Parte 14

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Llegué a casa y me fui directamente a ver a mis padres, que estaban sentados en la mesa con la comida puesta. Les saludé con una gran sonrisa, que me devolvieron, pero esa sonrisa era algo más cordial.

Estaba debatiéndome entre hablar con ellos y olvidarme, pero decidí hablar con ellos del tema. No podía perder más de lo que había perdido ya.

Qué equivocada estaba.

Me senté y comencé a comer sin apenas hablar, aunque me había vuelto una buena mentirosa, no quería empezar a mentir porque sí.

-¿Qué tal las clases cariño? -Preguntó mi padre, yo respiré hondo.

-Tenemos que hablar. -Ambos fruncieron el ceño.

-¿Ha pasado algo? -Preguntó mi padre.

-Seguro ha suspendido. -Dijo mi madre.

-No es nada de eso. - Dije negando con la cabeza. -Es que quiero comentaros algo.

-Pues déjate de irte por las ramas y háblanos de eso. Te recuerdo que las personas que no son claras no obtienen buenos trabajos, y más de médico.

-¿Y si yo no quiero hacer medicina?

-¿Perdón? -Preguntó mi madre, la sorpresa claramente visible en su rostro.

-¿Sabían que estuve escribiendo un libro? -Ambos fruncieron el ceño. -De hecho, está mandado a una editorial.

-¿Sin nuestro permiso? -Gritó mi padre.

-Sabía que ibais a poneros así. -Contesté, elevando un poco el tono de voz. -Estoy harta de seguir nuestras normas. No quiero ser médica, quiero estudiar filología inglesa, y publicar mi libro porque creo que soy realmente buena en eso.

-Te morirás de hambre. -Espetó mi padre con asco.

-Estoy hasta las narices de vivir bajo vuestras reglas, parece que estáis moldeándome a vuestro antojo y estoy harta.

-Alicia no nos hables así. -Contestó mi madre.

-Os hablaré como quiera, no podéis mandarme en todo. Tenéis tan controlada mi vida que ya no sé si soy yo misma, o simplemente soy una copia en pequeño de vosotros.

-Queremos lo mejor para ti. -Soltó mi madre con furia.

-Lo que creéis mejor para mí joder, pero no es lo mejor. -Mi padre y mi madre se miraron. -Seguiré con las clases de Adam y... -Me tapé la boca.

-¿Adam?

-Venía con Kristen. -Mentí.

-No nos mientas Alicia. -Dijo mi padre, amenazándome con el dedo.

-No os estoy mintiendo.

-Vamos a dejar las cosas claras. -Contestó mi madre. Miró a mi padre y él asintió. -Vas a estudiar medicina, no vas a publicar ese jodido libro aunque tenga que matar a media editorial. Los escritores son unos insensatos, leer te llenará la cabeza de tonterías. -Rodé los ojos. -Así que no hay más que hablar, te cambiaremos de instituto, porque se ve que así lo has querido.

-Eso sí que no. Seré una muerta de hambre y todo lo que queráis, pero al menos seré feliz. No cómo vosotros. -Me agarré la mejilla, porque justo al acabar de decir eso mi padre me soltó una fuerte bofetada, mi madre subió las escaleras y yo me quedé mirando a mi padre, con los ojos rojos. -Te odio. -Espeté. -OS ODIO.

Me metí al cuarto de baño y me toqué la zona, que estaba todavía roja y dolía al tocarla. Respiré hondo y me eché algo de agua, pero solo pudo quitar un poco el calor de mi mejilla.

Al salir vi a mi madre hecha una furia y varias maletas en la puerta, por un momento pensé que ella se iba, pero la idea desapareció de mi cabeza cuando abrió la puerta y tras tirar las maletas, me empujó a mí.

-Desde hoy no eres bienvenida en esta casa. -Dijo mi madre, yo miré a mi padre; que asintió y me quitó la mirada.

-No podéis echarme, soy menor de edad. -Mi madre soltó una carcajada.

-Claro que podemos, de hecho lo acabamos de hacer. -Sin decir adiós dio un portazo, dejándome ahí, sola.

(***)

-Hola, busco una habitación. -El hombre de recepción me miró con la ceja alzada. -Por unos tres días.

-Vale, toma. -Me dio las llaves de la habitación y me tendió la mano.

-Tome. -Dije entregándole el dinero.

Solté las cosas y me fui a la habitación, respiré hondo intentando no llorar. Estaba sola, sin poder pagarme más de unos días aquí y sin más dinero que los pocos ahorros que tenía.

Kristen me mataría si se enteraba de que estaba en un motel, y a su casa no podía ir, sus padres me odiaban, por eso había optado por la habitación del motel.

Necesitaba hablar con alguien, y sabía perfectamente con quién. Agarré lo necesario y comencé a andar a casa de Adam, tenerlo cerca me relajaba, y era lo que necesitaba ahora mismo.

El Primer Día Del Resto De Mi VidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora