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Courtney:

—¿Volverse a casar? —Tomo las palabras.

Papá medio sonrie, pero mamá logra que ensanche esa sonrisa mientras entrelazan sus dedos sobre la mesa.

Alzo la ceja sin quitar la mirada de sus manos y vuelvo a subirla a su rostro.

—Sé que puede ser una gran sorpresa.—Y la charla de mamá empieza, como si tuviera 12 años.

—Y te daremos todo el tiempo que necesites para procesarlo. —Procede papá.

—Queremos que te sientas bien con esta decisión.

—¿Sentirme bien?

Los dos asienten con la cabeza.

Suspiro y empiezo a hablar. —Mamá, tengo 19 y soy universitaria, no vivo con ustedes y no nos vemos con la regularidad en el que alguien vea a sus padres y no porque yo no quiera.

Las sonrisas se les borra a ambos.

—En lo que a mi concierne son libres de odiarse o estar juntos, incluso si así en el proceso terminan más destruidos. —Continuo. —Si quieren volver a sufrir, adelante, háganlo, no tengo nada en contra si al final acabaremos viéndonos menos que ahora.

Me pongo de pie.

—Courtney...

No tengo nada más que agregar y salgo de la cafetería dejando a mis padres atrás con su irracional decisión.



(***)



—¿Te pego fuerte la noticia, eh? —Se burla la abuela.

Sonrio despacio. —¿Que hay en la cabeza de ambos? —Tomo un respiro. —Da igual, es problema de ellos.

—¿Estas segura que piensas así?

—Abuela, ellos son los adultos y.. parezco la más racional. —Menciono. —Es su vida y si quieren lastimarse más con sus decisiones... Ya deberían saber que ellos no son compatibles.

—Lo sé, pero dejemos que ellos se den el golpe final.

Tomo un respiro nuevo.

—Mejor háblame de ti... ¿Cómo esta todo en la u?

—Si te contará.

Da palmadas a su lado de la cama. —No me iré a ningún lado y no te vas hasta en la noche, cuéntale a tu abuela que ocurre.

Sonrio y me echó a su lado, al igual como lo hacía cuando me leía cuentos antes de irme a la cama.

Y unos minutos más tarde...

—¿Y este chico Jackson... sigue fastidiándote, aunque ya lo rechazaste?

—Es duro de vencer. —Comento. —No se da cuenta que cuanto más insiste más enojo me hace tenerle. No basta con lo que hizo y... se vuelve más molesto.

La abuela se ríe.

—¿Que?

—Molesto o no, no dejas de hablar de él.

La vergüenza me abofetea las mejillas.—Eso es porque...

Su sonrisa crece.

—No es como lo imaginas.

—Esta anciana ha vivido mucho.

Trago saliva y hablo. —Y tienes que vivir muchos más.

Guarda silencio unos segundos y luego me abraza. —Claro.

Más que una apuesta (#4 Amores Y Apuestas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora