V. [Un baile, varios secretos]

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- ¿Concederte este baile?, acabo de decirte que no me agradas. - Emma miró a Camilo con cierta ira y le dio un sorbo más a su cerveza, ¿estaba bien que ella tomara de esta manera? Este chico solo le produce estrés.

- Yo te respondí que tampoco me agradas. - El joven apartó la vista de la pelinegra unos segundos para mirar a su abuela Alma Madrigal, la cual estaba mirando a su nieto con atención, ¿qué tramaba esa mujer?, ¿se habrá dado cuenta de lo poco familiarizada que está Emma con el pueblo? - Solo es un baile, Emma.

Emma suspiró resignada, ¿este chico no se cansaba de fastidiarla? La pelinegra miró todo el lugar buscando una salvación, unos cuantos metros la chica vio a un grupo de chicas mirando a camilo y hablando entre si, ¿Enserio les gustó? hay que admitir que Camilo Madrigal es bastante lindo y con una personalidad osada y coqueta pero a pesar de aquello Emma solo sintió fastidio alguno por el, pues era un engreído que parecía querer tenerlo todo a su control. 

- Mira, hay otras chicas que parecen morir por bailar contigo. - Camilo ante las palabras de la chica volteó su cabeza mirando al grupo de chicas, quienes al verlo a la cara pegaron un chillido, ¿a el le molestarían las fanáticas?

- Emma Moreno, nuestro baile será más que eso. - Explicó el muchacho - Nuestro baile será un acuerdo, y ésta es la manera de cerrar nuestro acuerdo.

- ¿Un acuerdo?, ¿Por qué tiene que ser conmigo? He dicho que no me agradas. - Soltó la pelinegra ante la insistencia del muchacho.

- Y yo te he respondido que tampoco me agradas, Dios, parece que estás sorda. - Camilo rodó los ojos incrédulo haciendo que la pelinegra se estresara un poco más.

- ¿Por qué no mejor le dices a las chicas que hacen un acuerdo contigo? - Emma sonaba incrédula, realmente no quería bailar con él.

- Porque ellas si nacieron en este pueblo y no tienen algo que pueda interesarme, Emma.

La pelinegra suspiró resignada, si aceptar este estúpido baile haría que el trigueño la dejara en paz, entonces lo aceptaría rápido. Emma sin ánimos le dio la mano al muchacho que llevaba tal vez unos cuantos minutos extendiéndole la mano.

- El trato es bastante simple - empezó a explicar el mayor mientras bailaba con la chica. - Yo te hago unas preguntas y tú las respondes, guardaré tu pequeño secreto y me deberás un favor que podrás cobrarte en un largo o corto plazo.

- ¿Qué es exactamente lo que quieres que conteste? Ya asume que no soy de aquí. - Emma no era capaz de mirarlo a los ojos, sus ojos eran profundos capaces de desestabilizar a cualquiera, eran peligro.

- No asumo, Emma - siguió el chico - lo afirmo, y necesito que respondas mis preguntas porque lamentablemente para ti estás en el pueblo de mi familia y no querrás que mi amada familia te expulse a ti ya tu amada tía, ¿no?

- ¿Serás tan vil como para expulsar a una mujer que no tiene nada que ver con esto? - Emma miró los ojos del trigueño desafiando, si se iba a desestabilizar, lo haría con orgullo.

- Hmm - el chico la miró pensativo - Tal vez, si. Tal vez, no. La pregunta es ¿correrás el riesgo de averiguarlo? - respondió el chico con el mismo tono desafiante.

"Es bueno, definitivamente es bueno". La pelinegra se empezó a sentir abrumada ante la seguridad del mayor, pero no demostró lo contrario, sabía que el chico por más malo que se mostrase amaba a la gente de su pueblo ya su familia, solo era una dura corteza con un suave interior.

- Solo te permitiré hacer 3 preguntas, ¿aceptas así? - Si deseaban jugar, la chica también tendría sus propias reglas.

- Es justo lo que necesito.

- Empieza.

- ¿Por qué has llegado aquí?

- Podría decirse que soy una persona ambiciosa, siempre quiero más. - Respondió Emma con tranquilidad.

- ¿Qué tiene que ver eso con mi pregunta? - Por fin el chico dejó su semblante seguro y mostró un adolescente confundido por tal respuesta.

- Muchas cosas.

El chico suspiró y la miró.

- ¿Te han seguido?

- No. - Respondió en un instante "¿o si? No estoy segura." Pensó la chica pero aún mirando con seriedad al mayor.

El chico paró de bailar y jaló a la muchacha a algún otro lugar más tranquilo, la fiesta tenía demasiados ruidos fuertes lo cual le dificultaría a Dolores Madrigal escuchar alguna palabra de tan importante conversación.

- ¿Se puede saber por qué fue eso? - soltó Emma algo molesta, el poco alcohol que había consumido le empezaba a hacer efecto en el cuerpo.

- Mi hermana puede escucharnos y prefiero que este tipo de cosas no salgan de aquí.

- ¿Cómo estás seguro de que esto no saldrá de nosotros dos?

- Eres buena, Emma.

- Eso no es una respuesta, Madrigal.

- ¿Y tu respuesta sobre como llegaste aquí lo es? - Camilo se apartó el cabello de la cara y nuevamente ese tono coqueto y seguro salió a la luz.

- ¿Por qué tanto interés por mí? - respondió la joven en defensa, ¿se había quedado sin argumentos?

- Podría decirse que me dan cierta curiosidad y terror los extranjeros, no son del todo permitidos aquí. - El tono de voz del mayor era sereno, ¿esto que el mencionaba era verdad?

- ¿Dices que te causo cierto terror? - La pelinegra no creía esto, pues Camilo Madrigal era el hombre más seguro que conocía.

- Digo, que me causas curiosidad. - Habló en ese típico tono coqueto. - No te ilusiones, no me gustas, tal vez con suerte podamos ser conocidos.

- Eres extraño.

- ¿Lo crees?

- Lo afirmo.

- ¿A que se debe tu afirmación mi querida Emma?

- Empezando que primero me amenazaste con hablar, luego con decir que no te agrado, luego ofreciéndome un estúpido trato y luego decidiendo sobre que podemos ser en un futuro, ¿qué idiota hace eso? - Emma se sintió molesta, sabía que le convenía mantener a Camilo Madrigal cerca si esto le aseguraba su estadía y reputación en el pueblo. 

- ¿Eso piensas de mi? No puede ser. - El chico se llevó la mano a la frente dramáticamente como si se fuera a desmayar, cosa que no era así.

Emma no respondió, ¿ahora que planeaba el mayor?

- Yo no diré nada sobre ti y actuaré como si te conociera desde hace tiempo, pero tú me deberás un favor, ¿trato? - el chico le extendió la mano para cerrar el trato con un suave apretón.

Emma suspiró resignada, ¿acaso tendría otro remedio? Camilo Madrigal no parecía ser de las personas que hablaran en broma. Fingir ser amigo del trigueño podía ser un problema porque no lo soportaba, pero ¿qué más podía hacer? Lo que hacía era por el bienestar de tu tía quien realmente no sabía si estaba tomando o Dios sabrá que hacía la mujer, a fin de cuentas era su única familiar cercana.

- Trato. - La chica le dio la mano, el juego había comenzado. La pregunta era, ¿era esto realmente un juego?

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- No tengo mucho que decir, solo que gracias por el apoyo y los amo <3

Más allá de las altas montañas || ENCANTO AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora