CAPÍTULO XLVII

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Zayn corría a toda velocidad, alejándose lo mayor posible del lago

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Zayn corría a toda velocidad, alejándose lo mayor posible del lago. Paul se había quedado sentado, recargado en la corteza de un árbol y lo último que le dijo antes de huir fue un suave "gracias", porque obviamente su educación estaba por encima de cualquier cosa. El mosquetero no le dio mucha información, solo le dijo que buscara a Louis en la costa, y preferentemente antes de anochecer.  

No entendió por qué, y tenía muchas dudas, pero por cualquier cosa, debía apresurarse. Había perdido la noción del tiempo, lo peor de todo era que no tenía ni la más remota idea de cómo llegar a la costa y tampoco sabía a que parte exactamente. Así que simplemente corrió al pueblo, en busca de ayuda.  

Su primer pensamiento fue volver al castillo, pero de inmediato lo descartó porque era muy arriesgado y alguien lo podría ver. A esa hora, ya estaría lleno de gente y de guardias, de los cuales no sabía si alguno era infiltrado de Kéven, podía exponerse mucho y no, no iba a hacerlo.  

Tenía que buscar a Louis.  

Tras varias millas recorridas, y con gotas de sudor mojando su frente, visualizó a lo lejos el centro, dando un brinco enorme de felicidad cuando notó que ya no estaba tan lejos. Disminuyó un poco la velocidad, en un trote considerable, porque no podía agotar toda su energía. Y con ello, recordó que no había comido nada desde el día anterior.  

Calculaba que eran pasadas las dos de la tarde cuando mucho.  

Sus tripas se retorcían en su estómago y hacían un ruido tan extraño que le impresionó, su organismo imploraba alimentos. No pasó mucho tiempo, cuando por fin llegó a la primera zona de pequeñas viviendas, dando por hecho que ya había arribado a su destino.  

Antes de seguir, buscó una pañoleta que recordaba haber guardado en alguna parte de sus ropas. La suerte estuvo de su lado, y la encontró metida en su camisa, perfectamente doblada; luego, la tomó con ambas manos, extendiéndola y rodeó su rostro con ella, tapando del puente de su nariz hacia abajo, dejando solo sus ojos al descubierto.  

Se quitó la casaca, y la enrolló en su cintura, no supo dónde había quedado su sombrero, pero fue de gran ayuda perderlo para no llamar más la atención. Con su nuevo disfraz de incógnito, esperando que nadie importante lo reconociera, siguió su camino, entrando por los senderos al centro del pueblo. La gente no lo miraba, ignoraban su presencia y eso le sirvió, la mayoría platicaba de la boda de Gemma y como la princesa por fin se iba a casar con un guapo, valiente, poderoso y fuerte príncipe.  

Si tan solo supieran que todas esas cualidades, también las tenía la princesa... 

Se detuvo en uno de los puestos de fruta, aunque no traía ni una sola moneda para pagar, se atrevió a tomar una manzana y a pedir un jugo. La dueña del puesto era una joven mujer que parecía lo suficientemente amable como para entender su pésimo estado, así que después de consumirlos, vería como le decía que no tenía con que pagarle.  

The three musketeers ⚔ || larry stylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora