IX ¿Así se siente?

60 3 0
                                    

Abrí el apartamento con sumo cuidado, hace algunos años que no pisaba ese lugar y no quería llevarme ninguna sorpresa. Los muebles estaban cubiertos por sabanas y el lugar tenía una capa de polvo por todos lados. La amable mujer de la recepción tenía razón.

"Hace muchos años que la dueña se fue, así que todo debe estar un poco sucio, por lo que le recomiendo llamar a la limpieza"

Recordaba muy bien ese lugar, en varias ocasiones acompañe a Gabriel, quien por cierto, no sabía nada de lo que ocurría. La noche anterior tuve que tomar las llaves de ese apartamento, las tenía guardadas en su salón, y claro que ella no se dio cuenta, ni siquiera estaba en el cielo bajo, hacia días que no lo veía, y la verdad, no me importaba.

— ¿Por dónde le gustaría que comenzara?

La voz de la mujer me interrumpió, había olvidado que tome la oferta de la recepcionista para que llamara a la limpieza de edificio. Estaba claro que había que pagarle, pero de eso ya me había encargado yo, esta vez no me olvide de traer conmigo mis monedas de oro, de las cuales había cambiado un par por dinero horas atrás, y para ser honesta, era una buena cantidad.

Respecto a Samuel, me encargue de ir con él a primera hora, estaba decidida a no dejar que nada se me saliera de las manos, y hacer todo con extrema cautela.

—Ah, por donde te parezca más fácil. — Le sonreí a la mujer — Disculpa, ¿sabes qué hora es?

—Nueve y cuarto, señorita. — Dijo, y se adentró con extraños artefactos para "limpiar".

—Muchas gracias, — me acerque para regalarle un beso en la mejilla, a lo que ella reacciono con asombro — saldré un poco, vuelvo en un rato, ¿está bien?

—Cla-claro que si jovencita, creo que seguiré aquí cuando vuelva.

Me despedí y salí del apartamento, tenía muchas cosas por hacer antes que Jamil pasara por mí, y una de esas cosas era conseguir un reloj.

Camine por el pasillo hasta encontrarme con esa extraña caja de metal que transportaba a las personas de arriba abajo, me daban vértigo, pero aun así tenía que usarla. Dentro de eta había un espejo, y ahí me reflejaba yo, sin alas, en mi cuerpo mortal, portando ese vestido del día anterior. Había pensado en entrar a la habitación de Ginnie una vez más, pero ya estaba tentando bastante a Gabriel. Aquel paquete de "dinero" lo llevaba dentro de una pequeña mochila que compre justo a un lado del lugar donde cambie mis monedas.

—Bien... ahora la ropa — Dije para mí misma cuando estuve en la calle.

Pensé en ir a la tienda donde trabaja Jamil, pero no quería verlo hasta que tuviera una vida mortal más organizada. Camine un par de calles, preguntando a un par de personas si sabrían de un lugar donde vendieran todo tipo de artículos para una persona, y la mayoría decía que debía tomar un "camión" hacia el este. Yo no tenía ni la más mínima idea que era un "camión" ni mucho menos donde podría tomarlo, todo habría sido más fácil si pudiese utilizar mis alas.

Fue hasta que un lindo chico me indico como hacerlo, él estaba parado en una calle y me dijo que solo lo siguiera, pues al parecer iba para el mismo lugar. Subimos a un auto muy grande, lleno de asientos y gente, al parecer algo comunitario. Él chico me explico algunas cosas acerca de moverse en el "transporte público", todo era muy extraño para mí, pero a la vez era bastante emocionante, me sentía diferente.

Después unos largos minutos, llegamos a un lugar bastante grade, techado por cristales y lugares comerciales por todos lados. Él amable chico se despidió de mí y se marchó, ya estaba donde necesitaba.

Camine por el lugar, buscando todo lo que buscaba. Mi primera parada fue un lugar de "joyería", donde querían hacerme pagar miles por un reloj, ¿quién necesita pagar tanto para ver algo como la hora? ¿Por qué los hemeros gastarían tanto dinero en eso? Es muy estúpido, pero en fin, continúe mi camino, me adentre a un lugar donde vendían libros.

ORUM.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora