CONNOR
Spoiler: Yo tuve el control, pero ella me dominaba al completo.
Esta me besó salvajemente, con sus manos en mis mejillas atrajo mi rostro al suyo, después sus manos descendieron hasta mi pecho, para después dejarlas en mi abdomen e intensificó el beso con la misma intensidad con la que mis manos se aferraban a sus caderas, preparado para cambiar los papeles. Giré bruscamente sus caderas contra el tronco del árbol. Bien, ahora era mi turno, Emily ahora estaba apresada contra el árbol. Frunció el ceño y me miró como diciendo: "Que ganas de propinarte un puñetazo por hacer lo que acabas de hacer".
¿Quién es el que lleva el control ahora? Un servidor.
Agarré su nuca y ante ese mínimo contacto noté cómo se erizaba toda su piel hasta que empecé a mordisquear su cuello y su cuerpo se arqueó ante eso.
— Cabrón... —jadeó mientras reprimía un gemido ante mis besos alrededor de su cuello.
— Vaya, se nota que eres amiga de April, eso de insultar a vuestros novios se os da muy, pero que muy bien...
— Anda calla, no te pongas a discutir ahora...
— ¿No quieres que pare...? —susurré en su oído maliciosamente con picardía.
— Pelinegro a mí no me amenaces, saldrás perdiendo...
— ¿Si...? ¿Tú crees...? —hizo el amago de apartarse, lo admito, tuvo sus ovarios, tener autocontrol en el punto en el que estábamos era difícil, muy difícil.
— Vale, tú ganas rubita.
— Estaba deseando que lo dijeses.
Aun así, las tornas no giraron, y a ella no parecía disgustarle la idea, esta seguía con las espalda junto al tronco y yo me encontraba frente a ella. Acuné su rostro y la besé desesperadamente, pasionalmente, con viveza, buscando su cariño y encontrando todo lo que buscaba en ella, en mi rubita, en Emily.
— Te quiero rubita.
— Yo más pelinegro.
— Mmmm tengo mis dudas sobre eso.
— Anda calla. — y me calló con un beso, pasando sus manos por mi pelo y acariciando mi nuca con sus uñas.
Mierda. La cicatriz.
Había rozado la cicatriz con sus uñas y aquello me había traslado nuevamente a mi antigua casa, antiguos recuerdos, antiguas pesadillas.
Decidí evadir todos aquellos pensamientos, pero me fue inevitable evitarlos del todo.
— Rubita en cuanto salgamos de este bosque te llevaré en mi moto por todas las rutas que conozco, donde nadie nos moleste, y después... Después podemos parar en algún bar de carretera para tomarnos unos cafés. Luego podremos ir hacia la costa de Brisbane, será un largo trayecto, pero te aseguro que conmigo no te aburrirás...
La verdad era que cuando estaba nervioso me daba por hablar, no podía parar.
MECK. Detector de mentiras activado: el usuario de este cuerpo ha dado positivo en... mentir. Connor, te han silenciado muchas veces, te has callado muchas veces, por miedo. Yo lo sé, tú lo sabes. Y ahora... ahora estás feliz, con ella eres feliz, es normal que quieras expresar ese sentimiento por todo lo alto. No es que cuando estés nervioso te de por hablar, es que simplemente eres feliz y quieres expresarlo. Por una vez te felicito Connor.
Gracias conciencia. Supongo. No sé cómo se supone que debo tomarme eso.
Que cortito eres hijo, te estoy felicitando. ESPABILA. Connor por una vez en tu vida estás siendo sensato y al fin, has expresado lo que sientes por esa chica. Es un gran paso.
Oh, cierto. Esta vez te doy toda la razón, conciencia. Al final nos hacemos amigos y todo.
Ehhhh para el carro, no te emociones, te sigo odiando por... me sigo odiando por..., bueno supongo que ya has arreglado todas tus cagadas. Nuestras cagadas. O como lo quieras llamar, pero ahora solo te pido que a ella no la hagas daño. Y háblale de ti, ella debe saber TODO sobre ti, si te sientes agusto con ella hazlo Connor, ella se sentirá apreciada si ve que tenéis esa confianza. Cuida mucho a Emily, te estaré vigilando de cerca. Concretamente desde tu cabeza. Bye bye Connor.
Nuestros cuerpos ardían de deseo, placer, anhelo. Ambos estábamos más que excitados, pero gracias a (o por culpa de) mi conciencia, mi mente daba vueltas sin parar. Mi conciencia me había felicitado, pero había anulado ciertos detalles, que eran los que realmente me atormentaban por dentro.
Mi cicatriz. Había rozado mi cicatriz y no estaba del todo seguro de que no la hubiese visto o notado la hendidura permanente en mi cuello.
Claro que lo ha notado, solo que no va a decir nada si ve que tú no quieres sacar el tema, pero lo mejor va a ser que se lo cuentes. Confío en ti
Por una parte, pensé que no sería del todo necesario contarle todo sobre mí y cuando digo todo no me refiero al tema de las carreras de motos, de porqué me compré un husky... No, con todo me refería a mi infancia y a todo lo que me ha conllevado ello.
Mi infancia me hizo madurar demasiado pronto, me hizo ser frío y actuar indiferente ante todo, me hizo no mostrar cariño ante nada por miedo a que alguien me lo arrebatase, hizo que las drogas me guiasen en ese camino frío y lleno de soledad, ellas fueron mis grandes aliadas, y mis grandes enemigas a su vez.
— Emily...
— Lo sé pelinegro, lo sé. Si no quieres hablar de ello haré como si nada hubiese pasado te lo prometo.
— No, no, esto... Lo nuestro va en serio, yo al menos siento que esto va en serio rubita, y como base de pareja: la sinceridad. Así que será mejor que tomemos asiento, es una historia muy larga, con mucha carga y muchas consecuencias...
— Claro, s-sí, sí, puedes contarme lo que sea Connor, prometo que no te juzgaré y escucharé atentamente.
— Gracias, e-eres la primera persona que dice que no me juzgará y que verdaderamente no lo hará, porque te conozco y sé que tú no eres así. Quedan muy pocas personas como tú... Anda, ven aquí, rubita —le tendí la mano, esta entrelazó la suya a la mía con fuerza, mientras que yo acariciaba en círculos la palma de su mano. Esta bajó la vista a nuestras manos entrelazadas, me miró y sonrió. Seguidamente, caminamos de la mano, en un silencio de todo menos incómodo, y al llegar a la zona más transcurrida por los habitantes de los alrededores— los que al igual que Emily, tenían una casa cerca de aquel bosque— nos sentamos en una de las mesas de picnic más cercana.
Y pensareis, ¿Emily no tenía una casa en la playa? Sí, así es. Pero detrás de aquella casa, en el lado opuesto del mar, había un camino frondoso repleto de árboles de eucalipto, el cual llevaba directo a una de las carreteras principales de la ciudad. Su casa disponía de dos puertas. Una de ellas, la principal, conducía directamente a la arena, al mar. Y la otra, la puerta trasera, te sumergía en lo más profundo del bosque hasta que dabas con la carretera.
Dos por uno.
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Todo era demasiado bonito
Romance¿Será verdad que las personas siempre somos dependientes de alguien? Él que lo daba todo por la gente que amaba, se iba rompiendo poco a poco, pedazo tras pedazo. Pero ella, April Smith, aun llegando el peor momento de su vida le salvó. April odiab...