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Harry despertó sintiendo a su cachorro removerse en su pecho, al parecer estaba teniendo otra pesadilla, sus manos apretaban con mucha fuerza la camiseta del alfa y sus ojos se mantenían cerrados fuertemente. Se levantó de la cama junto a su cachorro intentado no despertar a su omega y meció a su cachorro por toda la habitación mientras tarareaba una canción de cuna.

Volvió a la cama intentando dormir y oh, mierda, ya no tenía sueño. Desde que Kale había llegado hace 2 horas corriendo a su cuarto por las pesadillas no pudo conciliar el sueño fácilmente. Y al despertar nuevamente ya le era imposible dormir.

Así que decidió observar a una de las personas más interesantes del planeta; Louis, su dulce, cariñoso pero también frío, Louis. Su bonito ángel de ojos azules y sonrisas con tiernas arrugitas en los costados de sus ojos. Louis, su pareja, su primer amor, su primer beso, su primer novio, madre de su hijo, su pareja destinada, su alma gemela, su hilo rojo, su todo.

Aún recuerda el hermoso sentimiento de enlazarse, como todo se alineó, no solo sus cuerpos se alinearon al hincharse el nudo también se alinearon sus almas y sus lobos al marcar al otro. Recuerda bien todos los sentimientos tan intensos que recorrieron su cuerpo por primera vez, recuerda perfectamente como se le llenó el pecho al sentir por primera vez el amor de su ángel de ojos azules, recuerda la hermosa sonrisa que no abandonó su cara al en todo el día. Harry recuerda bien aquel día, porque antes de Louis, Harry nunca creyó encontrar a una buena pareja para enlazarse. Siempre hundido en sus estudios y trabajo con apenas tiempo para respirar, el pensamiento de una familia era un mal trago en sus noches frías y solitarias, pero en un día cualquiera apareció su Louis que se convirtió no solo en su pareja, sino en el amor de su vida y su pareja destinada.

Las historias decían que cuando los dioses crearon a la primera pareja destinada, los habían unido con un hilo delgado y casi invisible, colocando a cada uno de ellos como piezas de ajedrez en un tablero enorme. Creyeron que no bastaría de eso para completar una nueva partida y se sentaron para apreciar de ella. Colocaron nuevas personas en la vida de cada uno de ellos, mostrándoles que podían amar a cualquiera pero herir a unos cuantos más, creando que ese amor era el indicado, pero aun así, la partida seguía. No fue cuando los dioses estaban a punto de rendirse y dejar de mover piezas del tablero que ambas almas que vagaban en soledad se encontraron entre los mosaicos del tablero, es quizás uno de los momentos más valiosos de la historia. Una pareja destinada no era solo una persona que estaría unida a ti, eran creados de la misma alma partida a la mitad.

Las historias eran muchas y siempre escuchadas, pero el pequeño Harry creía cada una de ellas sentado en el piso de la alfombra de la casa de la abuelita de Zayn escuchando las historias que ella tenia para Zayn y él. Al madurar con el amargo sabor de los años, creyó que eso simplemente eran eso, leyendas e historias, perdiendo la luz de esperanza que tintineaba en su corazón. Es cuando su alma se unió finalmente con su otra mitad, en la que todas las historias parecían ser tan poco para el verdadero sentir. El amar se volvió un sentimiento puro que solo crecía hasta volverse eterno. Que más daba una vida cuando él se aseguraría de encontrar en cada una de las vidas a su Louis.

Sonrió inconscientemente al observar a su omega abrir sus hermosos ojos azules.

— Hey, Salut — murmuró besando sus labios.

— buongiorno, Alpha ¿Qué haces despierto tan temprano? — cuestionó correspondiendo los besos.

— Kale tuvo pesadillas y vino a buscarnos, se quedó dormido pero se removió entre sueños así que lo mecí por todo el cuarto, se volvió a dormir pero sabes que yo ya no puedo dormir si me despiertan ¿Por que despertaste? tú nunca despiertas tan temprano — el omega beso la cabecita de su dulce cachorro para esconder la cara en el cuello de su alfa.

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