IV Un ángel cae.

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–No… esto no es para nada una buena idea, yo me voy.

–No seas así, Oriet ya estamos aquí.

Gabriel y yo estábamos paradas justo frente a la puerta de mundos, quería convérseme de ir a una de esas fiestas en Orum con ella, pero yo aún no sabía cómo ocultar mis alas ante los mortales.

– ¿Cómo iré a una fiesta así? – Me señale – Sabrán lo que soy, ¿qué te has vuelto loca?

–Ya te he dicho que nadie lo notara, a donde vamos, la gente estará ignorante a tu atuendo.

Me hizo jurar que le acompañaría, pero yo ya no quería meterme en más problemas de los que tenía. Parecía que no había sido nada, pero ya llevaba dos años hemeros en una relación con ese tal Víctor, a quien solo conocía por extrañas “fotografías” que Gabriel osaba enseñarme en ocasiones.

– ¿Por lo menos me dirás como ocultar mis alas en Orum?

–Te he dicho que no necesitas ocultarlas, ¿confías en mí? – Me pregunto muy segura, ¿es que acaso no podía decirle “no” a Gabriel? De haber sido así, hubiera evitado mucho dolor.

–Está bien.

Tome su mano, y ella abrió la puerta, totalmente convencida de a donde iríamos, ignorante de todo lo que pasaría en esa corta pero a la vez muy larga noche.

– ¿Y se puede saber de estas vestida? – Le pregunte una vez que estuvimos en el apartamento de su segunda vida.

Así es, se había tomado tan enserio su vida de hemero, que había cambiado varias de sus monedas de oro por dinero mortal, con el que se hizo acreedora de un pequeño pero bello apartamento en el centro de la cuidad.

–Seré… – Anuncio desde el guarda ropa – Una Vikinga. – Puso sus manos en sus caderas, y a pesar de que no era como aquellas robustas mujeres de la época Vikinga, su atuendo estaba bien, tal vez podría pasar por una Vikinga desnutrida. – ¿Y bien? Se lo que estás pensando, pero así son los disfraces de hoy en día.

En verdad me daban igual los disfraces, solo me preocupa que nadie se enterara de que estábamos aquí, listas para ir a una fiesta. ¿Qué ridiculez, no?

Llegamos a un gran edificio, lleno de luces y donde la gente que se adentraba iba vestida de cosas realmente extrañas, pero lo que más extraño me pareció es que había bastantes ángeles ahí. ¿Cómo es que sabían de esta fiesta?

–Oriet, por aquí – Gabriel halo mi brazo en otra dirección – Víctor nos espera en la parte de atrás, recuerda que eres mi prima segunda y estarás en la ciudad, solo hasta mañana, ¿entendido?

Asentí débilmente, dentro de mí estaba emocionada, por fin conocería a Víctor y entraría a una fiesta, donde había más ángeles, tal vez por primera vez habría una ocasión en Orum donde no me metería en problemas.

–Ahí está. – Suspiro y le vi correr hacia un hombre, el cual la atrapo en sus brazos – Oriet… – Me llamo y yo me acerque a ellos – Él es Víctor, Víctor ella es Oriet.

Me extendió su mano para saludarme, acto al que respondí torpemente, pues estaba perdida observándolo, no me sorprendió que Gabriel estuviese enamorada de él, era realmente atractivo, y parecía serlo tanto en físico como en alma. Aunque por un momento pensé que luciría mayor que Gabriel, pero ambos se veían como una joven pareja. Si tan solo supiera que ella era tan vieja como el mismo cosmos.

–Es un placer, Oriet. – Pronuncio mi nombre y rápidamente cabio su mirada.

–Me alegra que hayas traído a alguien de tu familia, – le dio un beso en los labios y algo en mi interior se revolvió de la emoción – porque tengo una sorpresa para ti.

ORUM.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora