CONTINUACIÓN DEL CAPÍTULO I

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El cultivador no entendía lo que estaba sucediendo. 


La visita de esos estúpidos sirvientes era una anormalidad en su inmutable y dolorosa rutina.


No obstante sabía reconocer una oportunidad en cuanto la veía por lo que fingió docilidad y siguió a los guardias fuera de la Prisión de Agua pudiendo respirar con alivio mientras dejaba atrás ese infierno húmedo que era el calabozo. 


Sin embargo  —a pesar de sus intenciones— no pudo controlar su propia debilidad y sintió como algo dentro de su corazón se derretía.


¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que vi tan vívidos colores?


Pensó mientras observaba el atardecer a través de las ventanas.


Era dolorosamente hermoso.


Shen Qingqiu —quién nunca había derramado una sola lágrima durante las torturas— temblaba incontroladamente porque había creído que jamás volvería a ver la puesta de sol.


Los sirvientes lo condujeron a través de pasillos estrechos y solitarios que apestaban a esencia demoníaca.


Finalmente llegaron a una habitación.


Shen Jiu frunció la nariz, nervioso. 


La estancia era bastante elegante —pero pequeña— y su propósito era abominablemente claro debido a que solo contaba con una enorme cama y un baño adjunto.


El rojo reinaba en todos los rincones del recinto —incluyendo las sábanas y las cortinas—.


Shen Jiu fingió ser dócil hasta que lo desataron. Sin embargo, su intento de fuga terminó en fracaso.


— Nuestro Señor nos advirtió que intentarías resistirte — se burló un sirviente al tiempo que atrapaba los brazos del cultivador y lo arrastraba hacia una bañera.


— Tu bestial amo está loco — espetó Shen Qingqiu apretando los dientes con tanta fuerza que se hizo daño.


Los sirvientes resoplaron, escandalizados.


— ¡Nuestro Señor está salvando tú patética vida humana! 


— Nuestro Señor se está esforzando por ganarse tu cariño ¡Deberías apreciar su gesto! 


El inmortal casi se rio al escucharlos.


Luo Binghe jamás le había conmovido el corazón —ni siquiera cuando se comportaba como un discípulo amable que se preocupaba por los demás—. 


¿Realmente creía que podía salirse con la suya ahora? ¿Después de destruir su reputación, humillarlo y tomarlo como prisionero?


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