojos o algo así, porque la castaña los cerró. Debo decir que a estas alturas yo ya sentía que alguien bailaba el Harlem Shake o Turn Down For What... o quizá G.D.F.R en mi estómago. Las manos me chorreaban de sudor al igual que la nuca, y por un momento no pude hablar; me quedé pensando en qué pasaría si me decía que no:
Yo: El hipotálamo de Hasso quedaría destruido.
Yo: Quedarías humillado frente a la feria.
Yo: Bueno, al menos en la feria no hay tantas personas.
Yo: Pero mira a tu alrededor, estúpida conciencia, hay mucha gente.
Yo: Pero no hay tantas.
Yo: Pero y las ratas.
Yo: ¿De qué diablos hablas?
Yo: Ah, no sé.
Yo: Éxito nivel conciencia, bien hecho.
Yo: Te haré decir algo vergonzoso.
Yo: Lo haces a diario.
Fue un codazo el que interrumpió mi conversación con mi sensual pero estúpida conciencia. El codazo venía de Klein. Gwen seguía con los ojos cerrados -bueno, Charlie le estaba tapando los ojos. Tomé aire, revisé todo por última vez, me planché la camiseta con las manos, y pasé una mano por mi cabello en un intento de arreglarlo. Ave María, ampárame noche y día.
Charlie quitó sus blancas manos del rostro oliváceo, y Gwen abrió los ojos. Sentía la gota de sudor bajando por mi espina dorsal. Inhalé y exhalé. Inhalé y exhalé. Gwen leyó la pizza. Inhalé. Me miró. Exhalé. Sonrió.
-Bueno, Hassiel -comenzó-. Es demasiado quesoso, pero es de pepperoni -se acercó a la pizza y tomó un pedazo-. Así que es un sí.
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Sé que tardé mil años, but no podía dejar de pensar que no era lo demasiado quesoso... se corrigió como diez veces, ¡espero que les guste!
besos y abrazos de pepperoni, nath.
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Aviones de papel.
Short StoryHasso lanzó un avión. El avión golpeó a Gwen. Gwen se lo regresó.