Disclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen, son propiedad del Masashi Kishimoto.
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Caminaba por los pasillos de la escuela, dirigiéndose a su clase. Al entrar saludo a algunos de sus compañeros de clase solo alzando la mano, los cuales se sorprendieron, porque había llegado con tres minutos de anticipación. No es que se considere que haya llegado temprano, pero como era antes, que entraba con 10 hasta 20 minutos de retraso, u otras veces que ni entraba, pues si, seria temprano para él.
Se sentó en su respectivo puesto, con desgano, esperando que esta clase pasara volando rápido. Esperaba que el profesor contara anécdotas sobre su vida para que la clase no se haga aburrida, o los ponga en grupos para hacer algún trabajo, con lo cual le tocaba con Sasuke y Sakura para esa materia. Así no se aburriría, ya que estaría molestando a su amigo serio por un lado, y llamando la atención de la pelirosa por otro, la cual, le gustaba desde que eran niños.
Vio a su otro amigo, Lee, pasar por el umbral de la puerta y posteriormente sentarse en su puesto que estaba a lado suyo. Lo notó con el rabillo del ojo girarse en su dirección.
―Gracias. ―Naruto se giró al verlo, extrañado por lo que dijo.
―¿De qué?
―De que me hayas ayudado el viernes pasado con ese tipo. ―Cayó en cuenta de que se refería a ese día.
Volvió a recordarlo, y claro, ese día fue llamado a la dirección por haberse peleado con alguien más, y si recordaba, su compañero de cejas pobladas se había ido sin decirle nada.
―No te preocupes cejotas. Eso ya pasó.
―Si, pero no te lo agradecí. Así que gracias Naruto. ―El aludido solo sonrió y se encogió de hombros, aceptando sus gracias. No esperaba nada a cambio de parte de él por haberlo protegido, pero se le hizo bonito que le agradeciera.
El rubio volvió a poner su vista en los compañeros que estaban en el salón. Vio a Sasuke sentado en su puesto, tan tranquilo como siempre, y a Sakura conversando con Amaru y otras chicas, en uno de los rincones. Los demás chicos estaban algunos sentados y otros parados en el salón.
Miró para la puerta, y vio a su amigo Idate entrando fresco como una lechuga, como si no tuviera desánimo por ser el comienzo de una semana tediosa. Y se sentó en su respectivo puesto, atrás del suyo, dejando su mochila.
El chico se levantó de su asiento y puso las manos en los bolsillos, yendo hacia Naruto.
―¿Y ese milagro?¿Desde cuándo madrugas los lunes?. ―El chico que habló le había sonreído de una forma extraña. Naruto entrecerró los ojos.
―Ash, deja de molestar. Solo me dormí pronto―Lo dijo fastidiado, apoyando los brazos en su pupitre.
―Entonces, quiere decir que no te la jalaste. ―Naruto levantó la cabeza y se había sonrojado de vergüenza y enfado.
―¡Idiota!, tú qué sabes. Eso no es verdad. ―Desvió la vista, para no ponerle atención. Idate solo sonrió, cómplice.
―Jaja pues yo se muchas cosas. Comenzando por lo raro de que estés sentado aquí y no vayas a molestar a la tabla de Sakura. ―Lo volvió a regresar a mirar. Lo había olvidado.
―A-Ah, cierto. Ya iba a hacer eso, pero como tú llegaste. ―Naruto hizo ademán de levantarse de su puesto para ir donde la pelirosa, cuando el profesor entró al aula.
Volvió a sentarse de nuevo, y todos los que estaban parados también, de forma rápida. Contestaron el saludo del profesor haciendo una reverencia.
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No se debe hablar con Orgullo.
Hayran KurguHinata Hyūga a la edad de 31 años, tiene un extraño síndrome que no le permite a su cuerpo envejecer. Y tendrá que lidiar con ello de aquí en adelante, y con sus problemas cotidianos, sola, como siempre lo ha hecho, siguiendo sus propias normas mora...