Capitulo 05

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Los días lluviosos eran constantes en el encanto, no por los tiempos ni la estación del año, por Pepa Madrigal.

Se hizo costumbre despertar asustado por los truenos o dormirse arrullado por ellos. Como sea, lo único bueno de todo, es que esto favoreció a la cosecha de los agricultores que vendían con entusiasme sus frutas y verduras frescas.

Como siempre, la familia Madrigal hace sus labores en la plaza, aunque estuvieran un poco apurados por la próxima festividad a planear. Curiosamente, ese día tenían un sol resplandeciente que alegró a todos y el entretenimiento que Isabela daba a los niños fue más admirado.

Agustín pide a sus hijas que compren algo de granadilla, el hombre es fan de la granadilla. Desde la supuesta reconciliación de Mirabel e Isabela, la familia les pedía favores que las incluyera a ambas, a regañadientes y con sonrisas tan fingidas como las mentiras de Camilo sobre cuanto comió, se encargan de hacer lo que les piden. Ahora Dolores y Luisa acostumbran a hacerla de intermediarias, en un descuido, podrían verlas diciéndose de hasta que se van a morir.

− ¿Y Mirabel estará en la ceremonia?

−Pobre muchacha, una lástima que tenga que ver todo eso.

− Eso si es que Toñito recibe un don, con las nuevas generaciones no se sabe.

Los comentarios insensibles que se murmuran a espaldas de los Madrigal, no tardan en llegar a cierta trigueña que va acompañada de su hermano con la intención de comprar algo de fruta. Solo quería terminar rápido para irse con sus amigos.

−Toñito tendrá su don y Mirabel es una fantástica Madrigal, tiene más de lo que nosotros podemos pedir − interrumpe con voz monótona − ¿Tienen maracuyá?

− Si, mi niña − le señalan donde puede escoger −, pero no me pueden negar que todo esto genera una gran angustia.

− Las lluvias han de ser por el estrés de Pepa, que tal si a su hijo no le toca un don.

− ¿Podemos dejar de ser pesimistas? El niño tendrá su don − vuelve a intervenir, los vendedores no parecen notar su molestia.

−Ouh si Mirabel fuera lo suficientemente fuerte como Luisa o la mitad de perfecta que Isab-

− Mirabel es perfectamente capaz de hacer más cosas ¿Hay melón?

Ya es costumbre en el pueblo de hacer especulaciones con respecto al día tan esperado y para Daniela ya es costumbre defender a capa y espada a lo que se relaciona a los Madrigal. Se gira y pide a su hermano que escoja unos cuantos aguacates.

Los últimos días no había tenido la dicha de cruzarse con Isabela, lo cual no sabe si agradecer o detestar. Siempre le sería gratificante verla ¿Y a quien no? Pero no puede evitar pensar en la incomodidad que genera en ella, no es agradable ver como busca escapar de ella cada que puede, así que prefiere mantenerse alejada.

Si pudiera, ahora mismo lo hiciera. La cantarina voz aparece y ya busca esconderse detrás de los aguacates que su hermano tantea, este la mira con confusión y se vuelve a quien captó la atención de todo el mercado.

− Isabela, que bueno verte − saluda y se regresa a su labor −, buen día, Dolores.

− ¿Tiene granadilla?

Uno de los vendedores encaja su codo en el costado de Mariano, el muchacho se apresura a señalarle la fruta y ofreciéndose a escogerla. Ahí es cuando Daniela se arrepiente de estarse escondiendo, si Mariano no sabe escoger la fruta. Se hace la tonta para no voltear a verla y retoma el trabajo que su hermano dejó a medias, claro, su oído no dejó de centrarse en la melosa voz. Su muy pequeña, pequeñísima, casi inexistente parte no-enamorada  de Isabela, se queja por la especial atención que recibe.

Cactus | Isabela Madrigal [Versión Extendida]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora