CAPÍTULO 3 1ª Parte El individuo que lo repara

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(Nota mental: Hacer más sutiles, complejos y menos evidentes los simbolismos)

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Narra Eduardo

(13:46 PM)

Él y yo ya habíamos discutido este asunto con anterioridad pero solo de manera superficial y no de manera profunda, y ahora, después de todo lo que me dijo Rey, ya sé por dónde empezar.

Preston:Señor Eduardo, qué agradable sorpresa.

Al parecer contestó en menos tiempo de lo que pensé.

Eduardo:Buenas tardes director, ¿Hoy tiene algo que hacer?

Preston:No, tengo libres unas cuantas semanas más, ¿Necesita mi ayuda?

Esto es oportuno.

Eduardo:Algo similar, quisiera discutir un asunto con usted, ya lo sabe pero sería mucho mejor hacerlo de nuevo en persona.

Preston:Me parece bien, vive cerca, no tardará en llegar, ¿No es así?

Eduardo:Estaré allí dentro de poco.

Preston:Trataré de llegar lo antes posible, hasta entonces.

La llamada terminó con su despedida y me puse a pensar si debería ir vestido o sin nada a nuestra repentina reunión, aunque no había la necesidad de que fuera con ropa debido a que, en sí, no la necesitaba pero quizás debía ir con mi camisa por respeto o algo similar.
Finalmente elegí colocarme mi camisa justo antes de salir y caminar los pocos metros que debía recorrer.

(13:50 PM)

Siempre pensé que era oportunamente ventajoso que viviera cerca del colegio en el que trabajo pero no usaba esa ventaja para llegar más temprano, sino porque simple y sencillamente me quedaba más cerca, tanto como para llegar sin tener que tardar mucho tiempo.

Eduardo:Buenas tardes, director.

Preston:Maestro Eduardo, me alegro de verlo, espero que esté bien y en paz.

Los buenos modales que siempre mostraba en cada situación siempre caracterizaron a ese gran Ursaring.

Eduardo:Gracias; vine a hablar con usted.

Preston:Lo sé, me lo mencionó por la llamada, hay que entrar.

Sacó un llavero de dentro de un bolsillo de su gigantesco traje café que usaba para casi todo, inmediatamente después buscó, entre sus numerosas y pequeñas llaves, la única llave que abriría la parte de su oficina del colegio que dirigía, objeto que encontró casi enseguida por rutina y la usó para incrustarla en la puerta y abrirla.
Entonces ambos pasamos dentro sin cerrar la puerta por no haber necesidad de hacerlo; nos paramos uno frente al otro y reanudamos la conversación que teníamos fuera.

Eduardo:He estado analizando esto desde hace mucho pero hoy hablé con un lejano amigo que me siempre me ofreció la ayuda que pudo.

Preston:Me alegro por usted, es difícil conseguir un amigo así.

Eduardo:Ahora intentaré aprovechar esa ayuda y por eso estoy aquí.

Como él ya lo sabía con anterioridad, Preston entendía que era lo que yo quería decirle.

Preston:Lo entiendo, señor Eduardo, agradezco todo lo que ha hecho aquí y estoy contento de que al fin haya decido lo que quiere de verdad.

Eduardo:También debo darle las gracias, fue alguien con quien hablar más que una autoridad en este colegio.

Eso complico lo puso más contento de lo que estaba además de que era verdad.

Preston:Siempre trato a todos como con empatía y cordialidad.

Después de responder, se dió la vuelta para dirigirse a un estante con la mayor parte lleno de documentos ordenados, de los cuales sacó unas cuantas hojas y las puso en su escritorio, seguidamente abrió un cajón para tomar un bolígrafo de color negro para dármelo mientras hablaba.

Preston:Sabía que algún día renunciaría y, al parecer, fue una magnífica idea prepararme para eso.

Él se movió hacia un lado para darme espacio después de que me entregó el bolígrafo, entonces yo me acerqué al escritorio con el bolígrafo en la mano/pata para agacharme un poco y firmar el documento de mi renuncia sintiéndome totalmente seguro de lo que hacía después de tanto tiempo.

Preston:Quisiera preguntar si ya no le gusta enseñar, se que no está renunciando por eso pero estoy convencido de que hay una razón, o quizá sea porque algún maestro más grande que usted no lo deja en paz, ¿Eh?

Terminé la firma oyendo su simpático chiste y luego respondí a su pregunta no sin antes analizarlo un poco.

Eduardo:No renuncio por eso, es solo que ya no tengo mucho que hacer aquí.

Preston:¿Qué quiere decir?

Eduardo:Me mudaré a Nueva Era dentro de unos días, espero que lo entienda.

Preston:No debería esperar que lo entendía, esa es su decisión y la respeto, aún si no me gustara, ¿Qué es lo que lo llevó a tomar esa decisión?

Aquello era difícil de explicar pero solo tenía que decir una cosa para que lo entendiera al menos superficialmente.

Eduardo:Ya no tengo nada que hacer en esta ciudad, siento que tal vez cumplí algo cercano a un deber.

Preston:Es posible que eso se deba a lo que vivió, dos años de hacer lo casi lo mismo desgastarían a cualquiera, de todos modos le agradezco una vez más el tiempo que pasó aquí.

Me sonrió cálidamente expresando agradecimiento por mis servicios como maestro y, como respuesta, puse la misma cara.

Eduardo:Gracias.

Empecé a caminar con preguntas en mi mente sobre cómo es que me mudaría y cuánto podría costarme, pero antes de que cruzara la puerta, Preston llamó mi atención para, lo que suponía, una última cosa.

Preston:Permítame decirle algo que aprendí.

Me detuve a oír lo que sea que quería compartir.

Eduardo:Con gusto.

Se aclaró la garganta para hablar de mejor manera.

Preston:El tiempo no lo cura todo, el que lo arregla es usted.

Preston es alguien que ya es mayor, ha vivido más que yo y seguramente tiene más experiencia en ciertos temas de lo que yo sé.
Su consejo me hace pensar que este está muy relacionado con algo que vivió y que probablemente sea personal, no se lo preguntaré por esa razón y no quisiera ponerlo incomodo.
Intentaré interpretar su consejo de la mejor manera para aprovechar lo que pueda significar para mí.

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Capítulo dividido porque tuve dos ideas para el título del capítulo y no quería desperdiciarlas, nada se tira.

Segunda parte justo... ahora.

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