Cuando las personas están felices el tiempo pasa más rápido, o almenos así me ha parecido a mí. Estas últimas dos semanas han sido una locura para mi tranquila y aburrida vida.
El tiempo de calidad que he pasado con mi familia me ha dado mil años más de vida, he conocido nuevas personas, como los amigos de mi hermano que irán con él a la universidad y también David, que ya siento como si fuera un amigo de años. Y no puedo dejar de mencionar al espárrago, ese espárrago que me ha devuelto la sonrisa que había desaparecido de mi rostro.
Estoy preparando mi maleta, hoy vuelvo a casa y aunque me muero de ganas de ver a mis amigas y volver a mi hogar me da tanta nostalgia dejar la rutina que he tenido estos 15 días.
Me he acostumbrado a los desayunos de mamá, a mi padre quejándose de los partidos de fútbol en donde su equipo favorito pierde, mi hermano estresado todas las mañanas porque dice que no le doy su espacio, aunque todos sabemos que en realidad ama que este ahí.
También me he acostumbrado a tener a cierta persona cerca, a las noches de películas, el recorrer New York de su mano, y hasta es simple hecho de tener cerca su presencia.
Abrazos reconfortantes, un hombro para confiar y un oído que sabe escuchar, además de hacerme sonreír por muy mal que me encuentre son cosas que voy a extrañar ahora que vuelvo a casa.
Pero así es la vida y si es nuestro destino ya se encargara de volver a juntarnos.
– ¿Ya has terminado? – Pet se asoma a mi habitación con expresión un poco triste.
Y yo solo asiento con la cabeza sin levantar la vista de mi maleta frente a la cama.
–la semana que viene entro en Columbia. –mi hermano afirma.
–Lo sé–mi boca se curva hacia arriba pero sigue dejando ver rastros de tristeza.
–sabes que me siento raro, con papa y mamá, no sé, es que nunca me he alejado de ellos y ahora... tu estarás lejos y yo también.
–Estás loco, ahora tendrán una luna de miel por tiempo indefinido–trato de bromear pero es un intento fallido – ellos estarán bien, en algún momento sabían que los dos íbamos a dejar el nido.
–tienes razón, además ahora no se pueden quejar de que deje mis calcetas por toda la casa...
–PETER... te dije que recogieras todo esto antes de llevar a tu hermana al aeropuerto. – se escuchó la voz de mamá a todo pulmón a través de pasillo.
–pero pensándolo bien, yo creo que si va extrañar hacer berrinches por todo– ahora si comenzamos a reír ambos.
***
Luego de una gran despedida por parte de mis padres, principalmente mi madre –que se encargó de que llegue con las mejillas coloradas a Madrid después del apretujón que les dio– ya que mi papa se abstiene a un cuídate cariño y un fuerte abrazo.
Vamos de camino al aeropuerto y estoy nerviosa, no sé si Teo valla a despedirse, si bien no nos despegamos ni un segundo estos últimos tres días y por más que le insistí que no fuera al aeropuerto me da la sensación que estará allí, en realidad me gustaría que estuviese allí y que mágicamente tuviera un pasaje de avión y se fuera conmigo.
Julia es hora de despertar, estas soñando mucho.
Tengo que volver a la realidad, esto va a empezar a no ser sano para mí.
Llegamos al aeropuerto y enseguida busco con la mirada a ver si lo veo por algún sitio, pero no obtengo resultados.
Miro el celular una y otra vez sin recibir un mensaje ni una llamada.
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15 días para enamorarse
Fiksi RemajaJulia una chica de 24 años que ha pasado por situaciones de estrés en sus últimos meses, hasta que un viaje no planeado del todo le cambia la vida y se reencuentra con una persona de su pasado que le hará poner su mundo cabeza arriba