Capítulo 10

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Estábamos en el coche de Klein, nadie había dicho una palabra desde que me tuvieron que sacar a rastras de casa de Elena; Gwen había bajado con Klein al Seven Eleven para conseguir una bolsa de hielos para mi mano y dulces para todos. Podía ver a Charlie por el espejo retrovisor frunciendo la boca y mirando a todos lados menos al frente, o al menos, a mi asiento. Suspiré, vaya que la había cagado.

— ¿Char? —Procuré que mi tono sonara bajo.
Ella se tomó su tiempo en responder, parecía estar debatiendo si me respondía y qué ganaría al hablar conmigo. Suspiró y se hundió de hombros.

— ¿Sí, Hasso?

Traté de voltearme en el asiento para verla.

— ¿Cómo está Gwen?

Miró por el parabrisas al interior de la tienda.

—Está bien, creo; no ha dicho nada, pero no está muy feliz que digamos. No le gustan las peleas —se mordió el interior de la mejilla y bajó la vista—. Gwen tenía un hermano.

—Sí, Luke.

Charlie negó con la cabeza y alzo la vista, relajó sus hombros.

—No, otro; Kurt Cobain.

— ¿Cómo Nirvana?

Charlie puso los ojos en blanco.

—Su padre ama todo de Nirvana, Green Day y Guns N' Roses, si fuera por él, Luke se llamaría Axel Rose y Gwen Slash Nimrod —sonrío—. Pero Dios tuvo compasión y no dejó que Natt les pusiera así, bueno; Kurt era el prototipo de chico universitario de fraternidad, iba a muchas fiestas y le agradaba a todos, al igual que peleaba. Un día Kurt se metió con la gente equivocada, bueno, golpeó a quien no debía; y pues no les hizo mucha gracia y lo molieron a palos literalmente. Es por eso que a Gwen no le agradabas, porque le recuerdas mucho a Kurt, y cuando comenzó a sentir cosas hacia ti... eso la confundió muchísimo. Después de convencerla como diez mil veces que tú no eras Kurt, decidió « dejarlo fluir » pero si soy honesta no creo que esto « siga fluyendo » después de tu espectáculo.

Charlie calló al mismo tiempo que Gwen y Klein salían riéndose del local, mi amigo se metió en el copiloto y ella en el trasero.
Él puso una bolsa en mis pies.

—Tus hielos, me debes cinco dólares —se volteó hacia atrás—. Y tus dulces —dijo entregándome una bolsa de Skittles—. Estos son por el buen derechazo que metiste.

Me guiñó el ojo, bueno, al menos mi amigo no estaba enojado, Gwen sería otra cosa.
Comía pacíficamente mis Skittles mientras Klein buscaba en su radio algo que escuchar, paró en Sweet Home Alabama.
No sabía a dónde íbamos hasta que entramos a mi vecindario, ¿Char se quedaría con Klein? Oh Cristo.
Mi mano ya no se sentía tan hinchada, ahora sólo los nudillos me dolían como el culo; fue un golpe espectacular pero el chico —que más tarde me enteré que se llamaba Nash— tenía la mandíbula dura.
Klein estacionó frente a mi casa.

—Te toco mañana para venir a robar comida —dijo a modo de despedida.

—Ajá —me contorcioné para poder despedirme de Charlie—. Buenas madrugadas, Charlie, Gwen.

No me detuve en Gwen por miedo a ver su mirada de decepción. Bajé del auto y caminé hasta la puerta de mi casa con mi bolsita de hielos medio desecha. Cuando estaba buscando las llaves para abrir escuché una puerta abrirse, volteé. Era Gwen. Venía caminando hacia mí, se detuvo a tres pasos.

—Hola.

—Hola —medio sonrió.

La miré. Tenía el maquillaje medio corrido por el tiempo, el cabello algo alborotado y ojos de gatito. Mordió su labio inferior.

Aviones de papel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora