Mabel Pines a la edad de 9 años quedo huérfana tras un accidente automovilístico. Llega al convento de Saint Mary, una residencia entre el bosque de Gravity Falls. Queda bajo al cuidado de sus institutrices religiosas Ángela Orozco y Alessa Gillesp...
Advertencia: Lectura para mayores de 18 años en adelante, contiene temas de violencia situaciones de tema erótico y sexual, imágenes eróticas. Lenguaje ofensivo y vulgar. Incluye Smut [RS] Lemon Soft, [Gore].
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Capítulo 07: Perdón Divino
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- Suéltala – Hablo con una voz severa el demonio rubio al ver la terrible escena de esos dos juntos y en el inframundo, aun no podía creer lo que dijo su hermano. - ¡Suéltala! – Golpeando las bancas vacías de la iglesia.
- No – Dijo Phill aferrándose al cuerpo de la chica, como si fuera en ese momento lo más preciado. – Ella me pertenece, ella vino hasta aquí y se quedara conmigo.
- Ella no te pertenece. – Viendo como el cuerpo de la menor iba perdiendo su vitalidad. – Devuélvemela... ¡uhg! – Cayendo de rodillas mientras hacía presión en sus heridas. La sangre emanaba de sus costados y varios cortes se abrían paso en sus muñecas. – ¡Carajo!
- Estas fuera de tú dominio – Menciono. – Si sigues fuera estarás en graves aprietos, y claro que no te recibiré en este lugar, ya está lleno de almas innecesarias como la tuya.
- ¡Me importa un cuerno que este quemándome! – Viendo con furia a su hermano que había lastimado a su querida castaña. – ¡Devuélveme a mi sacrificio!, ¡Devuélveme a Mabel! ¡Ella es mía!
- Ella no es como Ángela Orozco – Menciono el pelirrojo viendo el rostro sin vida de la castaña, que parecía un gesto tan apacible sobre la chica como si estuviera dormida. – Ella... en ningún momento dijo que nos odiaba. – Acariciando sus mejillas sintiendo la suavidad fría de su piel. – Ella dijo que no estaría solo.
- ¡Vaya! Hasta que momento te diste cuenta que no era como ella, ¿Cuándo te la cogiste y probaste la sagrada gloria? Eres un idiota. – Golpeando las bancas de la iglesia a su paso. – ¡Ella no nos odia! ¡Solo estaba alejándose de nosotros! ¡Y tú la condenaste a su maldito destino!, ¡Devuélveme a Mabel! ¡Devuélvemela!
- Se supone que no muere, si tiene el sello. – Tocando la marca grabada en su omoplato, abrió su blusa buscando aquel sello más no lo encontró en su lugar. - ¡Bill! – Llamo al rubio con los ojos abiertos similares a los platos. – No lo tiene, no está. No está el sello.
- ¡¿Qué?! – Dijo el otro demonio acercándose al cuerpo de la menor abriendo más su blusa y buscando en la piel de su espalda y pecho. – ¡Mierda! – Golpeando con un puño el suelo. – Perdón divino... - Musito el demonio jadeando de la frustración y el miedo. – No...no, no, no, no... ¡No pueden llevársela! No, no, no. – Dijo tembloroso de su cuerpo. – Mabel... ¡No!