Un inicio de día que ya todo mundo sabe.
Mañana en la que la familia salió a hacer sus labores en el pueblo, Mirabel en su mayoría cantándole a los niños sobre su fantástica y mágica familia.
Ese día no se permitieron ni un desliz (pero claro que hubieron muchos) y la presión en todos los Madrigal era casi palpable. El tema que tanto agobiaba a las primas fue callado en un acuerdo silencioso sobre no arruinar nada para el pequeño Toñito.
Afuera, en la entrada, Camilo y Luisa recibían a la gente del pueblo y ayudaban a mantener a los burros dentro del corral.
En la casita todo era felicidad pura y todos los niños parecían disfrutar mucho del ambiente. Los adultos disfrutaban más de los tragos fuertes.
– Los Madrigal son encantadores ¿Verdad, hermanita?
– Si que lo son.
Mariano hacía su aparición sosteniendo los brazos de su madre y su hermana. Daniela lucía un hermoso vestido color menta que se sostiene con un listón blanco atado a su cintura y con un bordado de un verde oscuro. La familia Guzmán fue bien recibida por la abuela Madrigal, quien no dudó en acercarlos directamente a donde su nieta mayor daba un buen espectáculo bailando y lanzando flores.
Se permitió admirar los –ahora– pasos torpes y el cambio de flores rosadas a las rojizas amapolas que brotan de sus manos y llenan su vestido.
De no ser por que Luisa, quien iba cargada de niños, le habló para reunirse junto a Mirabel tras un muro en los pasillos de la casita, ella hubiera seguido viendo a Isabela dando entretenimiento a los visitantes.
– ¿Nerviosas? Anda, que todo saldrá muy bien esta noche.
Todo el pueblo sabía del incidente de la última ceremonia y Daniela no era la excepción.
– Nada de eso, solo nos alegra verte aquí.
– Bueno, ustedes están aquí, todo el pueblo lo está y Toñito es todo un amor como para no venir – fue su respuesta, comprendía que ellas se preocupaban por otra cosa.
– ¡Daniela! ¡¿Donde estás?!
– Mariano me busca. Mucha suerte y abracen a Toñito de mi parte.
Volvió a donde su hermano, este le ofreció su brazo para permanecer al fondo viendo la fiesta desenvolverse. Ya casi estaban todos y podía ver a la abuela Madrigal reunirse con Pepa y Félix en el segundo piso, ya solo esperaban a Antonio para dar inicio a la ceremonia. Abajo, cerca de las escaleras, estaba cerca el resto de la familia.
– ¿Te imaginas que a nosotros nos pasara algo así? Sería fascinante.
– Si, por ejemplo, tu tendrías una maldición en vez de un don. Tu poesía apestaría – se burla de él.
– Golpe bajo, Dani ¡Mi poesía es encantadora! Casi tanto como la tuya.
– Mi poesía no es verbo sin sentimiento, niño.
La ceremonia da inicio cuando aparece el niño Madrigal vestido con un tierno traje blanco y seguidamente, acompañado de Mirabel. A sus ojos, la escena fue hermosa.
Sus ojos resplandecían ante la brillante puerta y vela allá arriba, sin duda, un gran espectáculo y privilegio del que los Madrigal gozan.
A los pies de las escaleras se amontonan los mencionados, ahí si pudo ver con más detalle a la belleza de Isabela. Lleva un vestido folclórico color rosa, con varios encajes y adornos similares a flores, más un ornato con forma de orquídea, pendientes esféricos y alpargatas rosadas. Agregando el muy bien peinado cabello liso que escurre por su espalda.
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Cactus | Isabela Madrigal [Versión Extendida]
Fanfiction[Short-Story - Encanto] La versión original es un One-shot propio. A veces hay que abrazar un cactus. ¿Quien era tan tonto para hacer eso? Pues Isabela lo era y más. Pues no hay nada que te detenga una vez que los pinchazos dulces son lo que más...