Parte 7

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Llegamos a un complejo de apartamentos algo alejado del centro de la ciudad, me bajé de la moto y le di el casco. El edificio era blanco y negro, una combinación de colores que le daba un aire elegante y a la vez sofisticado. Adam aparcó la moto en la calle y me dedicó una pequeña sonrisa.

Habíamos cenado en una pizzería de cerca del lugar en el que habíamos estado, y eran las doce de la noche cuando llegamos a su apartamento. Por lo menos mañana no habría instituto, porque dudo que consiguiese dormirme pronto.

Cuando abrió la puerta de la casa me quedé a cuadros, desde luego era un muy buen apartamento. Nada más entrabas tenías el salón, con el sofá a la izquierda y la tele enfrente. Había un pequeño marco a la derecha de la puerta, que daba paso a la cocina. Un pequeño pasillo a la izquierda de la casa daba paso al cuarto, y al baño. Y tenía terraza con una mesa y todo.

-¿Eres rico? -Pregunté, boquiabierta. -Este salón es cuatro veces mi habitación.

-Te sorprenderías. -Contestó encogiéndose de hombros. -Esto cuesta menos de lo que parece.

-Es precioso el sitio. -Dije, analizándolo todo con la mirada.

-Me alegra que te guste. -Dejó las cosas en un pequeño mueble que había en la entrada y yo hice lo mismo. -Tienes el baño ahí, puedes ponerte cómoda. Te daré algo para que te puedas cambiar.

-Gra-gracias. -Contesté, esbozando una pequeña sonrisa.

-Dormiré en el sofá. -Dijo, acomodando las cosas.

-De eso nada. -Contesté. -Yo dormiré en el sofá.

-Los invitados no pueden dormir en el sofá, sería un servicio pésimo Ali. -Bufé.

-Que no me llames Ali. -Él asintió, pero sabía que iba a seguir llamándome así.

-Dormiré en el salón y punto. -Respiré hondo y resoplé.

-Llegados a este punto, he comprendido que discutirte es en vano, por lo que te haré caso. -Él me dedicó una sonrisa victoriosa.

-Genial, pues toma. -Fue un segundo a su cuarto y volvió con una camiseta negra suya. -Te debería servir, te quedará por mitad de los muslos.

Asentí y fui al baño, me quité la ropa y me puse la camiseta. Efectivamente Adam había dado en el clavo con la talla, y encima olía a él.

-Te queda bien. -Dijo cuando salí del baño. Él llevaba puesto solo los pantalones del pijama, por lo que su jodido abdomen perfecto relucía. -¿Quieres una foto?

-Muy gracioso Walker. -Dije con una sonrisa. -Venía a darte las buenas noches.

-¿Me darás un besito de buenas noches? -Contestó en tono burlón. Me acerqué a él, pero en vez de darle un beso le di un manotazo en la cabeza. -Ouch. -Dijo sobándose la zona afectada.

-Tómalo como una muestra de amor. -Dije con una sonrisa.

-Cada vez que me pegues, pensaré que dices que me quieres. -Contestó él, dibujando un corazón en el aire con sus manos.

-Desde luego eres estúpido. -Lo observé preparar la zona del sofá, de vez en cuando se giraba a mirarme y me sonreía. Y eso me ponía muy nerviosa.

-¿Te vas a quedar toda la noche ahí mirándome? -Preguntó.

Rodé los ojos y me fui a su habitación. Me metí en la cama y respiré hondo, absolutamente todo olía a él. Las sábanas, la almohada, la camiseta. Daba igual a donde girase la cara, su olor me seguía.

Traté de dormirme pero fue difícil conciliar el sueño. Supuse que tardaría una media hora en dormirme por completo.

(***)

-¿Quieres algo en especial de desayunar? -Preguntó Adam cuando entré en la cocina.

-No sé, me da igual la verdad. -Contesté, dando un gran bostezo.

-Alguien parece tener sueño. -Se giró a mirarme y yo me quedé de nuevo mirando sus jodidos abdominales.

-Podrías ponerte una camiseta. -Inquirí.

-¿Por qué?, ¿Acaso te distrae?

Sí.

-No, es que simplemente no entiendo la manía de los chicos con dormir sin camiseta. -Él soltó una pequeña carcajada.

-Dame la tuya. -Fruncí el ceño. -Digamos que es mi pijama.

-Oh, ya entiendo por qué huele a ti tanto. -Murmuré.

-¿Qué has dicho? -Preguntó.

-Nada nada. Que estás bien así. -Alicia cállate ya.

-Muchas gracias. Ahora vístete que vamos a ir a desayunar a un lugar.

(***)

-Qué pasa tío. -Escuché decir a Adam nada más llegamos, el chico de la barra se salió a saludarle.

-¿Nuevo ligue? -Preguntó el chico, escaneándome de arriba a abajo.

-No, es una amiga del instituto, se llama Alicia. -Contestó Adam, con el ceño algo fruncido.

-¿Está disponible? -Adam rodó los ojos.

-Cómo me sigas mirando así te dejo sin día del padre. -Le amenacé, el chico abrió mucho los ojos.

-Vaya, tu amiga los tiene bien puestos. Venid, pedid lo que queráis, hoy invito yo.

-Qué menos. -Dijo Adam con una sonrisa.

El Primer Día Del Resto De Mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora