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Bosque del Rey Hada—3,000 años atrás

     El Bosque del Rey Hada de repente había comenzado a ser más ruidoso que de costumbre; hadas venían de aquí para allá murmurando palabras que sólo llegaban a los oídos de quienes estaban a sus lados. Algunas hadas estaban exaltadas, otras parecían asustadas y unas mantenían la compostura.

     Aquellas palabras llegaron a los oídos de quien querían: el Rey Hada Gloxinia, quien al escuchar los rumores decidió ir a investigar.

     —¿Será un humano peligroso?

     —¿Y si viene a robar la fuente de la eterna juventud?

     —¡Por favor, Rey Hada, haga algo al respecto!

     Voló con velocidad al escuchar del intruso en el bosque, siguiendo las direcciones que las hadas le daban, llegando a una zona alejada del lugar, poco habitada pues suele haber plantas bastantes venenosas ahí.

     Con cautela se acercó a la sombra que veía a lo lejos, una sombra un tanto extraña a sus ojos. Abrió la boca de sorpresa al ver a aquella humana colgando de cabeza, pues una de las ramas del bosque tomaba su pie, sujetándola para que no cayera. Observó con detenimiento la situación, notando que debajo de la humana había una planta medicinal la cual trataba de alcanzar con esfuerzo.

     Una risilla se escapó de su boca, era graciosa la posición de la humana, quien al escuchar aquella burla se giró con dificultad, encontrando a aquel pelirrojo quien la veía con una sonrisa curiosa.

     —¿Podrías por favor bajarme de aquí? —preguntó algo mareada, pues toda la sangre se encontraba en su cabeza.

     —¿Por qué debería? El bosque te ha considerado una amenaza —explicó con sencillez mientras se cruzaba de brazos.

     —¡Lo siento! Estaba buscando una extraña planta y supongo que me perdí... ¡me iré ahora! —se excusó rápidamente, tratando de convencerlo.

    —No estoy seguro de que esa sea la verdad —como toda hada, podía leer el interior de su corazón perfectamente. La humana bufó, dándose por vencida, dejando de hacer tanto esfuerzo, causando que su cuerpo comenzara a girar lentamente.

     —Me atrapaste, pero por favor bájame para poder explotar todo bien —la sangre en la cabeza comenzaba a hacer que se confundiese, el pelirrojo soltó otra risilla.

     —¿Explotar? —la contraria abrió los ojos, negando rápidamente con sus brazos.

     —¡Explicar! —una última risa salió del hada, para después estirar su brazo y señalar hacia abajo, causando que aquella rama soltara a la humana.

     La fémina cayó de golpe al suelo, sintiendo el verde césped en su rostro, había dolido, pero no lo había sentido bien por estar mareada. Se sentó cruzando sus piernas, para después posar su mano en su cabeza, masajeándola y quejándose a la vez.

    —Pudiste haberme bajado de manera lenta —reclamó  con un poco de molestia, cerrando los ojos, tratando de mantener el equilibrio.

    —¿Y bien? ¿Qué será lo que vas a declarar? —preguntó sin moverse de su lugar.

    —Dame un minuto, necesito recobrar la conciencia —dijo con un poco de dramatismo, causando que el contrario rodara los ojos, divertido.

    El hada esperó pacientemente la respuesta de aquella curiosa humana, no podía negar que estaba un poco entretenido por la forma de ser de ella. Tan sólo unos segundos después se levantó del suelo, con un poco de dificultad pero parecía que ya no se encontraba —tan— mareada.

𝐒𝐲𝐦𝐩𝐡𝐨𝐧𝐲; GloxiniaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora