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MATTHEW

La semana al lado de Katherin había sido muy buena, ahora disfrutaba de sus besos y abrazos cada que quería, no que no lo hiciera antes, pero ahora tenían otro significado.

Nuestras noches y despertares habían cambiado por completo, ya no era yo reteniéndola a ella a mi lado de su cintura, ahora era ella quien dormía abrazada a mi torso con su cabeza en mi pecho, y pasábamos varias horas antes de conciliar el sueño en dulces sesiones de besos, que, aunque me dejaban con ganas de más prefería controlarme, no quería presionarla.

Todo iba bastante bien con excepción de las salidas, cada día se iba un poco antes que yo del trabajo y llegaba después de las ocho a casa, son casi cuatro horas que no sé dónde va y es algo que me pone nervioso, no quiero desconfiar de ella.

Como todos los días subí a su oficina a buscarla, tal vez hoy si podíamos irnos juntos, tal vez pasar a comer algo antes de volver a casa.

La oficina se encontraba vacía, y Jen tampoco estaba en el lugar, suspire buscando mi celular para llamarla.

— ¿Hola? — Me contestó con un tono un poco apagado.

— Hola amor, ¿Dónde estás? ¿Quieres ir a cenar hoy? —

— Ahora no puedo hablar Matthew, estoy con mamá, amm nos vemos más tarde ¿sí? — Antes que pudiera contestar ya me había colgado la llamada.

Fui en dirección a casa, apenas eran las cuatro treinta y no tenía que más hacer hasta que llegará Katherin, ya en casa busque el papel con la dirección de la casa de su madre, tal vez podría pasar un poco de tiempo con ambas, así conocer mejor a Amelia, era una mujer dulce y encantadora, o eso fue lo que me pareció los días que la trate.

Llegué a la dirección que mostraba el papel, la casa era muy bonita, con un ante jardín y se veía que tenía patio hacia el fondo, en una ventana había un letrero hecho a mano con el teléfono de Katherin ofreciendo servicios de costura y elaboración de ropa, esta mujer sabía cómo ganarse la vida.

Timbre un par de veces sin respuesta, ¿Habrán salido a comprar algo?, tome nuevamente mi teléfono marcando su número, al tercer tono contestó.

— Hola Matt, ahora no puedo hablar — de nuevo lo mismo.

— Parece que va a llover, te pasaré a buscar para ir a casa, ¿Dónde estás? — escuche la voz de un hombre antes que ella contestará.

— Estoy en casa de mamá, pero no te preocupes, ya alguien me llevará, te veo en casa, un beso —

Mire la puerta de la casa nuevamente, era obvio que no estaba allí, ¿Porque me mentía? ¿Qué escondía?

Volví a casa decepcionado, era posible que me ella me estuviera engañando, y el sólo pensar en eso me ponía de mal humor.

Pasadas las ocho Katherin llegó a casa, tenía la mirada triste y los ojos rojos, posiblemente de llorar.

— ¿Estas Bien? — ella me asintió con la cabeza y siguió de largo hacia nuestra habitación, la seguí de cerca, tenía que saber que pasaba.

— Katherin que sucede? —

— No es nada, es sólo que hable con mamá y va a ser difícil que esté presente en mi titulación pasado mañana —

— ¿Tiene que trabajar? —

— algo así — suspiro y dejó su bolso en la cama. — tomare una ducha —

Me tire boca arriba en la cama, ¿Qué sucedía y por qué me sentía tan ansioso?

El celular de Katherin empezó a sonar dentro de su bolso, me debatía entre violar la intimidad de mi mujer y contestar, o sólo dejarlo pasar. Me tire de nuevo a la cama, confiaba en ella, iba a confiar en ella. El tono pegadizo de la llamada resonaba con fuerza en la habitación.

Forzando el Amor [Ya en Fisico en Librerias y Amazon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora