XXII Casi como un ángel.

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- ¡Esto es para la mesa 7! - Grito Marlo desde su lugar.

Tome el tarro de cerveza y lo lleve hasta la mesa 7, donde dos hombres muy robustos me hicieron saber lo felices que estaban con la atención, por lo que pusieron un billete dentro del bolcillo de mi diminuto short.

Camine de nuevo a la barra de bebidas, la cual Marlo se estaba encargando de limpiar, y yo sabía bien lo que venía: el baile de las chicas. Deje mi charola a un lado de la barra y me adentre al fondo del bar, justo hasta los camerinos.

- ¡Es hora del baile, Pib! - Grite un poco para que me escuchara.

El salió del baño que se encontraba en los camerinos, siempre con una sonrisa. Por Eón que veía muy distinto con su cabello corto, y ropaje diferente, aunque solo fuese su uniforme de limpieza.

-Aun me alegra que no hayas decidido bailar. - Comento mientras me ayudaba a ponerme mi capa.

-No creo que sea muy buena para eso. - Le sonreí después que termino.

-Suerte. - Me dio un beso en la mejilla.

Escuche la canción de introducción para el baile y salí rápidamente. Aunque no era parte del grupo de "ángeles" que bailaban exóticamente sobre la barra, los ángeles que no decidíamos hacer eso, teníamos el deber de escabullirnos entre la multitud con un bote vació para recibir propinas de quienes se alebrestaban con las mujeres en la barra. Esa vez estaba sola, pues "Celeste" y "Tiguer" tomaron su descanso ese día, eran quienes también ayudaban a recibir esas propinas.

Cuando el baile comenzó, trate de visitar la mayor cantidad de mesas posibles, en algunas solo recibía un par de monedas, en otras generosas cantidades de billetes, o papeles con frases para las chicas. Siempre tratando de que no me quitaran la capa, pues era justo "la estrategia" para no distraer a los espectadores de la barra, y que no quisieran sobre pasarse con alguna.

Al final, con el baile terminado, el bote a rebosar de propinas, hombres ebrios por doquier y todas las luces encendidas, era trabajo de los guardias desalojar el lugar para que pudiésemos limpiar.

- ¿Tienes las propinas, linda? - Pregunto "Ambar", quien era la estrella del lugar.

-Aquí están. - Le entregue el bote y ella sonrió.

-Parece que hoy hubo mucha gente generosa. - Comento, dirigiéndose a las otras chicas que bailaban.

Esa era la única parte que no me gustaba de ser quien recibía las propinas en el bote, pues todas iban para las que bailaban, aunque su esfuerzo y dignidad les costaba, por eso es que ellas eran las mejor pagadas.

Después de eso, la rutina de la noche comenzó, cada quien se encargaba de limpia su zona, se entregaban un poco de propinas para los demás trabajadores del lugar y casi al momento del cierre, Damián, el dueño, daba un pequeño discurso.

-Chicas, como siempre hoy estuvieron increíbles, - decía el robusto hombre de camisa extravagante - si seguimos así, podrán tener el aumento que quieren y todos nos veremos beneficiados.

A pesar de la zona en donde se ubicaba el lugar, mucha de la gente que iba a pasar el rato para ser tratados bien por "ángeles", era gente de la alta sociedad, haciendo lo que no podían en sus vidas cotidianas, mientras que las personas de la zona que frecuentaban el "paraíso", solo iban a embriagarse hasta perder el conocimiento. Y eso no lo sabía por Damián, sino por mis propios ojos.

-Quiero que le demos un fuerte aplauso a "Rose" por haber hecho el pesado trabajo de recolectar propinas ella sola. - Me miro, y todos aplaudieron a la unción.

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