Maratón (2/5)
— Veo que otra vez no me dejaras pasar- dije sonando amenazante – Bien entonces veamos quien es más rápido – saqué un pedazo de lechuga de mi mochila, que había sido elegida para la ocasión. En mi mente conté hasta tres y tiré lo más lejos posible el pedazo de lechuga y comencé a correr las escasa dos cuadras que me separaban del edificio Pledis.
¿Quién me perseguía? Un pastor alemán que se escondía en una casa abandonada cerca del edificio, un día mientras iba a la empresa, salió de la nada y me arrebato una bolsa con carne y lechuga que llevaba para los chicos, así que lo perseguí hasta un callejón donde soltó la bolsa y solo comió lechuga.
Desde esa vez lo nombre Lechuga por obvias razones y cada mañana que pasaba por ahí me impedía el paso, y miraba amenazante; así que cada mañana le llevo un pedazo de su alimento preferido.
El era muy rápido, en menos de un santiamén se había devorado la "planta" y ahora corría tras de mí, divisé la puerta principal y vi que los chicos estaban bajando de sus camionetas. Lechuga ladraba con fuerza y cada vez estaba más cerca de mí.
— Buenos días chicos – les grito cuando pase en frente de ellos sin dejar de correr.
— Hola HaN... - no terminaron al frase al ver quien me seguía.
Las puertas automáticas se activaron y entre sana y salva al edificio, o eso creía, cuando voltee "victoriosa" unos 30Kg me cayeron encima, Lechuga había entrado, me miró fijamente y comenzó a lamerme toda la cara, haciéndome cosquillas.
— ¡Ya! – le dije riendo – Tu ganas bonito – y le di otro trozo de lechuga que traía en la mochila.
Cuando alcé la vista vi a todos los miembros observándome.
— Que bonito – S. Coups y Vernon se acercaron a acariciarlo.
— ¿Es tuyo? – pregunto JiHoon.
— Pues no exactamente, solo le doy de comer a veces – respondí.
— ¿Y como se llama? – dijo Hoshi mirándolo.
—Lechuga.
—¿Lechuga? – pregunto Jeonghan – que ridículo nombre para un pastor alemán.
— Y eso que... además a él le gusta – le conteste al mismo tiempo que le daba un golpe en el brazo.
— HaNuel.
— Oh, DongSun – me levante sin dejar de acariciar al perro.
— HaNuel sabes que los animales están prohibidos aquí, por favor sácalo.
— Pero...
— Además puede llenar el lugar de pulgas.
— Vamos el no tiene pulgas, bueno solo unas poquitas.
— ¿¡QUÉ!? – dijo Seventeen al unisonó, alejándose del animal.
— Ay, ya por unas pulguitas no se van a morir, no sean niñitas – dije sarcástica.
— HaNuel... sácalo de aquí y sube a la oficina, quiero hablar contigo- dijo DongSun retomando su camino.
Entre a la oficina de mi padre, que de costumbre no estaba, solo estaba, otra vez como siempre su asistente, que se encargaba de los pendientes de la oficina mientras el Sr. Han, hacia... lo que tenía que hacer.
— Bien y ¿qué es lo que me tienes que decir? – dije sentándome en la mesa que era para las juntas y DongSun se recargo en el escritorio de papá.
— HaNuel... ese mueble es muy caro, ¿podrías bajar tu trasero de ahí? – rodee mis ojos y me baje para después sentarme en una silla como la gente normal – Gracias... bien seré breve, tu papá me pidió que te comunicara que te compro un departamento un piso debajo de Seventeen, quiere que te mudes ahí lo más rápido. Ya todo esta amueblado, solo falta que pasen tus pertenencias de la recamara.
— ¿Es enserio? ¿Me están corriendo de la casa?
— No te esta corriendo, si lo hiciera no te daría un departamento para ti sola.
— No, quiero estar en la que creía mi casa... ¿Por qué me quiere sacar, eh? ¿Ahora soy un "problema" como todos dicen?
— Por supuesto que no, tu padre te quiere, pero supongo que quiso darte un regalo, eres su única hija, así que...
En ese momento entro mi padre con otros señores.
— Papá, ¿cómo esta eso de que quieres que me salga de la casa – dije dirigiéndome a él.
— HaNuel, no ves que estoy ocupado, hablamos luego – me dijo siguiendo de largo a su escritorio.
— ¡NO! Hablamos ahora, de todos modos, tú siempre estas ocupado o al menos siempre lo estas para mi – dije molesta.
— De acuerdo, te mudas hoy mismo de la casa, y no es una pregunta, es una orden.
— ¿Y si no quiero?
— Ja, no es que quieras o no, ya está hecho, en este momento tus cosas ya deben ir en dirección al departamento. Así que es todo y sal de mi oficina ¡YA! – dijo mi padre levantándose y golpeando el escritorio.
Aprete mis puños y salí de allí, subí a la azotea y ahí salieron las lágrimas que estuve reteniendo por un tiempo, me senté en la acera y abrace mis piernas, hasta que alguien se paro justo en frente mío, alce la vista y vi que era Wonwoo.
— ¿Qué quieres? – le pregunte indiferente, tratando de limpiar mis lágrimas, mientras me paraba.
— ¿Por qué llorabas?
—¿Qué te importa? – le respondí mientras me abría paso a la puerta.
— No deberías de ser tan grosera con las personas que solo te quieren ayudar – me dijo, y me voltee para verlo.
— Gracias, pero no necesito tu ayuda, ni antes ni ahora te la he pedido y tampoco la he necesitado.
— ¿Por qué eres así, siempre tan agresiva?
— Porque no es de tu incumbencia lo que me pasa, además pensé que no querías que me relacionara con ustedes ¿no? Entonces no tengo por qué decirte mis problemas – el se quedo callado, recordarle lo que me había dicho anteriormente lo había puesto a pensar.
— Te vi salir molesta de la oficina de tu papá.
— ¿Mi papá? A veces me pregunto si de verdad lo es – baje el tono de mi voz, perdiendo mi vista en el horizonte.
— ¿Cómo puedes decir eso? Es un gran hombre, de verdad nosotros lo admiramos y tu lo tienes como papá.
— Ja, claro... un papá no te saca de la que tu crees tu casa, un papá no te compara con alguien más, te quiere tal y como eres, un papá te escucha, te ayuda y trata de comprender tus problemas, un papá no te envía a un país que no conoces y te olvida ahí por 8 años – de pronto me di cuenta de mis palabras y lo que inconscientemente estaba guardando, estaba tratando de no llorar, pero mis lágrimas me traicionaron.
Baje mi cabeza tratando de controlarme y limpiar mis lágrimas, odiaba que la gente me viera llorar, pero me era inútil, las lágrimas salían sin permiso. En ese momento sentí como unos brazos rodeaban mi cuerpo y me acercaban al suyo, un agradable sentimiento me invadió y me hizo sentir segura, algo que antes no había sentido, y eso podría ser que me estaba enamorando de él, eso me estaba temiendo desde el día del centro comercial, había pensado que la adrenalina había causado euforia en mi cabeza, pero ahora me volvía a sentir igual y eso me preocupaba; me solté del agarre y salí corriendo confundida, no podía estar enamorándome de él.