MATTHEW.
Estúpida mujer, ya uno no podía ser amable con nadie, aun no entiendo porque me quedé tirado en ese maldito sofá.
Hacia días que no me daba una baja de azúcar al punto de desmayarme, lo que más me sorprendió fue despertar siendo cuidado por Katherin.
Sus ojos mirándome con preocupación, su caricia, todas esas cosas me confundían, no podía gustarme esa mujer, tenía que sacarla de mi vida pronto y ya tenía una idea de cómo hacerlo.
Baje a la cafetería cercana al edificio, por estar mirándola trabajar se nos pasó la hora del almuerzo y ya tenía hambre.
Al llegar una rubia despampanante con unos enormes senos me atendió, sin lugar a dudas una mujer hermosa, aunque no tanto como Katherin. Maldición saca ese pensamiento de mi mente.
— ¿Puedo ayudarte en algo? — la mire sonriente, claro que podía ayudarme.
— Por supuesto, hay algún lugar donde podamos hablar tú y yo — le dije mirándola sugerente y guiñando un ojo, cosa que entendió de inmediato.
— Claro, ven sígueme — a mi mente vino la imagen de Katherin, pero rápidamente moví mi cabeza para sacarla, estaba seguro que si me desahogaba iba a acabarse la tensión entre nosotros.
Al llegar al baño la choque contra la pared sin ninguna delicadeza y empecé a besar bruscamente sus labios mientras la tocaba sus pechos por sobre la camisa, pero nada, mi amigo no respondía, ella pasaba su mano varias veces por sobre él y no había reacción.
Abrí su blusa y metí mis manos magreando sus pechos a mi antojo, subí una de sus piernas a mi cadera, pero seguía sin reacción alguna, ¡Maldición!
— Ven, te ayudaré — Me recosté sobre el lavabo mientras ella sacaba mi miembro y empezaba a estimularlo con su boca, la imagen del rostro de Katherin vino a mi mente. — Ya está mucho mejor — maldita mujer, ahora hasta para tener una erección la necesitaba en mi mente.
— Mmm Katherin — sentí que se detuvo.
— No soy Katherin, me llamo Camila — le tome su cabello acercándola nuevamente.
— Tu nombre no me importa ni un poco, tu sólo sigue — ella continuó — Así Kathe, sigue así — un rato después me derrame por completo en su boca.
— ¡Si! — ella me miraba sonriente desde el piso.
— ¿Si quieres seguir podemos vernos esta noche? — sonreí burlonamente.
— ¿Seguir? ¿Qué te hace pensar que quiero seguir? Ya hiciste tu trabajo, gracias por tus servicios.
— No me trates como una puta —
— ¿Qué acaso no eres eso? Una mujer decente no anda haciéndole mamadas a un desconocido en el baño de una cafetería — saque mi billetera y tome algunos de los billetes que aún me quedaban lanzándolos a sus pies.
— Gracias por tus servicios —
— Eres un cerdo, imbécil —
Se levantó enojada llevándose los billetes con ella y saliendo del baño mientras se arreglaba su cabello y blusa, atrás de ella salía yo terminando de acomodar mis pantalones.
Mis ojos se encontraron con las verdes esmeraldas de Kathe, me miraba con una mezcla de enojo y tristeza que hizo que mi corazón se comprimiera en mi pecho.
Se levantó de su lugar y salió de la cafetería rápidamente, decidí seguirla, no sabía para que, sólo sé que mi cuerpo reacciono sólo y la seguí.
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Forzando el Amor [Ya en Fisico en Librerias y Amazon]
RomansMatthew Collins un millonario excéntrico que aún vive del dinero de sus padres, vive de fiesta en fiesta y ve a las mujeres como un objeto para satisfacer sus deseos. Hartos de su comportamiento, sus padres deciden ponerle fin a su actitud uniéndolo...