Parte 6

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Alicia

-¿Juegas? -Dijo Adam.

Pensé en decirle que no, pero luego recordé que era más fácil convencer a una pared de moverse, que a él de que no hiciera o consiguiera lo que se proponía. Por lo que simplemente asentí y me levanté.

Nunca había jugado al billar, mis padres nunca me habían traído a estos sitios de pequeña. Y en las fiestas había demasiada gente como para hacer el ridículo con el billar.

Cogí uno de esos palos y le di a la punta con la tiza azul, tal y como Adam hacía. Me miraba divertido.

-¿Quieres una foto? -Pregunté.

-¿Siempre eres así de borde con todos? -Preguntó.

-¿Siempre respondes a una pregunta con otra? -Contesté.

-Solo cuando se me apetece. -Dijo preparando el billar.

Noté como sus músculos se contraían a medida que cogía las bolas y las iba poniendo en orden. Yo miraba cómo lo hacía fascinada, como si eso fuese un arte.

-Te enseño. -Dijo poniéndose del otro lado de la gran mesa verde. -La bola blanca es a la que tienes que darle, tienes que intentar meter cualquier bola por los agujeros, menos la negra. -Asentí. -Depende de la bola que se meta primero, jugarás con las lisas o las rayadas.

Él dio un pequeño toque a la bola blanca y se metieron dos bolas, las dos lisas. Le miré con el ceño fruncido, era bueno.

-Voy con las rayadas. -Él asintió. Tiró de nuevo pero no metió ninguna, por lo que supuse que me tocaba a mí tirar.

-Te voy a enseñar a ponerte. -Se puso a mi lado y me puso las manos en la cintura, doblándome un poco. -El brazo apoyado en la mesa. -Le obedecí y cogió mis manos, poniendo el palo en posición, me estaba poniendo muy nerviosa. -Ahora los dedos así. -Entrelazó nuestras manos y las puso como él había hecho antes. -Coges con el otro brazo y coges impulso. -Apartó un poco mi brazo y dio con fuerza, un golpe seco en la bola blanca que terminó con una bola rayada colándose por un hueco. -Ahora inténtalo sola.

Cuando se apartó fruncí el ceño, lo quería tener cerca de nuevo. Hice justo lo que él me dijo y, aunque no conseguí meter ninguna bola, una de ellas quedó bloqueando un hueco.

-Ahora si quieres meter una bola por ese hueco, tendrás que meter primero la mía. -Dije, victoriosa. Él negó con la cabeza, con una sonrisa adornando su rostro, y se quitó un par de mechones de su pelo negro de la cara. Se dispuso a tirar, y de nuevo encestó otra. -Tienes suerte.

-Sé jugar, que es diferente. -Contestó él.

Estuvimos jugando por los siguientes veinte minutos, y obviamente ganó él. Pero para no haber jugado en mi vida, había jugado muy bien.

-¿Vamos a tomar algo? -Preguntó, de camino hacia la barra.

-¿Tengo opción? -Negó con la cabeza y solté una carcajada.

-Una cerveza por favor. -Dijo cuando llegamos. -Y...

-Un ladrón de manzanas. -Me miró con horror.

-¿Estás loca? La cerveza es mucho mejor. -Dijo él cogiendo ambas cosas, iba a pagar pero me adelanté.

-La cerveza es un asco. -De repente noté que me tapaban los ojos, me destapé y al girarme vi a alguien que no me esperaba ver. -DANI. -Dije saltando a abrazarle.

-Hola a ti también Lis. -Dijo él rodeándome con sus brazos.

Dani se había ido fuera de intercambio, y había estado un año entero sin verle. Digamos que él había sido quién me había llevado por el camino del mal. O cómo mis padres lo llamaban, "el camino de la delincuencia y el diablo". No hace falta decir que le odiaban.

-¿Qué tal por Italia? -Pregunté. Me giré y Adam nos miraba con el ceño fruncido -Oh, este es Adam.

-Lo recuerdo, del instituto. -Dijo Dani mirándole de arriba a abajo. -Lo que no sabía era que gente como tú, se llevara con gente como él. - Adam se cruzó de brazos.

-¿Y qué tipo de chico soy? -Espetó Adam.

-¿Vuelves ya definitivamente? -Pregunté sonriente, intentando desviar el tema.

-Sí. -Dijo él pasando su brazo por mis hombros. -Me vas a tener que aguantar a diario.

-Qué pena que por las tardes vaya a estar conmigo. -Contestó Adam, rodé los ojos y respiré hondo.

-¿Y eso Ali?, ¿Ahora ayudas a los pobres? -Rodé los ojos. -No sabía que te habías vuelto Cáritas.

-Parad los dos. -Contesté, cruzándome de brazos. -Este tipo de competicion por ver quién es más machito cansa.

-Nos vemos pringado. -Dijo dándome un beso en la frente.

Le di un buche a mi ladrón de manzanas y abrí mis ojos como platos. Mierda, ¿Qué hora era?

-¿Qué hora es? -Pregunté alarmada.

-Las diez. -Dijo Adam mirando su teléfono.

Oh no, me iban a matar.

-Tenía que estar en casa a las nueve y media joder. -Saqué el móvil, tenía 8 llamadas perdidas. -Despídete de mí porque cuando llegue me matan.

-Diles que te quedas a dormir en casa de Kristen. -Dijo Adam.

-Los padres de Kristen me odian. -Contesté, hoy definitivamente moría.

-Quédate en la mía. -Me giré a mirarle y me dedicó una leve sonrisa. -Sin intenciones ocultas, es para que no te maten.

-Vale. -Respiré hondo y cogí el teléfono, marcando el número de mi madre y llevándomelo a la oreja.

-¿¡DONDE CARAJOS ESTÁS!? -Gritó mi madre nada más descolgó.

-Lo siento, a Kristen no se le quedaban claras algunas cosas y bueno, tuve que explicarle todo. Se me pasó el tiempo y nos queda, me quedaré a dormir aquí.

-Espero que no me estés mintiendo jovencita. -Rodé los ojos, Adam parecía estar divirtiéndose con la situación.

-No te miento mamá, enserio.

-Vale, no te pido que me mandes ubicación porque eres mayorcita, pero cómo tenga la más mínima sospecha. -Esto ya cansaba.

-Que sí mamá, sabes que nunca te mentiría. Buenas noches.

-Buenas noches. -Colgó.

-¿Ha salido bien? -Preguntó Adam, y yo le dediqué una sonrisa victoriosa.

-Más que bien.

El Primer Día Del Resto De Mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora